/ viernes 6 de noviembre de 2020

“Solo nos alcanza para sopa aguada y frijoles”, relato de hambre en SLP

Una pareja de la ciudad de San Luis Potosí vio agravada su economía debido a la crisis sanitaria; sobreviven con 200 pesos a la semana

“Desde que comenzó la pandemia mi esposo me da 200 pesos a la semana para la comida, es peón de albañil, pero no hay trabajo, bajó mucho y pues con eso solo nos alcanza para sopa aguada y frijoles, tortillas, o a veces pura tortilla con sal”, revela la señora María Apolinar Carrillo quien habita junto con su esposo, Juvencio Sosa Martínez un departamento de 39 metros cuadrados en la populosa colonia Ciudad 2000 de la zona oriente de la capital de San Luis Potosí.

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En los últimos meses toda la atención ha estado puesta en la crisis sanitaria generada por el coronavirus, de una gravedad indiscutible. Sin embargo un número importante de familias potosinas se han visto azotadas por otra pandemia que, a diferencia del covid, no se detiene, sino que va en aumento: el hambre.

En San Luis Potosí se tiene un registro de 630 mil personas en pobreza alimentaria según cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval

Foto: El Sol de San Luis

El ingeniero Héctor Dargence Villegas, presidente del Banco de Alimentos (Baali) dice que lo más grave es que el fenómeno va en aumento en el entorno urbano.

No es necesario ir muy lejos de la capital potosina para darse cuenta de las terribles condiciones en las que viven muchas familias, “a menos de 30 minutos del centro de la ciudad hay colonias, delegaciones y localidades como Villa de Pozos, Bocas, Arroyos, La Pila, Cerritos de Zavala, entre otras, donde la gente sufre todos los días la preocupación de no tener algo qué comer”.

Para la señora María Apolinar y su esposo Juvencio comer carne es un lujo, “no, comer carne, no, qué esperanzas, no sé, comeremos carne unas dos o tres veces al año, no alcanza, porque además hay que pagar la luz, el agua, mis medicamentos porque tampoco tenemos Seguro Social”.

Doña María Apolinar enfrenta enfermedades crónico degenerativas como obesidad, diabetes e hipertensión pero ahora han comenzado a fallarle los riñones.

“Estoy desesperada, inclusive con un dinerito extra que le cayó a mi esposo a principios de año puse una especie de papelería y dulces aquí en la casa, cuando mucho llegó a vender 50 pesos en un día, pero desde que comenzó la pandemia ni un chicle vendo, ya no sabemos qué hacer”.

Foto: El Sol de San Luis

Por la pandemia el Banco de Alimentos comenzó a recibir peticiones de ayuda de familias que cayeron en el desempleo en colonias populares de la capital; “de las zonas sur, norte y oriente de la ciudad, fraccionamiento María Cecilia, Los Arbolitos, La Garita, Ciudad 2000, Prados de San Vicente, Cactus, Escalerillas y muchas otras; antes esto no sucedía pero ahora la demanda de apoyo creció en un 40 por ciento”, explicó el ingeniero Héctor Dargence Villegas.

A nivel estado, los municipios del altiplano potosino y de la zona media como Santo Domingo, Vanegas, Villa de la Paz, Guadalcázar y Santa Catarina registran una mayor población en pobreza alimentaria.

La señora María Apolinar y su esposo Juvencio pagan 650 pesos al mes de renta de su departamento que se localiza en la segunda planta de un cuadruplex; tienden la ropa en las escaleras de acceso a su humilde hogar y viven con el “Jesús en la boca” esperando que el rentero no les pida desalojar el inmueble, “porque pues ya nos acomodamos bien, y no está cara la renta como en otros lugares de lujo que cobran mil 500 o 2 mil pesos, pues no tendríamos para comer”.

Las cámara de El Sol de San Luis tuvieron acceso a su comedor que se localiza en un lugar muy reducido y con la oportunidad de atestiguar el momento de la comida, “pásele, pásele, hoy tuvimos suerte nos regalaron un tamalito y una gordita en la iglesia, y pues nos fue bien”.

El departamento consta de sala comedor, un cuarto, un baño y una pequeña cocina. Es todo

“Pero pues es suficiente para mí y mi esposo, somos nosotros dos nada más”.

El informe del Coneval pone de manifiesto que las personas que padecen pobreza no tienen acceso regular a alimentos nutritivos y suficientes.

Doña María Apolinar se siente en un callejón sin salida, “no sabemos qué hacer, si mi esposo sale a trabajar se puede contagiar y así como estoy yo, pues imagínese, pero si no sale a buscar trabajo, nos morimos de hambre”.

