/ sábado 21 de julio de 2018

Cuchillito de palo: Rusia sí intervino en elecciones…

En su reciente viaje a Europa, el señor Trump hizo el “peor oso” de su vida. Ofendió a sus anfitriones, menudearon marchas y pancartas en su contra y se echó encima a la opinión pública de su propio país.

Empezó con sus agrestes majaderías contra Angela Merkel, quizá la mujer gobernante más destacada de la actualidad. En la reunión de la OTAN, imprescindible, como ocurre siempre que se reúnen, la foto en la que sale el mandatario gringo, con gesto burlón hacia su interlocutora, mientras la mueca de la alemana externa disgusto.

Tratar con un individuo, que cambia de postura, de forma de pensar, de decisión, cada cinco minutos, de no tratarse del mandamás del Imperio, obligaría a que, los más serenos se dieran la vuelta, mientras los iracundos le tumbaran los dientes.

Una vez que, durante la Cumbre, terminó de hostigar a los presentes e insistirles en lo mal que han tratado a Estados Unidos y lo mucho que le han costado, se fue a Inglaterra. Los británicos rechazaban su visita. No querían saber de él y mucho menos, después de casi atropellar a su Reina, cuando pasaron revista a la guardia.

El impresentable se le atravesó por delante, imágenes que recorrieron el planeta y que causaron la indignación de millones. Llegó 15 minutos tarde a la cita y, por el gesto se pudo apreciar, que la monarca pasó uno de sus peores ratos.

Tampoco tuvo éxito en su cita con la Primera Ministra, Theresa May. Con su natural “dos caras”, la alabó y felicitó. No acababa de salir cuando su lengua afilada empezó a criticarla con su consabido mal gusto.

Creyó que en Escocia, lugar de origen de su madre, le iba a ir mejor. Más lo vapulearon. Uno de sus tantos negocios, construir campos de golf, lo llevó hasta esos lares, a los que les prometió bonanza con la “grandiosa instalación”. Habló de cientos de empleos, desarrollo y demás demagogia del volátil empresario. El mentado campo produjo pocas chambas, se hizo del odio generalizado de los vecinos y está solo y abandonado, porque se niegan a ir.

Más allá de su soberbia y egocentrismo, en algún momento debe ser consciente de la ira que despierta, aunque los “narcisistas” piensan que los que están mal, son los demás.

Coronó su estrepitosa jira en la reunión de Helsinky, con el zar de todas las Rusias, Vladimir Putin. El colmilludo exKGB, lo tiene agarrado del pescuezo. Después de la consabida encerrona, lo jaló a una conferencia de prensa.

Allí fue donde Donald se hizo acreedor al alarido generalizado en USA. Con todos los dientes, ¡negó que los rusos hubieran intervenido en las elecciones presidenciales en las que ganó! Puso en tela de juicio a sus propias agencias. La investigación del tema ha sido exhaustiva, profunda y responsable, por lo que prueba sin lugar a dudas, la injerencia rusa.

Como comentó un conocido columnista gringo, qué tanto le sabrá el señor Putin, que lo tiene de rehén y lo mueve como a títere. Habría que hacer memoria del expediente que, un exagente británico, le hizo llegar al FBI. En él se glosan las actividades de Trump en Rusia, antes de ser presidente. Orgías, negocios oscuros y una larga lista de actividades, incluso ilícitas, de un aspirante a la primera magistratura. Y las pesquisas continúan.

En vista del descontento, ya dijo que no dijo lo que dijo. Lo hizo en público y quedó grabado. Desacreditar a sus instituciones, por halagar a Putin, tiene gato encerrado (O expediente que lo haría caer).

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

En su reciente viaje a Europa, el señor Trump hizo el “peor oso” de su vida. Ofendió a sus anfitriones, menudearon marchas y pancartas en su contra y se echó encima a la opinión pública de su propio país.

Empezó con sus agrestes majaderías contra Angela Merkel, quizá la mujer gobernante más destacada de la actualidad. En la reunión de la OTAN, imprescindible, como ocurre siempre que se reúnen, la foto en la que sale el mandatario gringo, con gesto burlón hacia su interlocutora, mientras la mueca de la alemana externa disgusto.

Tratar con un individuo, que cambia de postura, de forma de pensar, de decisión, cada cinco minutos, de no tratarse del mandamás del Imperio, obligaría a que, los más serenos se dieran la vuelta, mientras los iracundos le tumbaran los dientes.

Una vez que, durante la Cumbre, terminó de hostigar a los presentes e insistirles en lo mal que han tratado a Estados Unidos y lo mucho que le han costado, se fue a Inglaterra. Los británicos rechazaban su visita. No querían saber de él y mucho menos, después de casi atropellar a su Reina, cuando pasaron revista a la guardia.

El impresentable se le atravesó por delante, imágenes que recorrieron el planeta y que causaron la indignación de millones. Llegó 15 minutos tarde a la cita y, por el gesto se pudo apreciar, que la monarca pasó uno de sus peores ratos.

Tampoco tuvo éxito en su cita con la Primera Ministra, Theresa May. Con su natural “dos caras”, la alabó y felicitó. No acababa de salir cuando su lengua afilada empezó a criticarla con su consabido mal gusto.

Creyó que en Escocia, lugar de origen de su madre, le iba a ir mejor. Más lo vapulearon. Uno de sus tantos negocios, construir campos de golf, lo llevó hasta esos lares, a los que les prometió bonanza con la “grandiosa instalación”. Habló de cientos de empleos, desarrollo y demás demagogia del volátil empresario. El mentado campo produjo pocas chambas, se hizo del odio generalizado de los vecinos y está solo y abandonado, porque se niegan a ir.

Más allá de su soberbia y egocentrismo, en algún momento debe ser consciente de la ira que despierta, aunque los “narcisistas” piensan que los que están mal, son los demás.

Coronó su estrepitosa jira en la reunión de Helsinky, con el zar de todas las Rusias, Vladimir Putin. El colmilludo exKGB, lo tiene agarrado del pescuezo. Después de la consabida encerrona, lo jaló a una conferencia de prensa.

Allí fue donde Donald se hizo acreedor al alarido generalizado en USA. Con todos los dientes, ¡negó que los rusos hubieran intervenido en las elecciones presidenciales en las que ganó! Puso en tela de juicio a sus propias agencias. La investigación del tema ha sido exhaustiva, profunda y responsable, por lo que prueba sin lugar a dudas, la injerencia rusa.

Como comentó un conocido columnista gringo, qué tanto le sabrá el señor Putin, que lo tiene de rehén y lo mueve como a títere. Habría que hacer memoria del expediente que, un exagente británico, le hizo llegar al FBI. En él se glosan las actividades de Trump en Rusia, antes de ser presidente. Orgías, negocios oscuros y una larga lista de actividades, incluso ilícitas, de un aspirante a la primera magistratura. Y las pesquisas continúan.

En vista del descontento, ya dijo que no dijo lo que dijo. Lo hizo en público y quedó grabado. Desacreditar a sus instituciones, por halagar a Putin, tiene gato encerrado (O expediente que lo haría caer).

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

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