/ sábado 14 de octubre de 2017

Cultura: la única opción

Es bien sabido que todo arte tiene su raíz en la comunidad social. En ella nace, impulsa o se contradice; pero aún por su propio nombre, el arte popular, la cultura, constituyen el arte social por excelencia.

Comprender la cultura es más que un pasatiempo; es un compromiso moral, sobre todo si entendemos que es la raíz primera y la más honda de la identidad nacional. La historia nos ha demostrado que solo los pueblos que han sabido preservar y tonificar su cultura pueden librar el aislamiento para acceder al futuro. Por ello es imprescindible que los mexicanos, principalmente los gobernantes entiendan y quieran a México. Decía don Alfonso Reyes que “el presidente debe ser el mexicano que más quiera a México”.

La cultura es, por tanto, una compleja gama de símbolos y valores que la comunidad gesta y desarrolla, recrea, preserva y enriquece y con la cual se identifica y se vincula incorporándola, integrándola a su modelo social de vida.

La cultura quiere decir el sueño compartido, la inagotable energía, el poder de la creación estética, el milagro de la belleza. La cultura popular ha sobrevivido a todas las tempestades, porque el proceso de recreación le devuelve a cada instante la posibilidad del florecimiento.

México, nuestro país, es uno de los ejemplos más claros del impulso de los herederos de la grandeza humana y la perfección estética: mosaico plural y diverso de expresiones minúsculas y de mentalidad cósmica, de creencias y búsquedas, de diferencias y acercamientos que se funden cada día en un sólo crisol que continúa vivo para robustecer nuestro destino como nación madura, plena de posibilidades.

Alguien se preguntaba: ¿seremos capaces de asumir, como seres humanos civilizados, la responsabilidad social de fortalecer y de proteger el arte popular, la raíz profunda de la identidad nacional?

Por supuesto que sí. Y no solo eso. En los recientes días tuvimos sendos movimientos telúricos que nos sacudieron el alma y todos los sentidos. Inmediatamente surgieron las voces y las manos para auxiliar, ayudar, convocar. Eso significa cultura; somos un pueblo que, a pesar de nuestras otras calamidades, tenemos una cultura ancestral y única, y que nos mantiene unidos en momentos ríspidos.

Para definir nuestro perfil de mexicanos tenemos que mantener vivo el espíritu vigoroso y fecundo de la tierra múltiple; debemos preservar y consolidar la expresión auténtica, la dignidad del lenguaje, el trazo firme, la comunicación directa, el tono del color y el ritmo de la melodía que queremos. Por supuesto que hablo de la Cultura, con mayúscula.

Tenemos que acudir a la cultura, que es nuestra única opción. Solo con esa mira lograremos conservar lo perdurable y trascendente, el mensaje que en el decurso de la historia, paso a paso, nuestros antepasados han logrado transmitir para que las nuevas generaciones lo repitan y renueven.

 

pacofonn@yahoo.com.mx

Es bien sabido que todo arte tiene su raíz en la comunidad social. En ella nace, impulsa o se contradice; pero aún por su propio nombre, el arte popular, la cultura, constituyen el arte social por excelencia.

Comprender la cultura es más que un pasatiempo; es un compromiso moral, sobre todo si entendemos que es la raíz primera y la más honda de la identidad nacional. La historia nos ha demostrado que solo los pueblos que han sabido preservar y tonificar su cultura pueden librar el aislamiento para acceder al futuro. Por ello es imprescindible que los mexicanos, principalmente los gobernantes entiendan y quieran a México. Decía don Alfonso Reyes que “el presidente debe ser el mexicano que más quiera a México”.

La cultura es, por tanto, una compleja gama de símbolos y valores que la comunidad gesta y desarrolla, recrea, preserva y enriquece y con la cual se identifica y se vincula incorporándola, integrándola a su modelo social de vida.

La cultura quiere decir el sueño compartido, la inagotable energía, el poder de la creación estética, el milagro de la belleza. La cultura popular ha sobrevivido a todas las tempestades, porque el proceso de recreación le devuelve a cada instante la posibilidad del florecimiento.

México, nuestro país, es uno de los ejemplos más claros del impulso de los herederos de la grandeza humana y la perfección estética: mosaico plural y diverso de expresiones minúsculas y de mentalidad cósmica, de creencias y búsquedas, de diferencias y acercamientos que se funden cada día en un sólo crisol que continúa vivo para robustecer nuestro destino como nación madura, plena de posibilidades.

Alguien se preguntaba: ¿seremos capaces de asumir, como seres humanos civilizados, la responsabilidad social de fortalecer y de proteger el arte popular, la raíz profunda de la identidad nacional?

Por supuesto que sí. Y no solo eso. En los recientes días tuvimos sendos movimientos telúricos que nos sacudieron el alma y todos los sentidos. Inmediatamente surgieron las voces y las manos para auxiliar, ayudar, convocar. Eso significa cultura; somos un pueblo que, a pesar de nuestras otras calamidades, tenemos una cultura ancestral y única, y que nos mantiene unidos en momentos ríspidos.

Para definir nuestro perfil de mexicanos tenemos que mantener vivo el espíritu vigoroso y fecundo de la tierra múltiple; debemos preservar y consolidar la expresión auténtica, la dignidad del lenguaje, el trazo firme, la comunicación directa, el tono del color y el ritmo de la melodía que queremos. Por supuesto que hablo de la Cultura, con mayúscula.

Tenemos que acudir a la cultura, que es nuestra única opción. Solo con esa mira lograremos conservar lo perdurable y trascendente, el mensaje que en el decurso de la historia, paso a paso, nuestros antepasados han logrado transmitir para que las nuevas generaciones lo repitan y renueven.

 

pacofonn@yahoo.com.mx