/ jueves 6 de agosto de 2020

Coronavirus y deporte | ¿Qué pasará con la actual temporada 2020 de NFL?

Todos los años, apenas termina el Super Bowl, comienzo a hacer la cuenta del tiempo que falta para que empiece una nueva temporada. Al principio, por supuesto, se trata de una cuenta distraída, porque es tanto lo que falta que prefiero no ser del todo consciente. Así me paso algunos meses, entre la alegría del Draft y la ilusión del nuevo calendario, que en cierto modo es como un preludio de la ilusión absoluta que nace cuando llega julio, y entonces la cuenta ya no es tan inalcanzable, porque aunque la pretemporada sirva acaso para aminorar la ansiedad en la espera de la temporada definitiva, la cuenta atrás se hace más consciente a medida que avanzan esas cuatro semanas, las cuatro semanas de agosto, y finalmente llega septiembre, con la fuerza del kickoff. Este año no habrá pretemporada, lo cual hará un poco más larga la espera. Justo hoy se debió disputar el partido del Salón de la Fama, entre los Vaqueros y los Acereros.

Como era de esperarse, este año me costó emocionarme, aún me cuesta, debo decirlo, no quiero abandonarme a la ilusión, aunque ya sea agosto. Incluso, fue apenas el otro día cuando sin querer hice cuentas, y entonces descubrí que solo faltaban cinco semanas para el inicio de la temporada, y la sorpresa fue tanta que no pude evitar sentir una mezcla entre alegría y tristeza.

Alegría porque si todo marcha como va, que a pesar de todo la temporada sigue en pie, la espera, con todo y su incertidumbre, habrá terminado.

Y tristeza porque no puedo evitar sentir esa sensación de lo perdido, como si las circunstancias me hubieran quitado esos nervios propios que surgen cuando algo que deseas con tantas fuerzas de pronto se convierte en realidad. Siempre digo, a modo de broma, que apenas comienza la NFL el año se va como en un suspiro. Resulta curiosa la densidad del tiempo.

Cómo los meses previos pueden transcurrir tan lento a comparación del vértigo de las 17 semanas del calendario. El futbol americano que llega con el otoño, y a medida que avanza la temporada el frío se hace cada vez más constante, hasta que llega el Día de Acción de Gracias, y después, ya en el cierre de año, la época mágica de la Navidad, y luego los playoffs, con el poder de lo selectivo.

No me acuerdo dónde leí que el reto para la NFL no será comenzar la temporada, sino terminarla. La NBA y la MLB, las otras dos grandes ligas de los Estados Unidos, ya hicieron su experimento. Por un lado, el basquetbol con su burbuja, que en cierto modo ha logrado disminuir el impacto del coronavirus, y ha logrado dirigir la atención a lo que pasa en la duela.

El beisbol, por otro lado, experimenta todo lo contrario, al borde siempre del abismo entre contagios y suspensiones. Será difícil para la NFL mantener el control sobre sus jugadores, porque es imposible pensar en una burbuja y porque ya no hay tiempo ni posibilidades para pensar en otros planes de aislamiento, o en un calendario que enfrente divisiones y zonas y que limite los extensos viajes. Sin embargo, el intento de sobrevivir al año más complicado de todos se hará.

Todos los años, apenas termina el Super Bowl, comienzo a hacer la cuenta del tiempo que falta para que empiece una nueva temporada. Al principio, por supuesto, se trata de una cuenta distraída, porque es tanto lo que falta que prefiero no ser del todo consciente. Así me paso algunos meses, entre la alegría del Draft y la ilusión del nuevo calendario, que en cierto modo es como un preludio de la ilusión absoluta que nace cuando llega julio, y entonces la cuenta ya no es tan inalcanzable, porque aunque la pretemporada sirva acaso para aminorar la ansiedad en la espera de la temporada definitiva, la cuenta atrás se hace más consciente a medida que avanzan esas cuatro semanas, las cuatro semanas de agosto, y finalmente llega septiembre, con la fuerza del kickoff. Este año no habrá pretemporada, lo cual hará un poco más larga la espera. Justo hoy se debió disputar el partido del Salón de la Fama, entre los Vaqueros y los Acereros.

Como era de esperarse, este año me costó emocionarme, aún me cuesta, debo decirlo, no quiero abandonarme a la ilusión, aunque ya sea agosto. Incluso, fue apenas el otro día cuando sin querer hice cuentas, y entonces descubrí que solo faltaban cinco semanas para el inicio de la temporada, y la sorpresa fue tanta que no pude evitar sentir una mezcla entre alegría y tristeza.

Alegría porque si todo marcha como va, que a pesar de todo la temporada sigue en pie, la espera, con todo y su incertidumbre, habrá terminado.

Y tristeza porque no puedo evitar sentir esa sensación de lo perdido, como si las circunstancias me hubieran quitado esos nervios propios que surgen cuando algo que deseas con tantas fuerzas de pronto se convierte en realidad. Siempre digo, a modo de broma, que apenas comienza la NFL el año se va como en un suspiro. Resulta curiosa la densidad del tiempo.

Cómo los meses previos pueden transcurrir tan lento a comparación del vértigo de las 17 semanas del calendario. El futbol americano que llega con el otoño, y a medida que avanza la temporada el frío se hace cada vez más constante, hasta que llega el Día de Acción de Gracias, y después, ya en el cierre de año, la época mágica de la Navidad, y luego los playoffs, con el poder de lo selectivo.

No me acuerdo dónde leí que el reto para la NFL no será comenzar la temporada, sino terminarla. La NBA y la MLB, las otras dos grandes ligas de los Estados Unidos, ya hicieron su experimento. Por un lado, el basquetbol con su burbuja, que en cierto modo ha logrado disminuir el impacto del coronavirus, y ha logrado dirigir la atención a lo que pasa en la duela.

El beisbol, por otro lado, experimenta todo lo contrario, al borde siempre del abismo entre contagios y suspensiones. Será difícil para la NFL mantener el control sobre sus jugadores, porque es imposible pensar en una burbuja y porque ya no hay tiempo ni posibilidades para pensar en otros planes de aislamiento, o en un calendario que enfrente divisiones y zonas y que limite los extensos viajes. Sin embargo, el intento de sobrevivir al año más complicado de todos se hará.

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