/ sábado 11 de diciembre de 2021

De visita con la Virgen

Personalidades y políticos de todas las tendencias acuden a la Basílica de Guadalupe, algunos con fe, otros por curiosidad y unos más en busca de publicidad. Aquí unos pocos ejemplos

Todo mexicano ha elevado sus plegarias –aunque sea por una vez- a la Virgen de Guadalupe, ya sea un ferviente devoto o no, haya sido con toda su fe o en tono de broma, pero todos, de manera consciente o no, sabemos que la Morenita del Tepeyac es “la madre de todos los mexicanos”, bajo cuya misericordia y protección subsiste el pueblo de México.

Feligreses festejaron a la Virgen de Guadalupe desde sus casas debido a que la Basílica fue cerrada del 10 al 13 de diciembre para evitar contagios de Covid-19. Foto: Omar Flores | El Sol de México

En 1821, Agustín de Iturbide, en su condición de gobernante del Valle de Anáhuac, acudió al cerro del Tepeyac y en compañía de los principales líderes del Ejército Trigarante, la declaró Patrona de la Nación. Desde ese momento, se amalgamó con la sociedad de la Nueva España y se volvió un mediador simbólico para indígenas, criollos y mestizos, quienes se unificaron en una devoción compartida.

➡️ Presidentes de México | De católicos de clóset a cristianos por conveniencia

Así, desde la Colonia hasta el México moderno, el culto a la Virgen de Guadalupe transita de manera fervorosa a través de la historia de nuestro país.

Por ello, líderes mundiales de todos los ámbitos se han dado cita en el templo guadalupano para vivir en persona la experiencia y el fenómeno religioso más importante para los católicos de nuestro país.

JFK Y JACKIE

A finales de junio y principios de julio de 1962, durante el sexenio de Adolfo López Mateos, el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, y su esposa Jackie, realizaron una visita al Distrito Federal.

El 1 de julio por la tarde, los Kennedy visitaron la Basílica de Guadalupe, hoy Templo Expiatorio de Cristo Rey. Allí, Jackie ofrendó un ramo de rosas rojas a la Virgen de Guadalupe para demostrar su fe católica.

Sin embargo, eran tiempos difíciles, la sombra del comunismo se extendía por el orbe y la tensión por la Guerra Fría mantenía en vilo el mundo. Se dice más bien que la visita se debió a motivos políticos.

Además, debido a la presión que ejercía el gobierno estadounidense para erradicar el comunismo de América, se había suscitado un incidente: en enero de 1962, cuando se votó por la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA), México votó en contra, lo cual causó malestar y preocupación en el gobierno de Estados Unidos, y, como consecuencia, se consideraba un factor importante para contribuir a restaurar la confianza de los inversionistas extranjeros que un año antes había estado a la baja.

La visita no sólo se sostenía por el mero hecho religioso, sino que tuvo diferentes aristas, una de ellas, la de dar por terminadas las fricciones por el “problema” cubano y, por otra parte, demostrar que se tenía el aval de Washington.

El día que el matrimonio Kennedy llegó a la Ciudad de México, el entonces secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz, así como el regente del Distrito Federal, Ernesto P. Uruchurtu, publicaron en todos los periódicos de la capital una invitación para que el pueblo mexicano se uniera a la recepción.

De tal suerte que organismos como la CTM anunciaron que se había organizado una valla de 14 kilómetros, desde el aeropuerto hasta Reforma. Según consta en algunas crónicas periodísticas, más de un millón de asistentes le dieron la bienvenida al mandatario.

La pareja estadounidense eligió visitar el templo del Tepeyac durante el último día de su estancia en México, pues así tendrían tiempo para estar en la Basílica y presentar sus respetos a la Virgencita sin que otro compromiso posterior se interpusiera, salvo su partida.

Fue el arzobispo primado de México, monseñor Darío Miranda, quien los recibió y, durante la misa, pidió: “que esta visita contribuya a estrechar los lazos entre nuestros pueblos y a consolidar las relaciones fraternales que nos unen... Con esta intención celebramos la Santa Misa en la Basílica de Guadalupe... el 1° de julio... en presencia del presidente Kennedy”.

Al finalizar la celebración eucarística, se hincaron a los pies de la Virgen de Guadalupe y fue entonces que Jackie Kennedy ofrendó el ramo de rosas rojas que aún se conserva en el museo de la Basílica.

