/ domingo 31 de marzo de 2019

En la Mira | El Fotoperiodismo en Espiral Crítica

El fotógrafo debe ser pasional al momento de tomar sus imágenes, pero los editores debemos ser fríos y altamente responsables frente a la selección final

Twitter: @MxUlysses

Facebook: Ulises Castellanos

Editar es jerarquizar, y editar fotografía informativa para medios impresos es destacar lo periodístico sobre lo redundante. El fotógrafo debe ser pasional al momento de tomar sus imágenes, pero los editores debemos ser fríos y altamente responsables frente a la selección final.

En marzo de 1999 me estrené como editor de fotografía en la revista Proceso. Durante siete años fui el responsable de la imagen y su puesta en página mientras editábamos el semanario de México y buscábamos la mejor imagen de portada para cada domingo. Fueron años de enorme aprendizaje.

Han pasado 20 años desde aquella primer oportunidad y en las últimas dos décadas, tuve el privilegio de editar un número especial de Paris Match en 2006 sobre México, para después encargarme de los equipos de fotografía y edición en los diarios El Centro, Excélsior y recientemente en El Universal.

Ser editor, es mucho más complejo que solo ser jefe. Se trata de reforzar un proyecto periodístico, buscar que la fotografía sea protagonista de su momento, se trata de buscar el desarrollo profesional de nuestra gente, eliminar malas prácticas y siempre defender sus intereses por encima de toda presión que recibe el área de foto.

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A lo largo de estas dos décadas, he trabajado con más de 50 fotoperiodistas a mi cargo en las diferentes redacciones referidas; en los años de Proceso, adicionalmente a nuestras responsabilidades, editamos un calendario anual para suscriptores con las mejores fotos del año de aquel entonces, (creo que todavía lo hacen) realizamos una decena de exposiciones por todo el país, arrancando justo en 1999 con una muestra de fotografía en el Centro de la Imagen y fundamos la agencia Procesofoto.com.

En el diario El Centro, además de darle prioridad a los reportajes gráficos, editamos a lo largo de un año un suplemento semanal de ocho páginas dedicado solo a la fotografía documental, suplemento que hasta la fecha es el último en su tipo en los medios nacionales y por donde desfilaron más de 50 fotógrafos documentalistas.

En Excélsior, teníamos una página semanal que se llamaba Ojo por Ojo, y en el 2009 me tocó representar al diario en Madrid con mis colegas editores de foto del diario El País, El Mundo, El Clarín y Folha de Sao Paulo.

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Para 2010, salió al público mi segundo libro sobre el tema de la edición de foto, editado por la Universidad Iberoamericana, para después dirigir la Fundación Pedro Meyer en los años de 20011 y 2012; más adelante me incorporé como columnista en El Universal mientras capacitábamos a los fotógrafos de allá y mejoramos sus salarios y equipos de aquel entonces para 2015.

El año pasado terminé mi responsabilidad en el “Gran diario de México” como responsable de fotografía y video de aquel periódico, en donde trabajé con estupendos colegas que en su mayoría hoy están ya fuera del diario.

En 2015 editamos el libro sobre los 30 años del terremoto de 1985 convocando a una docena de fotógrafos que documentamos aquel sismo. Y en ese mismo año salió de la imprenta el primer libro dedicado exclusivamente a la edición de fotografía informativa que nos patrocinó la Universidad Panamericana.

A lo largo de estos 20 años, he tenido el privilegio de contar con la confianza y el apoyo de directivos preocupados por la imagen y que en buena medida hicieron todo por apoyar a la fotografía de prensa para competir con fuerza en un mercado cada vez más crítico en circulación y constante cambio.

Sin embargo, el fotoperiodismo vive hoy una espiral crítica de pérdida de presupuesto y espacios derivado del embate de las redes sociales y el nuevo hábito de los consumidores actuales, que buscan gratuidad en el consumo de información y que hoy no quieren pagar por nada.

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En este contexto -que no es exclusivo de México- han sido despedidos decenas de colegas de distintas redacciones: Grupo Expansión, La Jornada, Milenio, Reforma, Excélsior y El Universal entre muchos otros que han reestructurado sus redacciones eliminando puestos y/o abaratando el trabajo.

