/ domingo 10 de marzo de 2024

Gestionando el tiempo en la era digital

Los instrumentos digitales se han vuelto cada vez más indispensables para nuestra vida cotidiana, sobre todo en lo que refiere a la organización del tiempo y para llevar a cabo trámites, búsquedas y gestiones que de otra forma necesitarían la presencia física. Nos estamos acostumbrando a utilizar los smartphones como parte sustancial de la gestión de nuestro tiempo y la dependencia cada vez mayor que tenemos de los dispositivos requiere que estemos conscientes no solo de sus beneficios, sino también de los retos que podrían representar y de cómo subsanarlos en caso de eventualidades.

Casi todos contamos con una agenda en el smartphone, y la mayoría de quienes tienen una hacen uso de ella, ya sea para marcar las actividades laborales o escolares, ya para tener información sobre los cumpleaños o eventos sociales de los seres queridos, o simplemente para monitorear los propios procesos y fechas que requieren atención; utilizando recordatorios y otros modelos vinculantes para responder a las citas programadas.

Las agendas en línea son sumamente útiles no solamente porque permiten, como antaño sucedía, llevar el seguimiento de los eventos cotidianos, sino porque también vinculan otras funciones que en el pasado hubieran parecido imposibles: nos avisan mediante alarmas, pueden identificar cuando nos encontramos en un lugar específico gracias a la geolocalización y hacer más efectivo el cumplimiento de las actividades, se vinculan con aplicaciones de transporte para llegar a los espacios geográficos, con aplicaciones de mensajería y videollamadas, con dispositivos de monitoreo físico, entre otros, por lo que se han convertido en aplicaciones multifuncionales.

Los calendarios y agendas más populares son los que vienen por defecto, tanto en Android con Google, como en Apple con iOS. Pero definitivamente no son los únicos, los calendarios y agendas que se ofrecen en línea son cada vez más diversos y contienen mejores funciones que permiten crear agendas superpuestas dependiendo el área personal, laboral o escolar, e incluso llevar el conteo de calendarios menstruales, citas médicas, actividad física y otras mediciones que se vinculan con los dispositivos, como ocurre con el fitness de Apple que proporciona consejos sobre salud y otras utilidades.

Cuando pensamos en el modelo de las agendas del siglo XX, que eran básicamente libros o libretas con una sucesión lineal de fechas, no es difícil maravillarnos de la vinculación en red que nos permiten las aplicaciones de nuestro tiempo, sin contar el hecho de que con el auge de la inteligencia artificial estaremos cada vez más en condiciones de personalizarlas tan específicamente como sea necesario para las necesidades del usuario. Sin embargo, no debemos perder de vista que la gestión digital del tiempo y las actividades debe mantenerse en relación con las medidas de seguridad que son necesarias para navegar en internet y gestionar los datos personales.

A menudo las agendas y los registros no suelen ser protegidos por los usuarios, incluso se les comparte de manera abierta en redes sociales y otros espacios digitales. Desafortunadamente, la información que guardan puede ser mal empleada por personas que se dedican a atacar física o digitalmente. Es acertado que, además de las medidas de seguridad del dispositivo, verifiquemos que la información que almacenamos sea privada, así como conocer el uso que otras aplicaciones hacen de ella y que generalmente es avisado al aceptar cookies o licencias.

También es importante verificar que las aplicaciones para gestionar el tiempo se conecten con la nube, de tal suerte que ante la pérdida de dispositivos no quedemos expuestos a la de nuestra información. Aunque esto suele hacerse por defecto, no está de más verificar en computadoras u otros dispositivos vinculados que las sincronizaciones sean correctas y frecuentes.

El uso de aplicaciones para gestionar el tiempo es una muestra del poder del mundo digital en la cotidianidad, que ha transformado nuestra la relación con el concepto abstracto más importante de nuestra vida, el tiempo, y nos permite experimentar experiencias nuevas, antes insospechadas.