BIDEN, GUADALUPANO

En el año 2012, el entonces vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, en gira por nuestro país no desaprovechó la ocasión para visitar la sede guadalupana, aunque el principal motivo de su estancia era abordar temas referentes al combate contra el crimen organizado.

En aquellas fechas, estaban en puerta las elecciones presidenciales, en las que contendían Josefina Vázquez Mota, Andrés Manuel López Obrador y Enrique Peña Nieto.

Biden nunca ha ocultado que profesa la religión católica, aunque lo que llamó la atención fue que, como muchos mexicanos, él también dijo sentir un gran amor por la Virgen morena.

Durante su estancia en México, el 5 de marzo de 2012 y con un fuerte operativo de seguridad, llegó al templo mariano, donde el rector de la Basílica, Eugenio Glennier, le dio un recorrido que incluyó una visita a la Antigua Parroquia de Los Indios, así como por la Nueva Basílica.

El vicepresidente de EU recordó una anécdota que contó a los reporteros que presenciaron la visita sobre su devoción por la Virgen: “Mi madre era una fiel devota de la Santísima Virgen y les enseñó a todos sus hijos, nietos y bisnietos que se debe buscar la intercesión de la Santísima Virgen cuando se ora con Dios”.

Aunque estuvo pocos días, su presencia dejó un grato recuerdo en el pueblo mexicano, que poco o nada supo de aquella visita fugaz, donde además registró en el libro de visitas que él “era un fiel devoto de la Guadalupana y que amaba a México, así como respetaba la fe del pueblo mexicano”, según reportó una publicación en marzo del 2012.

Joe Biden denominó el bello y esplendoroso lugar religioso como un “inmenso tesoro” y, lo más destacado que declaró fue acaso “que hubiera venido a la Ciudad de México, aunque fuese sólo para ver la Basílica”. Aquella no fue la única vez que ha visitado el templo, pues al menos lo ha hecho en otras cuatro ocasiones.

TRES DE CINCO CON JUAN PABLO II

En 1978, la Conferencia Episcopal Latinoamericana envió una invitación al papa Juan Pablo II para que se reuniera con ellos al año siguiente en la ciudad de Puebla, el santo padre aceptó, pero había un inconveniente, en esos años México y el Vaticano no sostenían relaciones diplomáticas, por lo que faltaba la aprobación del presidente José López Portillo.

Por ello, Juan Pablo II envió una carta al mandatario mexicano explicándole que le agradaba la idea de acudir a nuestro país, pero “que se sentiría más cómodo si él –como presidente- daba su aprobación”, la respuesta de López Portillo fue muy escueta y se limitó a contestar que no había problema, sería bienvenido en suelo azteca.

Los consejeros del Papa lo exhortaban a no realizar dicho viaje, en realidad desconocían por completo cómo sería recibido por la sociedad mexicana. Su séquito trató de convencerlo de sólo acudir a la ciudad de Puebla para reunirse con los obispos latinoamericanos, pero las autoridades eclesiásticas mexicanas ya habían extendido su invitación para que pasara por la Ciudad de México, a lo cual, Juan Pablo II aceptó de inmediato, pese a la incertidumbre.

Minutos después de las dos de la tarde del 26 de enero de 1979, el avión que trasladaba al Papa Juan Pablo II aterrizó en el Hangar de Comunicaciones del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, proveniente de Santo Domingo, República Dominicana.

A pesar de no ser una visita oficial de Estado, el presidente José López Portillo junto con su esposa e hijos, se dieron cita en el lugar para recibirlo. En cuanto apareció el Sumo Pontífice a través de las puertas de la aeronave, éste levantó su mano derecha para saludar al pueblo de México. Cuando terminó de descender, se arrodilló y besó por vez primera el suelo mexicano.

Al no ser una reunión formal de Estado, el encuentro entre López Portillo con el Papa fue muy breve; el mandatario se limitó a recibirlo y le deseó una feliz y cómoda estancia en nuestro país.

El 27 de enero, Juan Pablo II y su comitiva estuvieron en la Basílica de Guadalupe, el Papa se arrodilló frente a virgen y oró varios minutos en silencio, luego ofició una misa.

Pasaron once años para una nueva visita de Juan Pablo II a México. Se dio bajo el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, quien lo invitó formalmente. Fue una gira intensa que en ocho días (del 6 al 13 de mayo de 1990) acudió a 13 estados del país. Por supuesto que también acudió a la Basílica de Guadalupe, para visitar otra vez “a la madre de todos los mexicanos”, donde beatificó al indígena chichimeca Juan Diego Cuauhtlatoatzin, quien, según la tradición católica, presenció en 1531 la aparición de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac.