Al mismo tiempo, en los medios nativos digitales, la situación no es mejor, enfocado al video, no contratan fotógrafos, más bien habilitan becarios para hacer video, foto, memes o lo que sea para mantenerse en redes.

Y por si esto fuera poco, hace más de una década que el fotoperiodismo y sus profesionales están fuera del circuito cultural que representa primordialmente el Centro de la Imagen y otros museos o galerías. Son contados los espacios que mantienen visible la buena fotografía en nuestro país, ahí está el diario El País en México, y algunas universidades como la Panamericana que sigue manteniendo la clase de fotoperiodismo en sus aulas.

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Así las cosas, no parece un buen momento para “ser” fotoperiodista o dedicarse a la imagen informativa en ninguna plataforma contemporánea. La gratuidad y falta de calidad en los medios se impone al costo de tener buenos profesionales en esta área. Además el usuario no exige calidad, sino cantidad.

Así pues, como lo señaló Francisco Mata hace poco, hoy en día parece que se necesitan más y mejores editores de foto en las redacciones, que productores de imagen, la oferta se volvió abrumadora y barata.

Muchos de los colegas de hoy, se dedican al video, trabajan en agencias internacionales o se han diversificado en la industria; otros han abandonado la fotografía periodística para hacer sociales o publicidad, donde aún queda algo de dinero. Y otros de plano han abandonado incluso el quehacer fotográfico por completo.

Me atrevo a señalar que a lo largo de estos últimos 10 años, la fotografía periodística ha perdido relevancia entre el consumidor mientras reduce su tiempo de contemplación a una fracción de segundo en su dispositivo móvil. Todo lo anterior, sin tomar en cuenta que el usuario de ahora, tiene a su disposición infinidad de fuentes para ver imagen fija o en video. El reto es seducir al usuario con imagen de calidad para retenerlo en nuestro territorio.

Ojalá pronto se supere este momento crítico y los medios reconozcan que invertir en fotografía e imagen de calidad, los vuelve más atractivos y competitivos frente a los que han decidido renunciar a la fotografía profesional. De lo contrario, todos perdemos.

Twitter: @MxUlysses

Facebook: Ulises Castellanos

Editar es jerarquizar, y editar fotografía informativa para medios impresos es destacar lo periodístico sobre lo redundante. El fotógrafo debe ser pasional al momento de tomar sus imágenes, pero los editores debemos ser fríos y altamente responsables frente a la selección final.

En marzo de 1999 me estrené como editor de fotografía en la revista Proceso. Durante siete años fui el responsable de la imagen y su puesta en página mientras editábamos el semanario de México y buscábamos la mejor imagen de portada para cada domingo. Fueron años de enorme aprendizaje.

Han pasado 20 años desde aquella primer oportunidad y en las últimas dos décadas, tuve el privilegio de editar un número especial de Paris Match en 2006 sobre México, para después encargarme de los equipos de fotografía y edición en los diarios El Centro, Excélsior y recientemente en El Universal.

Ser editor, es mucho más complejo que solo ser jefe. Se trata de reforzar un proyecto periodístico, buscar que la fotografía sea protagonista de su momento, se trata de buscar el desarrollo profesional de nuestra gente, eliminar malas prácticas y siempre defender sus intereses por encima de toda presión que recibe el área de foto.

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A lo largo de estas dos décadas, he trabajado con más de 50 fotoperiodistas a mi cargo en las diferentes redacciones referidas; en los años de Proceso, adicionalmente a nuestras responsabilidades, editamos un calendario anual para suscriptores con las mejores fotos del año de aquel entonces, (creo que todavía lo hacen) realizamos una decena de exposiciones por todo el país, arrancando justo en 1999 con una muestra de fotografía en el Centro de la Imagen y fundamos la agencia Procesofoto.com.

En el diario El Centro, además de darle prioridad a los reportajes gráficos, editamos a lo largo de un año un suplemento semanal de ocho páginas dedicado solo a la fotografía documental, suplemento que hasta la fecha es el último en su tipo en los medios nacionales y por donde desfilaron más de 50 fotógrafos documentalistas.

