Cada año, a medida que el frío del invierno se instala, una tradición mágica se despierta en los hogares de todo el mundo: la colocación de las botas navideñas en la víspera del 5 de diciembre, en honor a San Nicolás. Este acto sencillo esconde una rica historia que se remonta a la figura histórica de Nicolás de Myra, un obispo que vivió entre finales del siglo III y mediados del siglo IV.
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Más allá de la barba blanca y el abrigo rojo
San Nicolás, cuyos actos benevolentes y generosos han perdurado a lo largo de los siglos, es recordado por gestos que van desde la entrega de dotes para salvar a jóvenes de la prostitución hasta la salvación de inocentes de la ejecución. Su vida devota y caritativa lo convirtió en un santo querido, y su figura trascendió fronteras religiosas y divisiones, siendo venerado por católicos, ortodoxos y protestantes.
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Carol Myers del St. Nicholas Center destaca que San Nicolás "ayuda a centrarse más en dar que en recibir, más en la compasión que en el consumo". Es un puente entre lo religioso y lo secular, amado por niños de todas partes, que lo llaman Santa Claus.
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Botas en la puerta
La tradición de colocar botas en la puerta el 5 de diciembre tiene sus raíces en Alemania, donde los niños las dejan ansiosos por encontrarlas llenas de chocolate, dulces e incluso un poco de dinero al despertar al día siguiente. Esta costumbre, inspirada por San Nicolás, ha cruzado fronteras y se ha fusionado con otras tradiciones, como colgar medias en Nochebuena.
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"Cuando mis hijos eran pequeños, quería que supieran que había una persona de fe detrás de Papá Noel. Entonces, el Día de San Nicolás fue el momento perfecto para hablar de San Nicolás", comparte Myers para la DW. La tradición, llena de toques locales, ha perdurado, conectando generaciones y difundiendo la alegría de este personaje.
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Fronteras religiosas
Aunque algunas figuras históricas pierden relevancia con el tiempo, San Nicolás se mantiene como un ícono universal. A diferencia de otros santos, su popularidad trasciende lo religioso, siendo celebrado tanto por creyentes como por no creyentes. Su historia y sus gestos altruistas continúan inspirando tradiciones navideñas en todo el mundo.
Adam English, autor de El santo que sería Santa Claus, destaca la capacidad de San Nicolás para unir a la gente a través de risas y alegría. "Nos hace bien reírnos, ser un poco tontos y ridículos, y hasta un poco infantiles. Por eso necesitamos un modelo: San Nicolás nos proporciona una guía, un modelo y un ejemplo de alguien que sabe reír, es alegre y puede divertirse con los niños", comenta English.
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