En su paso por México por tercera y cuarta vez, el itinerario de Juan Pablo II no contempló visitas a la Basílica de Guadalupe, éstas se dieron en agosto del 93 y enero del 99, respectivamente.

El 30 de junio del 2002 se dio la quinta y última visita de Juan Pablo II a nuestro país, en esta ocasión si fue recibido como jefe de Estado por el presidente Vicente Fox Quezada; y también por última vez acudió al recinto sagrado para elevar a la santidad al beato Juan Diego Cuauhtlatoatzin

JOHN McCAIN, CANDIDATO PRESIDENCIAL

Uno de los personajes políticos más destacados de Estados Unidos que pisó la Basílica de Guadalupe fue el candidato republicano John McCain. En plena batalla electoral, el 2 de julio del 2008, el político estadounidense realizó una visita a México para reunirse con el presidente Felipe Calderón.

No obstante, antes de acudir a Los Pinos, John McCain decidió conocer uno de los iconos de la cultura mexicana: La Virgen de Guadalupe.

Aquella mañana, McCain arribó a las 7:55 al templo mariano, junto con su esposa Cindy, el embajador de Estados Unidos en México, Tony Garza, y Jeb Bush, exgobernador de Florida y hermano del expresidente George W. Bush. Ahí, monseñor Diego Monroy Ponce los acompañó por todo el recorrido y explicó “el milagro guadalupano”.

Durante la visita, McCain pudo apreciar la principal imagen de la Virgen de Guadalupe por varios minutos, después pasó por la zona de capillas y concluyó su recorrido en el balcón papal, donde pudo apreciar la explanada de la Basílica, el antiguo templo guadalupano y el cerro del Tepeyac.

Pocos minutos después de las nueve de la mañana, el candidato republicano se retiró del máximo santuario guadalupano, escoltado por elementos del Servicio Secreto estadounidense.

HILLARY CLINTON, TAMBIÉN

El 26 de marzo de 2009, Hillary Clinton entonces secretaria de Estado de EU, también visitó el templo mariano, donde la esperaba el rector Diego Monroy.

Escoltada por elementos del Servicio Secreto norteamericano y del Estado Mayor Presidencial, la funcionaria estadounidense subió al estrado y contempló de cerca la imagen de la Virgen de Guadalupe. Allí preguntó a Monroy: -¿Quién pintó el lienzo? Monroy contestó: -Fue un acto de Dios. Y le explicó sobre la aparición de la Virgen a Juan Diego, en el cerro del Tepeyac.

Clinton quedó fascinada por la historia del “milagro guadalupano” y por la extraordinaria conservación del lienzo. Después, dedicó una breve oración, ofrendó un ramo de rosas blancas y encendió una veladora verde. Mientras esto pasaba, las actividades del templo trascurrieron de manera normal, sin interrumpirse por la visita de la funcionaria.

Por ello, Clinton pudo escuchar los cánticos del coro y el murmullo de las oraciones de los feligreses que en ese momento se encontraban en la Basílica. Antes de culminar su visita, escribió en el Libro de Visitantes Distinguidos: “Que esta hermosa Basílica, dedicada a la madre de Cristo, continúe inspirando esperanza, fe y armonía entre todos los pueblos de América”.

La última impresión que compartió Hillary Clinton con el prelado Diego Monroy fue que se iba comprendiendo más sobre la fe de los mexicanos y “sobre lo que somos en América”.

ALBERTO FERNÁNDEZ PIDIÓ AYUDA PARA ARGENTINA

En su primera gira como presidente electo de Argentina, Alberto Fernández visitó México. Fue la mañana del domingo 3 de noviembre del 2019, cuando el mandatario y su esposa Fabiola Yáñez eligieron a la Basílica de Guadalupe como el primer lugar al que quisieron acudir.

Ahí los recibieron monseñor Juan Raymundo Maya Paz, sacristán mayor de la Basílica, y su rector, Salvador Martínez Ávila, quienes los guiaron por su recorrido, el cual duró cerca de una hora.

“Le pedí que nos ayude en Argentina y conduzca a mi gobierno por buen camino”, declaró a los medios, Alberto Fernández, al salir del santuario.

Los prelados obsequiaron al mandatario un libro sobre la historia de la Basílica de Guadalupe y a su esposa, un ramo de flores. En el Libro de los Visitantes Distinguidos Fernández escribió: “Una inmensa alegría de poder visitar y encomendar a la sagrada Virgen de Guadalupe el destino de nuestra querida patria, Argentina, y de todos los pueblos de Latinoamérica”.