Los instrumentos digitales se han vuelto cada vez más indispensables para nuestra vida cotidiana, sobre todo en lo que refiere a la organización del tiempo y para llevar a cabo trámites, búsquedas y gestiones que de otra forma necesitarían la presencia física. Nos estamos acostumbrando a utilizar los smartphones como parte sustancial de la gestión de nuestro tiempo y la dependencia cada vez mayor que tenemos de los dispositivos requiere que estemos conscientes no solo de sus beneficios, sino también de los retos que podrían representar y de cómo subsanarlos en caso de eventualidades.

Casi todos contamos con una agenda en el smartphone, y la mayoría de quienes tienen una hacen uso de ella, ya sea para marcar las actividades laborales o escolares, ya para tener información sobre los cumpleaños o eventos sociales de los seres queridos, o simplemente para monitorear los propios procesos y fechas que requieren atención; utilizando recordatorios y otros modelos vinculantes para responder a las citas programadas.

Las agendas en línea son sumamente útiles no solamente porque permiten, como antaño sucedía, llevar el seguimiento de los eventos cotidianos, sino porque también vinculan otras funciones que en el pasado hubieran parecido imposibles: nos avisan mediante alarmas, pueden identificar cuando nos encontramos en un lugar específico gracias a la geolocalización y hacer más efectivo el cumplimiento de las actividades, se vinculan con aplicaciones de transporte para llegar a los espacios geográficos, con aplicaciones de mensajería y videollamadas, con dispositivos de monitoreo físico, entre otros, por lo que se han convertido en aplicaciones multifuncionales.

Los calendarios y agendas más populares son los que vienen por defecto, tanto en Android con Google, como en Apple con iOS. Pero definitivamente no son los únicos, los calendarios y agendas que se ofrecen en línea son cada vez más diversos y contienen mejores funciones que permiten crear agendas superpuestas dependiendo el área personal, laboral o escolar, e incluso llevar el conteo de calendarios menstruales, citas médicas, actividad física y otras mediciones que se vinculan con los dispositivos, como ocurre con el fitness de Apple que proporciona consejos sobre salud y otras utilidades.

Cuando pensamos en el modelo de las agendas del siglo XX, que eran básicamente libros o libretas con una sucesión lineal de fechas, no es difícil maravillarnos de la vinculación en red que nos permiten las aplicaciones de nuestro tiempo, sin contar el hecho de que con el auge de la inteligencia artificial estaremos cada vez más en condiciones de personalizarlas tan específicamente como sea necesario para las necesidades del usuario. Sin embargo, no debemos perder de vista que la gestión digital del tiempo y las actividades debe mantenerse en relación con las medidas de seguridad que son necesarias para navegar en internet y gestionar los datos personales.

A menudo las agendas y los registros no suelen ser protegidos por los usuarios, incluso se les comparte de manera abierta en redes sociales y otros espacios digitales. Desafortunadamente, la información que guardan puede ser mal empleada por personas que se dedican a atacar física o digitalmente. Es acertado que, además de las medidas de seguridad del dispositivo, verifiquemos que la información que almacenamos sea privada, así como conocer el uso que otras aplicaciones hacen de ella y que generalmente es avisado al aceptar cookies o licencias.

También es importante verificar que las aplicaciones para gestionar el tiempo se conecten con la nube, de tal suerte que ante la pérdida de dispositivos no quedemos expuestos a la de nuestra información. Aunque esto suele hacerse por defecto, no está de más verificar en computadoras u otros dispositivos vinculados que las sincronizaciones sean correctas y frecuentes.

El uso de aplicaciones para gestionar el tiempo es una muestra del poder del mundo digital en la cotidianidad, que ha transformado nuestra la relación con el concepto abstracto más importante de nuestra vida, el tiempo, y nos permite experimentar experiencias nuevas, antes insospechadas.