/ sábado 26 de enero de 2019

Retos y oportunidades de la seguridad energética en México

Mónica Rodríguez Díaz

La seguridad energética se ha consolidado como tema prioritario en la agenda pública. La nueva administración llega con una visión diferente sobre el sector energético, en el que la estrategia contra el robo de combustibles, la crítica y el discurso contra la dependencia de las importaciones de gas natural y gasolinas a Estados Unidos, así como las acciones encaminadas a fortalecer a las Empresas Productivas del Estado – PEMEX y CFE – parecen tener el objetivo de regresar a un modelo anterior, basado principalmente en la explotación del petróleo y la dependencia de los hidrocarburos para lograr la “soberanía energética”, es decir, la capacidad de decidir sobre nuestros recursos energéticos.

Seguir este camino tiene importantes implicaciones y no está exento de grandes retos. Poder decidir sobre nuestros propios recursos es solo una arista de lo que contempla en su totalidad la seguridad energética. En primer lugar, está la capacidad de satisfacer la demanda nacional de energía con suficiencia. En segundo lugar, hacerlo de manera sustentable, que incluye temas de equidad social y mitigación del impacto ambiental. Y, en tercer lugar, satisfacer esta demanda con precios asequibles.

La seguridad energética en México se ha deteriorado en la última década, principalmente debido a la producción insuficiente de hidrocarburos para satisfacer la demanda nacional, que ha llevado a la profundización de la dependencia de las importaciones provenientes de Estados, ocasionando la pérdida de autosuficiencia energética. Por otro lado, el sector eléctrico ha tenido grandes avances que compensan ésta pérdida de seguridad energética, entre los que se encuentran la entrada en operación del Mercado Eléctrico Mayorista. Sin embargo, la dependencia de las importaciones de gas natural para la generación de electricidad continua en aumento, y la diversificación de las fuentes de suministro se encuentra en una etapa inicial.

En cuestiones más técnicas, México no solo debe enfocarse en tener los recursos suficientes, si no en hacerlos llegar a toda la población. Si bien en materia de electricidad el país cuenta con una cobertura de sus redes de transmisión y distribución para aproximadamente el 98% de la población, en materia de hidrocarburos no contamos con una red de ductos lo suficientemente amplia. Existen zonas del país, como la península de Yucatán, que están prácticamente aisladas. Y, en materia de almacenamiento de combustibles, el país cuenta con un promedio de 3 días con casos particulares como el de la Ciudad de México en donde el almacenamiento es de aproximadamente un día. Esta situación pone al país en un ambiente de inseguridad para enfrentar situaciones de emergencia.

Por otra parte, tenemos el factor del contexto geopolítico y la relación bilateral con Estados Unidos. A nivel internacional estamos presenciando nuevamente la caída de los precios del petróleo, a EUA como un importante productor de hidrocarburos debido al boom del fracking, y la activa participación de China en el mercado energético, posicionándose como uno de los líderes en materia de energías renovables. En el tema particular de la relación bilateral, no debemos dejar de lado los intereses comerciales de nuestro vecino del norte, pues México se ha convertido en un importante mercado para la exportación de crudo e hidrocarburos. Además, queda a debate que la nueva administración pueda ver el tema de la seguridad energética no solo hacia el interior del país, sino como una estrategia de integración energética con Norteamérica.

Finalmente, parece pertinente afirmar que no podemos anclar nuevamente la seguridad energética de nuestro país a los hidrocarburos. La innovación y el desarrollo tecnológicos en materia de energías renovables debe ser un factor clave para impulsar fuentes alternativas de generación eléctrica que permitan no solo satisfacer la demanda nacional, sino cooperar a alcanzar las metas internacionales en materia de combate al cambio climático. Estas energías, además, empiezan a ganar terreno en el ámbito de la política internacional, y México cuenta con un alto potencial para desarrollarlas.


