/ domingo 25 de marzo de 2018

La Pasión, tradición y penitencia

La Semana Santa es un tiempo para la reflexión y el recogimiento, aunque también sirve para resaltar las injusticias

Por Angélica Maldonado | El Sol de San Luis, Pedro Elías | El Sol de Acapulco y Eduardo Torres | Diario del Sur



México espera con ansia cada año Semana Santa. Por la pausa laboral o por devoción religiosa, los mexicanos conmemoran la crucifixión de Jesús con recogimiento y reflexión, perpetuando la tradición, pero también con euforia y relajación en el desahogo de las actividades diarias y el asueto. No obstante, el vía crucis es también usado como símbolo de protesta.

Se reciba de uno u otro modo la fecha, que depende del calendario lunar, la representación de la Pasión de Jesucristo es prioridad.

Tradición

“Aquí la Semana Santa es santa: nada de fiestas ni borracheras; aquí son las visitas a los siete altares, nos guardamos, rezamos y aprovechamos para comer y descansar. Dirán que somos mochos, pero así somos, por eso conservamos nuestras tradiciones”, refiere doña Leonor Mendoza Santiago, de 82 años, imagen de la devoción en San Luis Potosí que vive en esta temporada sus máximos eventos religiosos, encabezados por la Procesión del Silencio, la Pasión Viviente del barrio de San Juan de Guadalupe y la tradicional visita a los siete altares.

“Aquí, en San Luis Potosí, todavía huele a copal, la Semana Santa es el gran momento del año”, refiere doña Leonor mientras sigue cocinando la tradicional capirotada.

De todo México, el pueblo potosino sigue siendo uno de los más conservadores. Vive su religiosidad con intensidad. Se congregan en los templos, las mujeres visten de mantilla y peineta sin dejar de contrastar, por supuesto, con la nueva generación “Sin Dios” y del aquí y el ahora.

Doña Leonor tiene seis hijos y ocho nietos. “Las vacaciones las vivimos en familia aquí en nuestra tierra, mi madre me enseñó a cuidarnos y apapacharnos, y yo cuido y apapacho a mis hijos y nietos, los hago sentir bien para que decidan estar con nosotros. Los jóvenes de ahora son muy inquietos”.

Duelo y alegría a la vez, las calles adoquinadas se llenan de vendimia que hace retroceder el tiempo y olvidar la vorágine del desarrollo industrial. La capital, con sus edificios de cantera rosa, neoclásicos y del barroco, se recogen bajo el domo celestial de un pueblo que se niega a dejar sus tradiciones.

“Nos hace falta mucha Semana Santa en estos tiempos, todo mundo anda muy loco, muchos robos, muchas muertes, mucha violencia”, reflexiona con tristeza doña Leonor.

Efervescencia

Sin importar el estado de la sociedad, la población sale a las calles en esta temporada. En Guerrero, afectado por la violencia, asisten con devoción a las representaciones.

En Taxco de Alarcón se realizan ceremonias como los encruzados, que cargan los rollos de espinas; los flagelantes que se golpean la espalda con un instrumento llamado disciplina; y los encorvados, encapuchados que avanzan agachados con cruces de madera, así como las animas, mujeres encapuchadas de negro con cadenas en los pies.

Estas representaciones se preparan con meses de anticipación y la mayoría de los participantes lo hacen por mandas o promesas para que sane su vida, los ayude a corregir los errores que han cometido y muchos otros con el objetivo de agradecer algún favor que consideran fue concedido por Dios.

Durante las representaciones muchos de los actores reciben los golpes de manera real, los azotes que Jesús recibió, así como los latigazos que dieron los soldados romanos durante el trayecto y las tres caídas antes de ser crucificado, todo para sanar sus culpas.

Protesta

Pero México también es escenario de la pasión ajena convertida en protesta. Cientos de migrantes originarios del Triángulo del Norte (Guatemala-Honduras- El Salvador) han iniciado el éxodo desde sus países de origen y atraviesan nuestro país durante esta época.

Los mil extranjeros, aproximadamente, parten hoy desde la frontera sur hacia el centro del país en un vía crucis que efectuarán para exigir respeto a sus derechos humanos, exponerle a la sociedad internacional las condiciones de violencia que prevalecen en sus naciones y solicitar ayuda, refugio y asilo a las autoridades mexicanas y estadounidenses.

Para activistas, la representación con la temática del fenómeno migratorio es una de las cruces más difíciles de cargar, pues no hay condiciones de vida ni oportunidades laborales para miles de familia que están a la deriva, sin un hogar ni futuro para los niños que han tenido que abandonar su país.

