/ jueves 4 de agosto de 2022

Cable Diplomático | Jugar con fuego 

Durante la semana fuimos testigos de la visita que hizo la líder de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a la isla de Taiwán, desafiando a las amenazas que el gobierno de China lanzó contra Estados Unidos si ello sucedía, en el sentido que estaban jugando con fuego. Como todos sabemos, la política de “una sola China” ha sido acogida por Estados Unidos, en la cual se supondría que se reconoce el territorio taiwanés como parte integral de China, y no como un país aislado. En los hechos el tema resulta sumamente complicado.

Después de la visita de Pelosi a Taiwán, China incrementó la presencia militar en la región y cortó algunas importaciones importantes que provenían de dicho territorio hacia la China continental (pescado y fruta). Por su lado, Taiwán es un importante centro de tecnología y de fabricación de microchips que son utilizados por la industria tecnológica, y mucho de ello en China, precisamente. Luego entonces la relación resulta sumamente complicada y no es fácil cortar de tajo los vínculos entre ambos, dado lo que está en juego. Si bien a China esto le resulta francamente incómodo e inaceptable, en muchas ocasiones prefiere no interferir y poner su posición por encima de su interés, que tiene claros signos de dólares.

Ahora bien, la pregunta que tenemos qué hacernos es: ¿cuál es el objetivo de Estados Unidos con esto? Una primera suposición implica reconocer que Pelosi está actuando en conjunto con el Presidente Biden y su Departamento de Estado para enviar ciertos mensajes, y quizá el más claro de ellos es la intención que tiene dicho gobierno de disuadir a China, para evitar que la historia se repita en Taiwán, después de ver lo que está sucediendo en Ucrania. No sabemos a ciencia cierta el cálculo político que están haciendo aquí en Washington (solamente lo podemos inferir), pero resultaría esperable que también tenga un importante componente de política interna, dada las elecciones legislativas de noviembre próximo, donde el Partido Demócrata se juega todo, y a pesar de ello, es probable que pierda la mayoría en las dos Cámaras del Congreso. Si ello sucede, las posibilidades de que la Casa Blanca pase a manos de un republicano en 2024 serían mucho mayores.

Si esto sucede, la política exterior de Estados Unidos quizá cambiaría. Y por eso mismo el liderazgo Demócrata sabe que tiene que apostar fuertemente por establecer límites claros ante situaciones de riesgo. Quizá esto también incluya un mensaje velado en forma de advertencia para tratar de evitar cualquier interferencia en las elecciones próximas, dada la historia reciente de 2016.

Lo único que queda claro es que en los últimos 25 años, el mundo nunca había llegado a una situación límite de tensiones entre las potencias como lo estamos viendo ahora. El conflicto con Rusia sigue presente y ahora se suma la amenaza de una confrontación con China que puede salirse de control en cualquier momento. Ciertamente peligroso hacer apuestas con otros países; más nos vale a todos ser prudentes.

Durante la semana fuimos testigos de la visita que hizo la líder de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a la isla de Taiwán, desafiando a las amenazas que el gobierno de China lanzó contra Estados Unidos si ello sucedía, en el sentido que estaban jugando con fuego. Como todos sabemos, la política de “una sola China” ha sido acogida por Estados Unidos, en la cual se supondría que se reconoce el territorio taiwanés como parte integral de China, y no como un país aislado. En los hechos el tema resulta sumamente complicado.

Después de la visita de Pelosi a Taiwán, China incrementó la presencia militar en la región y cortó algunas importaciones importantes que provenían de dicho territorio hacia la China continental (pescado y fruta). Por su lado, Taiwán es un importante centro de tecnología y de fabricación de microchips que son utilizados por la industria tecnológica, y mucho de ello en China, precisamente. Luego entonces la relación resulta sumamente complicada y no es fácil cortar de tajo los vínculos entre ambos, dado lo que está en juego. Si bien a China esto le resulta francamente incómodo e inaceptable, en muchas ocasiones prefiere no interferir y poner su posición por encima de su interés, que tiene claros signos de dólares.

Ahora bien, la pregunta que tenemos qué hacernos es: ¿cuál es el objetivo de Estados Unidos con esto? Una primera suposición implica reconocer que Pelosi está actuando en conjunto con el Presidente Biden y su Departamento de Estado para enviar ciertos mensajes, y quizá el más claro de ellos es la intención que tiene dicho gobierno de disuadir a China, para evitar que la historia se repita en Taiwán, después de ver lo que está sucediendo en Ucrania. No sabemos a ciencia cierta el cálculo político que están haciendo aquí en Washington (solamente lo podemos inferir), pero resultaría esperable que también tenga un importante componente de política interna, dada las elecciones legislativas de noviembre próximo, donde el Partido Demócrata se juega todo, y a pesar de ello, es probable que pierda la mayoría en las dos Cámaras del Congreso. Si ello sucede, las posibilidades de que la Casa Blanca pase a manos de un republicano en 2024 serían mucho mayores.

Si esto sucede, la política exterior de Estados Unidos quizá cambiaría. Y por eso mismo el liderazgo Demócrata sabe que tiene que apostar fuertemente por establecer límites claros ante situaciones de riesgo. Quizá esto también incluya un mensaje velado en forma de advertencia para tratar de evitar cualquier interferencia en las elecciones próximas, dada la historia reciente de 2016.

Lo único que queda claro es que en los últimos 25 años, el mundo nunca había llegado a una situación límite de tensiones entre las potencias como lo estamos viendo ahora. El conflicto con Rusia sigue presente y ahora se suma la amenaza de una confrontación con China que puede salirse de control en cualquier momento. Ciertamente peligroso hacer apuestas con otros países; más nos vale a todos ser prudentes.