/ viernes 8 de septiembre de 2017

La moviola

■ Una loca película de tiburones: Terror profundo

por Gerardo Gil Ballesteros

De Terror profundo  (Gerald Rascionato, Australia,2017) se pueden decir muchas cosas, pocas buenas y el peor pecado es que en su primera mitad tiene algunas pretensiones innecesarias para el asunto que nos ocupa: Tres estadounidenses, dos hermanos Jeff (Joel Hogan) y Josh (Josh Potthoff), además de la novia del primero, la más bien ligera Megan  (Megan Peta Hill) quieren participar en un concurso de deportes extremos. Se les ocurre ir a Australia y convivir con tiburones, con jaula de por medio, pero el crucero donde están es volcado por una ola.

Y pasados cuarenta minutos de un filme de ochenta la acción inicia, como ordena el género, justo a la mitad. Es decir, primero establecen las conexiones dramáticas y personales de los protagonistas  para después enfocarse en los momentos de tensión. El recurso sirve, entre otras cosas, para generar suspenso en el espectador. Ya sabemos que vamos a ver nadar entre tiburones a los atolondrados gringos que previo al percance se la pasan haciendo imprudencias dignas de Los Tres Chiflados, pero vamos a hacerla de jamón –si se me permite el término- con dramita amoroso incluido.

Tan viejo es el recurso y la fórmula muy establecida, que el referente clásico es Tiburón (Steven Spielberg,1975), la primera mitad del filme es mera introducción, luego, viene lo bueno. Aunque con Terror profundo el asunto pretende ponerse formal y algo exquisito con las escenas reales tomadas en video de los jóvenes en los que se basa la historia. Para el caso, el resultado final es el mismo: Un mediocre filme que no maneja de manera acertada el canon, aunque se sostiene de él y con el cual hay que ser justos, tiene un par de buenos momentos de tensión hasta eso.

Por el estilo está Mi nueva yo (Hallie Meyers, 2017) o lo que es lo mismo: Una loca película de cuarentonas. Alice (Reese Witherspoon) es una chavoruca recién separada e hija de un famoso cineasta, leyenda de Hollywood ya fallecido. Carga con el estigma del divorcio de sus padres, generado por la infidelidad de su progenitor a su madre, la fugaz en el filme Lillian (Candice Begen).

La vida le va en un imperceptible fracaso que la lleva a trabajar como decoradora de medio pelo para la casa de muñecas de su mandona vecina. El único rol en el que brilla es como madre de dos niñas, una adolescente que quiere ser escritora Isabel (Lola Flanery) y Rosie (Eden Grace Redfield) una pequeña de ocho años, que está obsesionada con los anuncios de antidepresivos en la TV.

En un bar y celebrado su cumpleaños, Alice conoce a tres jóvenes, Teddy (Nat Wolff), George (Jon Rudnitsky) y Harry (Pico Alexander) que como buenos mllennials que se respeten, son aspirantes a cineastas.

Los amigos acaban viviendo en casa del ama de casa desesperada, porque bajita la mano y al ritmo de Hoy voy a cambiar les da alojamiento. Todo marcha relativamente bien, con triangulitos amorosos incluidos hasta que aparece el díscolo marido de la mujer, Austen (MichaelSheen).

Con todo y que el filme tiene en su planteamiento ciertos puntos que pueden parecer audaces, no los aprovecha porque nunca se sale y navega cómodamente en el universo genérico de la chickflick, lo que provoca un humor más bien soso y bobón. Está más en el tono de una sitcom televisiva que de un largometraje. Lástima, la idea general era buena.

 

EN CORTO

La investigación de todo lo relacionado con el mundo del cine va de lo general a lo particular y dentro de esto último se encuentra el libro El arte del futbol de José Bernal.

El trabajo contiene 90 infografías sobre literatura, arquitectura, historia y cine, pero relacionadas con el futbol. Resulta interesante leer -y ver- cómo diversos protagonistas de las disciplinas artísticas ven al balompié.

En el capítulo de cine por ejemplo, destaca el amor e interés por el futbol de directores como Emir Kusturica, Paolo Sorrentino y claro, Alfonso Cuarón, entre otros.

Buen documento que cuenta cómo el futbol no se divorcia de otras pasiones como la literatura y el cine.