Por Angélica Maldonado | El Sol de San Luis, Pedro Elías | El Sol de Acapulco y Eduardo Torres | Diario del Sur



México espera con ansia cada año Semana Santa. Por la pausa laboral o por devoción religiosa, los mexicanos conmemoran la crucifixión de Jesús con recogimiento y reflexión, perpetuando la tradición, pero también con euforia y relajación en el desahogo de las actividades diarias y el asueto. No obstante, el vía crucis es también usado como símbolo de protesta.

Se reciba de uno u otro modo la fecha, que depende del calendario lunar, la representación de la Pasión de Jesucristo es prioridad.

Tradición

“Aquí la Semana Santa es santa: nada de fiestas ni borracheras; aquí son las visitas a los siete altares, nos guardamos, rezamos y aprovechamos para comer y descansar. Dirán que somos mochos, pero así somos, por eso conservamos nuestras tradiciones”, refiere doña Leonor Mendoza Santiago, de 82 años, imagen de la devoción en San Luis Potosí que vive en esta temporada sus máximos eventos religiosos, encabezados por la Procesión del Silencio, la Pasión Viviente del barrio de San Juan de Guadalupe y la tradicional visita a los siete altares.

“Aquí, en San Luis Potosí, todavía huele a copal, la Semana Santa es el gran momento del año”, refiere doña Leonor mientras sigue cocinando la tradicional capirotada.

De todo México, el pueblo potosino sigue siendo uno de los más conservadores. Vive su religiosidad con intensidad. Se congregan en los templos, las mujeres visten de mantilla y peineta sin dejar de contrastar, por supuesto, con la nueva generación “Sin Dios” y del aquí y el ahora.

Doña Leonor tiene seis hijos y ocho nietos. “Las vacaciones las vivimos en familia aquí en nuestra tierra, mi madre me enseñó a cuidarnos y apapacharnos, y yo cuido y apapacho a mis hijos y nietos, los hago sentir bien para que decidan estar con nosotros. Los jóvenes de ahora son muy inquietos”.

Duelo y alegría a la vez, las calles adoquinadas se llenan de vendimia que hace retroceder el tiempo y olvidar la vorágine del desarrollo industrial. La capital, con sus edificios de cantera rosa, neoclásicos y del barroco, se recogen bajo el domo celestial de un pueblo que se niega a dejar sus tradiciones.

“Nos hace falta mucha Semana Santa en estos tiempos, todo mundo anda muy loco, muchos robos, muchas muertes, mucha violencia”, reflexiona con tristeza doña Leonor.

Efervescencia

Sin importar el estado de la sociedad, la población sale a las calles en esta temporada. En Guerrero, afectado por la violencia, asisten con devoción a las representaciones.

En Taxco de Alarcón se realizan ceremonias como los encruzados, que cargan los rollos de espinas; los flagelantes que se golpean la espalda con un instrumento llamado disciplina; y los encorvados, encapuchados que avanzan agachados con cruces de madera, así como las animas, mujeres encapuchadas de negro con cadenas en los pies.

Estas representaciones se preparan con meses de anticipación y la mayoría de los participantes lo hacen por mandas o promesas para que sane su vida, los ayude a corregir los errores que han cometido y muchos otros con el objetivo de agradecer algún favor que consideran fue concedido por Dios.

Durante las representaciones muchos de los actores reciben los golpes de manera real, los azotes que Jesús recibió, así como los latigazos que dieron los soldados romanos durante el trayecto y las tres caídas antes de ser crucificado, todo para sanar sus culpas.

Protesta

Pero México también es escenario de la pasión ajena convertida en protesta. Cientos de migrantes originarios del Triángulo del Norte (Guatemala-Honduras- El Salvador) han iniciado el éxodo desde sus países de origen y atraviesan nuestro país durante esta época.

Los mil extranjeros, aproximadamente, parten hoy desde la frontera sur hacia el centro del país en un vía crucis que efectuarán para exigir respeto a sus derechos humanos, exponerle a la sociedad internacional las condiciones de violencia que prevalecen en sus naciones y solicitar ayuda, refugio y asilo a las autoridades mexicanas y estadounidenses.

Para activistas, la representación con la temática del fenómeno migratorio es una de las cruces más difíciles de cargar, pues no hay condiciones de vida ni oportunidades laborales para miles de familia que están a la deriva, sin un hogar ni futuro para los niños que han tenido que abandonar su país.

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