Todo mexicano ha elevado sus plegarias –aunque sea por una vez- a la Virgen de Guadalupe, ya sea un ferviente devoto o no, haya sido con toda su fe o en tono de broma, pero todos, de manera consciente o no, sabemos que la Morenita del Tepeyac es “la madre de todos los mexicanos”, bajo cuya misericordia y protección subsiste el pueblo de México.

Feligreses festejaron a la Virgen de Guadalupe desde sus casas debido a que la Basílica fue cerrada del 10 al 13 de diciembre para evitar contagios de Covid-19. Foto: Omar Flores | El Sol de México

En 1821, Agustín de Iturbide, en su condición de gobernante del Valle de Anáhuac, acudió al cerro del Tepeyac y en compañía de los principales líderes del Ejército Trigarante, la declaró Patrona de la Nación. Desde ese momento, se amalgamó con la sociedad de la Nueva España y se volvió un mediador simbólico para indígenas, criollos y mestizos, quienes se unificaron en una devoción compartida.

➡️ Presidentes de México | De católicos de clóset a cristianos por conveniencia

Así, desde la Colonia hasta el México moderno, el culto a la Virgen de Guadalupe transita de manera fervorosa a través de la historia de nuestro país.

Por ello, líderes mundiales de todos los ámbitos se han dado cita en el templo guadalupano para vivir en persona la experiencia y el fenómeno religioso más importante para los católicos de nuestro país.

JFK Y JACKIE

A finales de junio y principios de julio de 1962, durante el sexenio de Adolfo López Mateos, el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, y su esposa Jackie, realizaron una visita al Distrito Federal.

El 1 de julio por la tarde, los Kennedy visitaron la Basílica de Guadalupe, hoy Templo Expiatorio de Cristo Rey. Allí, Jackie ofrendó un ramo de rosas rojas a la Virgen de Guadalupe para demostrar su fe católica.

Sin embargo, eran tiempos difíciles, la sombra del comunismo se extendía por el orbe y la tensión por la Guerra Fría mantenía en vilo el mundo. Se dice más bien que la visita se debió a motivos políticos.

Además, debido a la presión que ejercía el gobierno estadounidense para erradicar el comunismo de América, se había suscitado un incidente: en enero de 1962, cuando se votó por la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA), México votó en contra, lo cual causó malestar y preocupación en el gobierno de Estados Unidos, y, como consecuencia, se consideraba un factor importante para contribuir a restaurar la confianza de los inversionistas extranjeros que un año antes había estado a la baja.

La visita no sólo se sostenía por el mero hecho religioso, sino que tuvo diferentes aristas, una de ellas, la de dar por terminadas las fricciones por el “problema” cubano y, por otra parte, demostrar que se tenía el aval de Washington.

El día que el matrimonio Kennedy llegó a la Ciudad de México, el entonces secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz, así como el regente del Distrito Federal, Ernesto P. Uruchurtu, publicaron en todos los periódicos de la capital una invitación para que el pueblo mexicano se uniera a la recepción.

De tal suerte que organismos como la CTM anunciaron que se había organizado una valla de 14 kilómetros, desde el aeropuerto hasta Reforma. Según consta en algunas crónicas periodísticas, más de un millón de asistentes le dieron la bienvenida al mandatario.

La pareja estadounidense eligió visitar el templo del Tepeyac durante el último día de su estancia en México, pues así tendrían tiempo para estar en la Basílica y presentar sus respetos a la Virgencita sin que otro compromiso posterior se interpusiera, salvo su partida.

Fue el arzobispo primado de México, monseñor Darío Miranda, quien los recibió y, durante la misa, pidió: “que esta visita contribuya a estrechar los lazos entre nuestros pueblos y a consolidar las relaciones fraternales que nos unen... Con esta intención celebramos la Santa Misa en la Basílica de Guadalupe... el 1° de julio... en presencia del presidente Kennedy”.

Al finalizar la celebración eucarística, se hincaron a los pies de la Virgen de Guadalupe y fue entonces que Jackie Kennedy ofrendó el ramo de rosas rojas que aún se conserva en el museo de la Basílica.

BIDEN, GUADALUPANO

En el año 2012, el entonces vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, en gira por nuestro país no desaprovechó la ocasión para visitar la sede guadalupana, aunque el principal motivo de su estancia era abordar temas referentes al combate contra el crimen organizado.

