Es indudable que, en este país, ya nada nos sorprende y menos si se trata de las instituciones gubernamentales. Ahora resulta, como dicen en mi pueblo, que “la calor” fue la causante de los apagones en buena parte del territorio nacional. Pero como dice la canción interpretada por una cantante veracruzana, “con el apagón que cosas suceden...”
Resulta que la interrupción del servicio de electricidad afecta hogares, industrias y comercios, en el caso del sector telecomunicaciones, el suministro eléctrico es un servicio esencial que a su vez permite la prestación de servicios de telecomunicaciones; si bien hay plantas de emergencias, así como protocolos ante el “corte de la luz”, también hay que considerar estos apagones en ocasiones van acompañados de sobre cargas que dañan a los equipos e instalaciones de los operadores.
Si bien la Ley contempla estos pormenores, como la interrupción parcial o total, por hechos fortuitos o causas de fuerza mayor de las vías generales de comunicación, no es lo idóneo para atraer inversiones.
En un contexto donde se pretende generar mayor competencia e inversiones para las telecomunicaciones, donde recién se proyecta licitar más espectro radioeléctrico con el inició de la consulta pública sobre la licitación IFT-12 (donde no se aprecian mecanismos para reducir el costo del espectro), lo cierto es que no podemos ofrecer condiciones competitivas con un servicio deficiente del suministro eléctrico.
Tanto los servicios de telecomunicaciones y las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial aumentaran la demanda de electricidad, incluso hace poco el Foro Económico Mundial (WEF) hacía referencia a estas demandas energéticas crecientes, en el análisis “Cómo gestionar la demanda de energía de la IA: hoy, mañana y en el futuro” y el propio WEF en su estudio de riesgos 2023 señala al cambio climático como la principal amenaza de riesgo global, que es a lo que se atribuye los apagones, en ese reporte de riesgos también se señala: la interrupción de servicios esenciales y de cadenas de suministro energético.
Pero no todo se puede achacar al cambio climático, hay que reconocer también la falta de inversión en el sistema eléctrico nacional, cambios institucionales en las autoridades encargadas del control de energía, revisar los efectos de eliminar el horario de verano, la situación de que generadores privados hayan optado por dejar de abastecer al sistema eléctrico nacional o que la empresa estatal encargada de la distribución eléctrica se le hayan “diversificado” al ampliar sus tareas para prestar otros servicios.
Pero no se espante, por la caída del sistema eléctrico, sólo esperamos que el 2 de junio, el INE tenga unas buenas plantas de luz por posibles apagones y que el PREP puede fluir como siempre, nada más, un consejo, no le pidan apoyo al titular de la CFE.