/ jueves 7 de marzo de 2024

Niños no acompañados: cara desangelada de la migración

Las imágenes por sí solas son desgarradoras: un niño de diez años que cuidaba a sus dos hermanitas (una de 6 años y otra de 3 años) fueron abandonados en la frontera de Arizona por el “Coyote” que los llevaría a Estados Unidos para reunirse con sus padres. Estos niños, originarios de Puebla, tenían en sus pequeños rostros temor, hambre y la bendita inocencia que los motivó a seguir su camino.

Pero, ¿dónde están los padres que deben cuidar a sus hijos? ¿Dónde está el gobierno que debe velar por sus derechos? ¿Y dónde está la solidaridad de un país que cada vez atranca más sus puertas para no permitir la entrada a los migrantes? Podemos tratar de responder estas preguntas, pero más allá de la indignación y del dolor que nos generan estos terribles sucesos, se presenta una nueva incógnita: ¿qué estamos haciendo para remediar las causas que obligan a más niños intentar cruzar la frontera sin la compañía de sus seres queridos?

El problema de la niñez migrante no acompañada es grave. Según un análisis que realizó el periódico The New York Times, tan sólo después de concluir la pandemia de Covid-19 (de 2021 a 2023), han cruzado la frontera entre Estados Unidos y México 400 mil niñas, niños y adolescentes no acompañados. Pero lo grave no termina en el cruce de la frontera, porque, además de sufrir toda clase de peligros durante su camino rumbo a Estados Unidos, los niños que logran cruzar suelen trabajar en oficios muy duros y lo hacen de manera clandestina. Según un artículo de The New York Times titulado “Solos y explotados, niños migrantes desempeñan trabajos crueles en EU”, en muchos estados de la Unión Americana hay menores de edad que friegan platos hasta altas horas de la noche, lavan sábanas en lujosos hoteles, reparten alimentos de cadenas famosas de comida, cosechan café o construyen muros de piedra volcánica en casas residenciales.

Desde la perspectiva que se quiera ver, la migración de menores de edad es una problemática delicadísima que exige el mayor de los esfuerzos gubernamentales, legislativos y políticos. Como sabemos, en este 2024 se definirán las elecciones presidenciales tanto en Estados Unidos y en México. ¿Será que la vida política les dará una segunda oportunidad a Trump o a Biden para resarcir el daño que han provocado con dos gestiones sin un atisbo de solidaridad para estos niños migrantes? En el caso de México, ¿las candidatas ofrecerán una política migratoria integral, capaz de resolver las problemáticas que generan la movilización humana y que tienen que ver con la creciente inseguridad, la falta de oportunidades y la desintegración familiar? Pronto los sabremos…

Mientras tanto, no dejo de pensar en los niños de Puebla que fueron abandonados en la frontera. Quizás ya se reencontraron con sus padres y estén, en el mejor de los casos, comiendo una reconfortante sopa caliente en compañía de mamá. Pero, ahora mismo, otros niños cruzan el desierto sin nada en el estómago y mucho menos la mano de alguno de sus padres en la suya, llevándolos a un lugar seguro, para disfrutar, como merecen todos los menores en el mundo, de una niñez en compañía de su familia.

Analista de temas de migración

Facebook: @Juan Hernandez

Twitter: @JuanHernandezS

Instagram: dr.juanhernandez


Las imágenes por sí solas son desgarradoras: un niño de diez años que cuidaba a sus dos hermanitas (una de 6 años y otra de 3 años) fueron abandonados en la frontera de Arizona por el “Coyote” que los llevaría a Estados Unidos para reunirse con sus padres. Estos niños, originarios de Puebla, tenían en sus pequeños rostros temor, hambre y la bendita inocencia que los motivó a seguir su camino.

Pero, ¿dónde están los padres que deben cuidar a sus hijos? ¿Dónde está el gobierno que debe velar por sus derechos? ¿Y dónde está la solidaridad de un país que cada vez atranca más sus puertas para no permitir la entrada a los migrantes? Podemos tratar de responder estas preguntas, pero más allá de la indignación y del dolor que nos generan estos terribles sucesos, se presenta una nueva incógnita: ¿qué estamos haciendo para remediar las causas que obligan a más niños intentar cruzar la frontera sin la compañía de sus seres queridos?

El problema de la niñez migrante no acompañada es grave. Según un análisis que realizó el periódico The New York Times, tan sólo después de concluir la pandemia de Covid-19 (de 2021 a 2023), han cruzado la frontera entre Estados Unidos y México 400 mil niñas, niños y adolescentes no acompañados. Pero lo grave no termina en el cruce de la frontera, porque, además de sufrir toda clase de peligros durante su camino rumbo a Estados Unidos, los niños que logran cruzar suelen trabajar en oficios muy duros y lo hacen de manera clandestina. Según un artículo de The New York Times titulado “Solos y explotados, niños migrantes desempeñan trabajos crueles en EU”, en muchos estados de la Unión Americana hay menores de edad que friegan platos hasta altas horas de la noche, lavan sábanas en lujosos hoteles, reparten alimentos de cadenas famosas de comida, cosechan café o construyen muros de piedra volcánica en casas residenciales.

Desde la perspectiva que se quiera ver, la migración de menores de edad es una problemática delicadísima que exige el mayor de los esfuerzos gubernamentales, legislativos y políticos. Como sabemos, en este 2024 se definirán las elecciones presidenciales tanto en Estados Unidos y en México. ¿Será que la vida política les dará una segunda oportunidad a Trump o a Biden para resarcir el daño que han provocado con dos gestiones sin un atisbo de solidaridad para estos niños migrantes? En el caso de México, ¿las candidatas ofrecerán una política migratoria integral, capaz de resolver las problemáticas que generan la movilización humana y que tienen que ver con la creciente inseguridad, la falta de oportunidades y la desintegración familiar? Pronto los sabremos…

Mientras tanto, no dejo de pensar en los niños de Puebla que fueron abandonados en la frontera. Quizás ya se reencontraron con sus padres y estén, en el mejor de los casos, comiendo una reconfortante sopa caliente en compañía de mamá. Pero, ahora mismo, otros niños cruzan el desierto sin nada en el estómago y mucho menos la mano de alguno de sus padres en la suya, llevándolos a un lugar seguro, para disfrutar, como merecen todos los menores en el mundo, de una niñez en compañía de su familia.

Analista de temas de migración

Facebook: @Juan Hernandez

Twitter: @JuanHernandezS

Instagram: dr.juanhernandez


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