En aquellas fechas, estaban en puerta las elecciones presidenciales, en las que contendían Josefina Vázquez Mota, Andrés Manuel López Obrador y Enrique Peña Nieto.

Biden nunca ha ocultado que profesa la religión católica, aunque lo que llamó la atención fue que, como muchos mexicanos, él también dijo sentir un gran amor por la Virgen morena.

Durante su estancia en México, el 5 de marzo de 2012 y con un fuerte operativo de seguridad, llegó al templo mariano, donde el rector de la Basílica, Eugenio Glennier, le dio un recorrido que incluyó una visita a la Antigua Parroquia de Los Indios, así como por la Nueva Basílica.

El vicepresidente de EU recordó una anécdota que contó a los reporteros que presenciaron la visita sobre su devoción por la Virgen: “Mi madre era una fiel devota de la Santísima Virgen y les enseñó a todos sus hijos, nietos y bisnietos que se debe buscar la intercesión de la Santísima Virgen cuando se ora con Dios”.

Aunque estuvo pocos días, su presencia dejó un grato recuerdo en el pueblo mexicano, que poco o nada supo de aquella visita fugaz, donde además registró en el libro de visitas que él “era un fiel devoto de la Guadalupana y que amaba a México, así como respetaba la fe del pueblo mexicano”, según reportó una publicación en marzo del 2012.

Joe Biden denominó el bello y esplendoroso lugar religioso como un “inmenso tesoro” y, lo más destacado que declaró fue acaso “que hubiera venido a la Ciudad de México, aunque fuese sólo para ver la Basílica”. Aquella no fue la única vez que ha visitado el templo, pues al menos lo ha hecho en otras cuatro ocasiones.

TRES DE CINCO CON JUAN PABLO II

En 1978, la Conferencia Episcopal Latinoamericana envió una invitación al papa Juan Pablo II para que se reuniera con ellos al año siguiente en la ciudad de Puebla, el santo padre aceptó, pero había un inconveniente, en esos años México y el Vaticano no sostenían relaciones diplomáticas, por lo que faltaba la aprobación del presidente José López Portillo.

Por ello, Juan Pablo II envió una carta al mandatario mexicano explicándole que le agradaba la idea de acudir a nuestro país, pero “que se sentiría más cómodo si él –como presidente- daba su aprobación”, la respuesta de López Portillo fue muy escueta y se limitó a contestar que no había problema, sería bienvenido en suelo azteca.

Los consejeros del Papa lo exhortaban a no realizar dicho viaje, en realidad desconocían por completo cómo sería recibido por la sociedad mexicana. Su séquito trató de convencerlo de sólo acudir a la ciudad de Puebla para reunirse con los obispos latinoamericanos, pero las autoridades eclesiásticas mexicanas ya habían extendido su invitación para que pasara por la Ciudad de México, a lo cual, Juan Pablo II aceptó de inmediato, pese a la incertidumbre.

Minutos después de las dos de la tarde del 26 de enero de 1979, el avión que trasladaba al Papa Juan Pablo II aterrizó en el Hangar de Comunicaciones del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, proveniente de Santo Domingo, República Dominicana.

A pesar de no ser una visita oficial de Estado, el presidente José López Portillo junto con su esposa e hijos, se dieron cita en el lugar para recibirlo. En cuanto apareció el Sumo Pontífice a través de las puertas de la aeronave, éste levantó su mano derecha para saludar al pueblo de México. Cuando terminó de descender, se arrodilló y besó por vez primera el suelo mexicano.

Al no ser una reunión formal de Estado, el encuentro entre López Portillo con el Papa fue muy breve; el mandatario se limitó a recibirlo y le deseó una feliz y cómoda estancia en nuestro país.

El 27 de enero, Juan Pablo II y su comitiva estuvieron en la Basílica de Guadalupe, el Papa se arrodilló frente a virgen y oró varios minutos en silencio, luego ofició una misa.

Pasaron once años para una nueva visita de Juan Pablo II a México. Se dio bajo el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, quien lo invitó formalmente. Fue una gira intensa que en ocho días (del 6 al 13 de mayo de 1990) acudió a 13 estados del país. Por supuesto que también acudió a la Basílica de Guadalupe, para visitar otra vez “a la madre de todos los mexicanos”, donde beatificó al indígena chichimeca Juan Diego Cuauhtlatoatzin, quien, según la tradición católica, presenció en 1531 la aparición de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac.

