/ martes 16 de abril de 2024

Inteligencia artificial y su uso en elecciones

El vertiginoso desarrollo de la inteligencia artificial va a modificar muchos aspectos de nuestra vida y la política es parte de nuestra vida.

La capacidad de los programas impulsados por algoritmos de inteligencia artificial para generar textos, imágenes y audios artificiales a partir de elementos verdaderos está a disposición de prácticamente cualquier persona.

Instrucciones tan sencillas como "un canguro vestido de azul bailando música disco" es suficiente para generar en unos segundos un video del cual la única pista para saber que es artificial subyace en nuestro conocimiento de que los canguros ni se visten de azul ni bailan música disco.

Pongan ahora el nombre de una persona cualquiera cuya imagen puede ser identificada en internet, maltratando a un cachorro o robando un banco. Con esas sencillas instrucciones el programa les va a generar un video que no es real, pero sí lo suficientemente realista como para confundirlos.

La capacidad de la inteligencia artificial para generar productos audiovisuales falsos con la intención de generar confusión entre los electores está siendo ya utilizada por actores políticos.

En Estados Unidos circuló a principios de año un audio falso elaborado a partir de la voz del presidente Biden invitando a las personas a no votar en las elecciones primarias de su partido. También han circulado productos que involucran a los expresidentes Trump y Obama, con tal profusión que el Congreso de ese país ha emitido una directiva que obliga a los partidos a reportar el material que produzcan utilizando herramientas de inteligencia artificial, así como a las compañías que las generan a incorporar una marca que identifique los productos como artificiales.

México también está en medio de un proceso electoral y comienzan a difundirse productos difamatorios creados artificialmente, de tan buena manufactura que es muy difícil identificarlos a simple vista.

Sin embargo, el verdadero riesgo del uso de productos realistas pero no reales en campañas políticas consiste en la participación voluntaria de millones de personas que de buena fe los distribuyen por constituir elementos que confirman sus creencias.

Este comportamiento se conoce como sesgo de confirmación y es la tendencia a favorecer, buscar, interpretar y recordar la información que confirma las propias creencias o hipótesis, dando desproporcionadamente menos consideración a posibles alternativas. El efecto es más fuerte en publicaciones con contenido emocional y en creencias firmemente enraizadas.

El sesgo de confirmación provoca la polarización de actitudes, la perseverancia de las creencias aunque se haya demostrado su falsedad, al confiar más en primeras experiencias tenidas con algún hecho que a las más recientes y a correlacionar de manera ilusoria acontecimientos o situaciones no asociados realmente.

Pero no todo el uso electoral de las herramientas de inteligencia artificial es negativo, al contrario, permite elaborar en tiempo real productos de alta calidad que potencien el mensaje de una campaña, reduciendo costos y mejorando la información que obtiene la ciudadanía.

El buen uso de estas herramientas recae en los actores políticos pero la interpretación y afiliación a lo que representan recaen en nosotros los ciudadanos. Que sirva esta reflexión para comenzar a compensar el avance de la inteligencia artificial en la arena política promoviendo la inteligencia natural.


El vertiginoso desarrollo de la inteligencia artificial va a modificar muchos aspectos de nuestra vida y la política es parte de nuestra vida.

La capacidad de los programas impulsados por algoritmos de inteligencia artificial para generar textos, imágenes y audios artificiales a partir de elementos verdaderos está a disposición de prácticamente cualquier persona.

Instrucciones tan sencillas como "un canguro vestido de azul bailando música disco" es suficiente para generar en unos segundos un video del cual la única pista para saber que es artificial subyace en nuestro conocimiento de que los canguros ni se visten de azul ni bailan música disco.

Pongan ahora el nombre de una persona cualquiera cuya imagen puede ser identificada en internet, maltratando a un cachorro o robando un banco. Con esas sencillas instrucciones el programa les va a generar un video que no es real, pero sí lo suficientemente realista como para confundirlos.

La capacidad de la inteligencia artificial para generar productos audiovisuales falsos con la intención de generar confusión entre los electores está siendo ya utilizada por actores políticos.

En Estados Unidos circuló a principios de año un audio falso elaborado a partir de la voz del presidente Biden invitando a las personas a no votar en las elecciones primarias de su partido. También han circulado productos que involucran a los expresidentes Trump y Obama, con tal profusión que el Congreso de ese país ha emitido una directiva que obliga a los partidos a reportar el material que produzcan utilizando herramientas de inteligencia artificial, así como a las compañías que las generan a incorporar una marca que identifique los productos como artificiales.

México también está en medio de un proceso electoral y comienzan a difundirse productos difamatorios creados artificialmente, de tan buena manufactura que es muy difícil identificarlos a simple vista.

Sin embargo, el verdadero riesgo del uso de productos realistas pero no reales en campañas políticas consiste en la participación voluntaria de millones de personas que de buena fe los distribuyen por constituir elementos que confirman sus creencias.

Este comportamiento se conoce como sesgo de confirmación y es la tendencia a favorecer, buscar, interpretar y recordar la información que confirma las propias creencias o hipótesis, dando desproporcionadamente menos consideración a posibles alternativas. El efecto es más fuerte en publicaciones con contenido emocional y en creencias firmemente enraizadas.

El sesgo de confirmación provoca la polarización de actitudes, la perseverancia de las creencias aunque se haya demostrado su falsedad, al confiar más en primeras experiencias tenidas con algún hecho que a las más recientes y a correlacionar de manera ilusoria acontecimientos o situaciones no asociados realmente.

Pero no todo el uso electoral de las herramientas de inteligencia artificial es negativo, al contrario, permite elaborar en tiempo real productos de alta calidad que potencien el mensaje de una campaña, reduciendo costos y mejorando la información que obtiene la ciudadanía.

El buen uso de estas herramientas recae en los actores políticos pero la interpretación y afiliación a lo que representan recaen en nosotros los ciudadanos. Que sirva esta reflexión para comenzar a compensar el avance de la inteligencia artificial en la arena política promoviendo la inteligencia natural.