En Excélsior, teníamos una página semanal que se llamaba Ojo por Ojo, y en el 2009 me tocó representar al diario en Madrid con mis colegas editores de foto del diario El País, El Mundo, El Clarín y Folha de Sao Paulo.

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Para 2010, salió al público mi segundo libro sobre el tema de la edición de foto, editado por la Universidad Iberoamericana, para después dirigir la Fundación Pedro Meyer en los años de 20011 y 2012; más adelante me incorporé como columnista en El Universal mientras capacitábamos a los fotógrafos de allá y mejoramos sus salarios y equipos de aquel entonces para 2015.

El año pasado terminé mi responsabilidad en el “Gran diario de México” como responsable de fotografía y video de aquel periódico, en donde trabajé con estupendos colegas que en su mayoría hoy están ya fuera del diario.

En 2015 editamos el libro sobre los 30 años del terremoto de 1985 convocando a una docena de fotógrafos que documentamos aquel sismo. Y en ese mismo año salió de la imprenta el primer libro dedicado exclusivamente a la edición de fotografía informativa que nos patrocinó la Universidad Panamericana.

A lo largo de estos 20 años, he tenido el privilegio de contar con la confianza y el apoyo de directivos preocupados por la imagen y que en buena medida hicieron todo por apoyar a la fotografía de prensa para competir con fuerza en un mercado cada vez más crítico en circulación y constante cambio.

Sin embargo, el fotoperiodismo vive hoy una espiral crítica de pérdida de presupuesto y espacios derivado del embate de las redes sociales y el nuevo hábito de los consumidores actuales, que buscan gratuidad en el consumo de información y que hoy no quieren pagar por nada.

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En este contexto -que no es exclusivo de México- han sido despedidos decenas de colegas de distintas redacciones: Grupo Expansión, La Jornada, Milenio, Reforma, Excélsior y El Universal entre muchos otros que han reestructurado sus redacciones eliminando puestos y/o abaratando el trabajo.

Al mismo tiempo, en los medios nativos digitales, la situación no es mejor, enfocado al video, no contratan fotógrafos, más bien habilitan becarios para hacer video, foto, memes o lo que sea para mantenerse en redes.

Y por si esto fuera poco, hace más de una década que el fotoperiodismo y sus profesionales están fuera del circuito cultural que representa primordialmente el Centro de la Imagen y otros museos o galerías. Son contados los espacios que mantienen visible la buena fotografía en nuestro país, ahí está el diario El País en México, y algunas universidades como la Panamericana que sigue manteniendo la clase de fotoperiodismo en sus aulas.

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Así las cosas, no parece un buen momento para “ser” fotoperiodista o dedicarse a la imagen informativa en ninguna plataforma contemporánea. La gratuidad y falta de calidad en los medios se impone al costo de tener buenos profesionales en esta área. Además el usuario no exige calidad, sino cantidad.

Así pues, como lo señaló Francisco Mata hace poco, hoy en día parece que se necesitan más y mejores editores de foto en las redacciones, que productores de imagen, la oferta se volvió abrumadora y barata.

Muchos de los colegas de hoy, se dedican al video, trabajan en agencias internacionales o se han diversificado en la industria; otros han abandonado la fotografía periodística para hacer sociales o publicidad, donde aún queda algo de dinero. Y otros de plano han abandonado incluso el quehacer fotográfico por completo.

Me atrevo a señalar que a lo largo de estos últimos 10 años, la fotografía periodística ha perdido relevancia entre el consumidor mientras reduce su tiempo de contemplación a una fracción de segundo en su dispositivo móvil. Todo lo anterior, sin tomar en cuenta que el usuario de ahora, tiene a su disposición infinidad de fuentes para ver imagen fija o en video. El reto es seducir al usuario con imagen de calidad para retenerlo en nuestro territorio.

Ojalá pronto se supere este momento crítico y los medios reconozcan que invertir en fotografía e imagen de calidad, los vuelve más atractivos y competitivos frente a los que han decidido renunciar a la fotografía profesional. De lo contrario, todos perdemos.

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