“Adriano”

Redacción El Sol de México

  · miércoles 30 de marzo de 2016

POR ROBERTO RONDERO | El Sol de México

Una época que demuestra el poderío y la cultura del imperio romano se centra en la figura y personalidad de Adriano (Ediciones B, 140 páginas), uno de sus emperadores más conocidos, “el gran emperador romano”, porque aún se conservan múltiples construcciones que mandó edificar, como la Muralla de Adriano, el Panteón y otros más.

Escrito por James Morwood (Theplays of Eurípides), profesor emérito en el Wadham College, en la Universidad de Oxford, “Adriano” es una biografía sencilla, pero como lo hace constar su autor, “espero que en el transcurso de estas páginas surja la huella de un hombre extraordinario cuyo carácter tiene muchas facetas, en ocasiones contradictorias”.

- Intimidades

En su capítulo “Muerte en el Nilo”, College, referencia de Morwood, deja constancia que “Un suceso fundamental –algunos comentaristas modernos dirían que es el suceso fundamental- en la vida del emperador Adriano, ocurrió cuando su joven amante Antínoo, el griego de Bitinia, se ahogó en el Nilo en octubre de 130 d.C. Este trágico hecho ofrece un recuento de varios de los rasgos del carácter de Adriano que serán esenciales en el transcurso de este estudio. Y como estamos tratando con un emperador, no es de sorprender que los aspectos públicos y privados de su persona resulten estar inextricablemente unidos”.

“Las fuentes antiguas recalcan las contradicciones en el carácter de Adriano. Y sin duda alguna, la muerte de Antínoo puede servir como foco de atención sobre su complejidad. El gran constructor y viajero, con su noble pasión por el conocimiento, el digno emperador que fuera el principal defensor de la ilustración griega era, al mismo tiempo, un entusiasta investigador de la magia negra, un descontrolado emocional y, al parecer, un abyecto fracaso como marido. Surgirían aún más contradicciones. De hecho, su imagen es caleidoscópica e, incluso, si nos permite coincidir con la visión de Hamlet acerca de la imposibilidad de arrancar su íntimo misterio a un hombre, espero que este intento por hacerlo con Adriano, por lo menos resulte interesante y esclarecedor”.

Para el autor, “sin importar cuando comenzó Adriano su transición a la edad adulta, será útil observar la primera etapa de este proceso y ver cómo ésta coloca al joven romano en un punto de inflexión crucial. La ceremonia por lo general tenía lugar el 17 de marzo en el festival de Liber, el dios romano de la fertilidad. El chico dejaba la toga praetexta, con su franja púrpura y el amuleto de la niñez (la bula), frente a los dios del hogar y, tras ponerse la toga virilis usada por todos los hombres, procedió hacia el foro de Augusto, donde ocurría la ceremonia de transición”…

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