Así es la otra contingencia que se vive en San Luis Potosí; cuando la realidad es más dramática que los números y las cifras.


Descarga AQUÍ las historias de "Hambre. Donde come uno..."


“Desde que comenzó la pandemia mi esposo me da 200 pesos a la semana para la comida, es peón de albañil, pero no hay trabajo, bajó mucho y pues con eso solo nos alcanza para sopa aguada y frijoles, tortillas, o a veces pura tortilla con sal”, revela la señora María Apolinar Carrillo quien habita junto con su esposo, Juvencio Sosa Martínez un departamento de 39 metros cuadrados en la populosa colonia Ciudad 2000 de la zona oriente de la capital de San Luis Potosí.

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En los últimos meses toda la atención ha estado puesta en la crisis sanitaria generada por el coronavirus, de una gravedad indiscutible. Sin embargo un número importante de familias potosinas se han visto azotadas por otra pandemia que, a diferencia del covid, no se detiene, sino que va en aumento: el hambre.

En San Luis Potosí se tiene un registro de 630 mil personas en pobreza alimentaria según cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval

Foto: El Sol de San Luis

El ingeniero Héctor Dargence Villegas, presidente del Banco de Alimentos (Baali) dice que lo más grave es que el fenómeno va en aumento en el entorno urbano.

No es necesario ir muy lejos de la capital potosina para darse cuenta de las terribles condiciones en las que viven muchas familias, “a menos de 30 minutos del centro de la ciudad hay colonias, delegaciones y localidades como Villa de Pozos, Bocas, Arroyos, La Pila, Cerritos de Zavala, entre otras, donde la gente sufre todos los días la preocupación de no tener algo qué comer”.

Para la señora María Apolinar y su esposo Juvencio comer carne es un lujo, “no, comer carne, no, qué esperanzas, no sé, comeremos carne unas dos o tres veces al año, no alcanza, porque además hay que pagar la luz, el agua, mis medicamentos porque tampoco tenemos Seguro Social”.

Doña María Apolinar enfrenta enfermedades crónico degenerativas como obesidad, diabetes e hipertensión pero ahora han comenzado a fallarle los riñones.

“Estoy desesperada, inclusive con un dinerito extra que le cayó a mi esposo a principios de año puse una especie de papelería y dulces aquí en la casa, cuando mucho llegó a vender 50 pesos en un día, pero desde que comenzó la pandemia ni un chicle vendo, ya no sabemos qué hacer”.

Foto: El Sol de San Luis

Por la pandemia el Banco de Alimentos comenzó a recibir peticiones de ayuda de familias que cayeron en el desempleo en colonias populares de la capital; “de las zonas sur, norte y oriente de la ciudad, fraccionamiento María Cecilia, Los Arbolitos, La Garita, Ciudad 2000, Prados de San Vicente, Cactus, Escalerillas y muchas otras; antes esto no sucedía pero ahora la demanda de apoyo creció en un 40 por ciento”, explicó el ingeniero Héctor Dargence Villegas.

A nivel estado, los municipios del altiplano potosino y de la zona media como Santo Domingo, Vanegas, Villa de la Paz, Guadalcázar y Santa Catarina registran una mayor población en pobreza alimentaria.

La señora María Apolinar y su esposo Juvencio pagan 650 pesos al mes de renta de su departamento que se localiza en la segunda planta de un cuadruplex; tienden la ropa en las escaleras de acceso a su humilde hogar y viven con el “Jesús en la boca” esperando que el rentero no les pida desalojar el inmueble, “porque pues ya nos acomodamos bien, y no está cara la renta como en otros lugares de lujo que cobran mil 500 o 2 mil pesos, pues no tendríamos para comer”.

Las cámara de El Sol de San Luis tuvieron acceso a su comedor que se localiza en un lugar muy reducido y con la oportunidad de atestiguar el momento de la comida, “pásele, pásele, hoy tuvimos suerte nos regalaron un tamalito y una gordita en la iglesia, y pues nos fue bien”.

El departamento consta de sala comedor, un cuarto, un baño y una pequeña cocina. Es todo

“Pero pues es suficiente para mí y mi esposo, somos nosotros dos nada más”.

El informe del Coneval pone de manifiesto que las personas que padecen pobreza no tienen acceso regular a alimentos nutritivos y suficientes.

Doña María Apolinar se siente en un callejón sin salida, “no sabemos qué hacer, si mi esposo sale a trabajar se puede contagiar y así como estoy yo, pues imagínese, pero si no sale a buscar trabajo, nos morimos de hambre”.

Así es la otra contingencia que se vive en San Luis Potosí; cuando la realidad es más dramática que los números y las cifras.


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