En su paso por México por tercera y cuarta vez, el itinerario de Juan Pablo II no contempló visitas a la Basílica de Guadalupe, éstas se dieron en agosto del 93 y enero del 99, respectivamente.

El 30 de junio del 2002 se dio la quinta y última visita de Juan Pablo II a nuestro país, en esta ocasión si fue recibido como jefe de Estado por el presidente Vicente Fox Quezada; y también por última vez acudió al recinto sagrado para elevar a la santidad al beato Juan Diego Cuauhtlatoatzin

JOHN McCAIN, CANDIDATO PRESIDENCIAL

Uno de los personajes políticos más destacados de Estados Unidos que pisó la Basílica de Guadalupe fue el candidato republicano John McCain. En plena batalla electoral, el 2 de julio del 2008, el político estadounidense realizó una visita a México para reunirse con el presidente Felipe Calderón.

No obstante, antes de acudir a Los Pinos, John McCain decidió conocer uno de los iconos de la cultura mexicana: La Virgen de Guadalupe.

Aquella mañana, McCain arribó a las 7:55 al templo mariano, junto con su esposa Cindy, el embajador de Estados Unidos en México, Tony Garza, y Jeb Bush, exgobernador de Florida y hermano del expresidente George W. Bush. Ahí, monseñor Diego Monroy Ponce los acompañó por todo el recorrido y explicó “el milagro guadalupano”.

Durante la visita, McCain pudo apreciar la principal imagen de la Virgen de Guadalupe por varios minutos, después pasó por la zona de capillas y concluyó su recorrido en el balcón papal, donde pudo apreciar la explanada de la Basílica, el antiguo templo guadalupano y el cerro del Tepeyac.

Pocos minutos después de las nueve de la mañana, el candidato republicano se retiró del máximo santuario guadalupano, escoltado por elementos del Servicio Secreto estadounidense.

HILLARY CLINTON, TAMBIÉN

El 26 de marzo de 2009, Hillary Clinton entonces secretaria de Estado de EU, también visitó el templo mariano, donde la esperaba el rector Diego Monroy.

Escoltada por elementos del Servicio Secreto norteamericano y del Estado Mayor Presidencial, la funcionaria estadounidense subió al estrado y contempló de cerca la imagen de la Virgen de Guadalupe. Allí preguntó a Monroy: -¿Quién pintó el lienzo? Monroy contestó: -Fue un acto de Dios. Y le explicó sobre la aparición de la Virgen a Juan Diego, en el cerro del Tepeyac.

Clinton quedó fascinada por la historia del “milagro guadalupano” y por la extraordinaria conservación del lienzo. Después, dedicó una breve oración, ofrendó un ramo de rosas blancas y encendió una veladora verde. Mientras esto pasaba, las actividades del templo trascurrieron de manera normal, sin interrumpirse por la visita de la funcionaria.

Por ello, Clinton pudo escuchar los cánticos del coro y el murmullo de las oraciones de los feligreses que en ese momento se encontraban en la Basílica. Antes de culminar su visita, escribió en el Libro de Visitantes Distinguidos: “Que esta hermosa Basílica, dedicada a la madre de Cristo, continúe inspirando esperanza, fe y armonía entre todos los pueblos de América”.

La última impresión que compartió Hillary Clinton con el prelado Diego Monroy fue que se iba comprendiendo más sobre la fe de los mexicanos y “sobre lo que somos en América”.

ALBERTO FERNÁNDEZ PIDIÓ AYUDA PARA ARGENTINA

En su primera gira como presidente electo de Argentina, Alberto Fernández visitó México. Fue la mañana del domingo 3 de noviembre del 2019, cuando el mandatario y su esposa Fabiola Yáñez eligieron a la Basílica de Guadalupe como el primer lugar al que quisieron acudir.

Ahí los recibieron monseñor Juan Raymundo Maya Paz, sacristán mayor de la Basílica, y su rector, Salvador Martínez Ávila, quienes los guiaron por su recorrido, el cual duró cerca de una hora.

“Le pedí que nos ayude en Argentina y conduzca a mi gobierno por buen camino”, declaró a los medios, Alberto Fernández, al salir del santuario.

Los prelados obsequiaron al mandatario un libro sobre la historia de la Basílica de Guadalupe y a su esposa, un ramo de flores. En el Libro de los Visitantes Distinguidos Fernández escribió: “Una inmensa alegría de poder visitar y encomendar a la sagrada Virgen de Guadalupe el destino de nuestra querida patria, Argentina, y de todos los pueblos de Latinoamérica”.


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