■ Una loca película de tiburones: Terror profundo

por Gerardo Gil Ballesteros

De Terror profundo  (Gerald Rascionato, Australia,2017) se pueden decir muchas cosas, pocas buenas y el peor pecado es que en su primera mitad tiene algunas pretensiones innecesarias para el asunto que nos ocupa: Tres estadounidenses, dos hermanos Jeff (Joel Hogan) y Josh (Josh Potthoff), además de la novia del primero, la más bien ligera Megan  (Megan Peta Hill) quieren participar en un concurso de deportes extremos. Se les ocurre ir a Australia y convivir con tiburones, con jaula de por medio, pero el crucero donde están es volcado por una ola.

Y pasados cuarenta minutos de un filme de ochenta la acción inicia, como ordena el género, justo a la mitad. Es decir, primero establecen las conexiones dramáticas y personales de los protagonistas  para después enfocarse en los momentos de tensión. El recurso sirve, entre otras cosas, para generar suspenso en el espectador. Ya sabemos que vamos a ver nadar entre tiburones a los atolondrados gringos que previo al percance se la pasan haciendo imprudencias dignas de Los Tres Chiflados, pero vamos a hacerla de jamón –si se me permite el término- con dramita amoroso incluido.

Tan viejo es el recurso y la fórmula muy establecida, que el referente clásico es Tiburón (Steven Spielberg,1975), la primera mitad del filme es mera introducción, luego, viene lo bueno. Aunque con Terror profundo el asunto pretende ponerse formal y algo exquisito con las escenas reales tomadas en video de los jóvenes en los que se basa la historia. Para el caso, el resultado final es el mismo: Un mediocre filme que no maneja de manera acertada el canon, aunque se sostiene de él y con el cual hay que ser justos, tiene un par de buenos momentos de tensión hasta eso.

Por el estilo está Mi nueva yo (Hallie Meyers, 2017) o lo que es lo mismo: Una loca película de cuarentonas. Alice (Reese Witherspoon) es una chavoruca recién separada e hija de un famoso cineasta, leyenda de Hollywood ya fallecido. Carga con el estigma del divorcio de sus padres, generado por la infidelidad de su progenitor a su madre, la fugaz en el filme Lillian (Candice Begen).

La vida le va en un imperceptible fracaso que la lleva a trabajar como decoradora de medio pelo para la casa de muñecas de su mandona vecina. El único rol en el que brilla es como madre de dos niñas, una adolescente que quiere ser escritora Isabel (Lola Flanery) y Rosie (Eden Grace Redfield) una pequeña de ocho años, que está obsesionada con los anuncios de antidepresivos en la TV.

En un bar y celebrado su cumpleaños, Alice conoce a tres jóvenes, Teddy (Nat Wolff), George (Jon Rudnitsky) y Harry (Pico Alexander) que como buenos mllennials que se respeten, son aspirantes a cineastas.

Los amigos acaban viviendo en casa del ama de casa desesperada, porque bajita la mano y al ritmo de Hoy voy a cambiar les da alojamiento. Todo marcha relativamente bien, con triangulitos amorosos incluidos hasta que aparece el díscolo marido de la mujer, Austen (MichaelSheen).

Con todo y que el filme tiene en su planteamiento ciertos puntos que pueden parecer audaces, no los aprovecha porque nunca se sale y navega cómodamente en el universo genérico de la chickflick, lo que provoca un humor más bien soso y bobón. Está más en el tono de una sitcom televisiva que de un largometraje. Lástima, la idea general era buena.

 

EN CORTO

La investigación de todo lo relacionado con el mundo del cine va de lo general a lo particular y dentro de esto último se encuentra el libro El arte del futbol de José Bernal.

El trabajo contiene 90 infografías sobre literatura, arquitectura, historia y cine, pero relacionadas con el futbol. Resulta interesante leer -y ver- cómo diversos protagonistas de las disciplinas artísticas ven al balompié.

En el capítulo de cine por ejemplo, destaca el amor e interés por el futbol de directores como Emir Kusturica, Paolo Sorrentino y claro, Alfonso Cuarón, entre otros.

Buen documento que cuenta cómo el futbol no se divorcia de otras pasiones como la literatura y el cine.

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