Internacionalista y miembro del Programa de Jóvenes del COMEXI

@mony_rdiaz




Mónica Rodríguez Díaz

La seguridad energética se ha consolidado como tema prioritario en la agenda pública. La nueva administración llega con una visión diferente sobre el sector energético, en el que la estrategia contra el robo de combustibles, la crítica y el discurso contra la dependencia de las importaciones de gas natural y gasolinas a Estados Unidos, así como las acciones encaminadas a fortalecer a las Empresas Productivas del Estado – PEMEX y CFE – parecen tener el objetivo de regresar a un modelo anterior, basado principalmente en la explotación del petróleo y la dependencia de los hidrocarburos para lograr la “soberanía energética”, es decir, la capacidad de decidir sobre nuestros recursos energéticos.

Seguir este camino tiene importantes implicaciones y no está exento de grandes retos. Poder decidir sobre nuestros propios recursos es solo una arista de lo que contempla en su totalidad la seguridad energética. En primer lugar, está la capacidad de satisfacer la demanda nacional de energía con suficiencia. En segundo lugar, hacerlo de manera sustentable, que incluye temas de equidad social y mitigación del impacto ambiental. Y, en tercer lugar, satisfacer esta demanda con precios asequibles.

La seguridad energética en México se ha deteriorado en la última década, principalmente debido a la producción insuficiente de hidrocarburos para satisfacer la demanda nacional, que ha llevado a la profundización de la dependencia de las importaciones provenientes de Estados, ocasionando la pérdida de autosuficiencia energética. Por otro lado, el sector eléctrico ha tenido grandes avances que compensan ésta pérdida de seguridad energética, entre los que se encuentran la entrada en operación del Mercado Eléctrico Mayorista. Sin embargo, la dependencia de las importaciones de gas natural para la generación de electricidad continua en aumento, y la diversificación de las fuentes de suministro se encuentra en una etapa inicial.

En cuestiones más técnicas, México no solo debe enfocarse en tener los recursos suficientes, si no en hacerlos llegar a toda la población. Si bien en materia de electricidad el país cuenta con una cobertura de sus redes de transmisión y distribución para aproximadamente el 98% de la población, en materia de hidrocarburos no contamos con una red de ductos lo suficientemente amplia. Existen zonas del país, como la península de Yucatán, que están prácticamente aisladas. Y, en materia de almacenamiento de combustibles, el país cuenta con un promedio de 3 días con casos particulares como el de la Ciudad de México en donde el almacenamiento es de aproximadamente un día. Esta situación pone al país en un ambiente de inseguridad para enfrentar situaciones de emergencia.

Por otra parte, tenemos el factor del contexto geopolítico y la relación bilateral con Estados Unidos. A nivel internacional estamos presenciando nuevamente la caída de los precios del petróleo, a EUA como un importante productor de hidrocarburos debido al boom del fracking, y la activa participación de China en el mercado energético, posicionándose como uno de los líderes en materia de energías renovables. En el tema particular de la relación bilateral, no debemos dejar de lado los intereses comerciales de nuestro vecino del norte, pues México se ha convertido en un importante mercado para la exportación de crudo e hidrocarburos. Además, queda a debate que la nueva administración pueda ver el tema de la seguridad energética no solo hacia el interior del país, sino como una estrategia de integración energética con Norteamérica.

Finalmente, parece pertinente afirmar que no podemos anclar nuevamente la seguridad energética de nuestro país a los hidrocarburos. La innovación y el desarrollo tecnológicos en materia de energías renovables debe ser un factor clave para impulsar fuentes alternativas de generación eléctrica que permitan no solo satisfacer la demanda nacional, sino cooperar a alcanzar las metas internacionales en materia de combate al cambio climático. Estas energías, además, empiezan a ganar terreno en el ámbito de la política internacional, y México cuenta con un alto potencial para desarrollarlas.


Internacionalista y miembro del Programa de Jóvenes del COMEXI

@mony_rdiaz




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