A un año de la masacre ocurrida en el anexo "Buscando el camino a mi recuperación" en la comunidad de Arandas, familiares y amigos recordaron a las víctimas.
Por la mañana en las calles de la comunidad reinó el silencio; familiares de las víctimas salieron desde temprano con destino a los panteones con veladoras y grandes ramos de flores.
Aunque nadie se atrevía a preguntar abiertamente a otros al respecto de lo sucedido, era inevitable que de manera casual saliera a tema lo ocurrido aquel primero de julio de 2020. Entre comerciantes se podían escuchar susurros al ver pasar alguna persona relacionada con aquellos jóvenes a quienes les arrebataron la vida injustamente.
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Desde el lamentable suceso algunas áreas quedaron casi atrapadas en el tiempo, como los son los murales en El Naranjal y los de las antiguas bodegas sobre la calle Vicente Guerrero, donde artistas urbanos de la calle Hermenegildo Galeana plasmaron el rostro de su amigo Jesús Eduardo, a un costado la imagen de un ángel en memoria de todos los demás fallecidos, a casi un año de realizados los murales estos se mantienen limpios y en buen estado pues hasta entre los más jóvenes la imagen significa respeto a los jóvenes que llevaban su proceso de desintoxicación.
A las afueras de la parroquia del Señor de Esquipulas estaban un joven acompañado de dos niños, su vestimenta llamó la atención de propios y extraños, dos de ellos llevaban camisetas blancas con la fotografía de un joven en la espalda.
Los jóvenes eran hermanos de Charlie, otra de las víctimas de la masacre en el centro "Buscando el camino a mi recuperación".
Charlie era el cuarto de cinco hijos, nacido el 19 de Junio de 2002. Todos fueron criados solamente por su madre. Él, a sus recién cumplidos 18 años, luchaba contra su adicción con la esperanza de salir adelante y apoyar a su familia.
Mientras su hermana y su madre acudieron al panteón, los tres hermanos de Charlie salieron a caminar al kiosco frente a la parroquia "para desestresarse".
Aunque decidieron no revelar sus nombres, los jóvenes comentaron que a un año de lo sucedido sienten como si hubiera sido hace apenas unas semanas, ese día no solo perdieron a su hermano, sino que también a un primo y un tío que se encontraban en el lugar.
El mayor de todos, quien ahora se dedica a trabajar en la construcción, solicitó permiso para faltar a su trabajo y acompañar a su familia durante este día tan difícil.
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Familiares solicitaron con mucho tiempo de antelación que se realizara una misa en memoria de las víctimas, que tendrá lugar a las 8:00 de la noche en la parroquia de la comunidad.
Comentaron que se extendió la invitación en zonas aledañas pues algunas de las víctimas también eran de colonias como El Naranjal, Las Américas y El Cerrito.