/ miércoles 12 de junio de 2024

De izquierda a derecha: Elecciones en Europa

Andrea Navarro de la Rosa*

Este fin de semana, Europa ha sido la sede de uno de los mayores ejercicios democráticos del mundo occidental, pues poco más de 185 millones de votantes de los veintisiete países que conforman la Unión Europea acudieron a las urnas para manifestar su apoyo o mostrar su descontento hacia las fuerzas políticas actuales. Así, los resultados en las elecciones al Parlamento Europeo como principal órgano de la democracia representativa de la UE han reconfigurado los pesos y contrapesos que marcarán la agenda de seguridad, economía, migración y lucha contra el cambio climático, entre otros muchos temas, durante los próximos cinco años.

La participación ciudadana fue más alta que en 2019, especialmente en algunos países de la UE –Alemania, Francia, Hungría y Rumania–, y el objetivo de elegir a los 720 diputados del Parlamento Europeo se alcanzó con éxito. Y es a partir de este ejercicio que será posible la renovación del brazo ejecutivo de la UE, la Comisión Europea, cuyo colegio de comisarios, incluido el presidente, tendrá que aprobarlo la Eurocámara.

Si bien se habla de que en los resultados preliminares la derecha ganó terreno, puesto que en los países más poblados de la Unión como Alemania (96 diputados), Francia (81), Italia (76) y España (61) fue evidente el triunfo de los partidos de derecha y ultraconservadores, la realidad es que la mayoría absoluta del Parlamento la mantiene el centro. La conocida como “gran coalición” (conformada por los partidos de centroderecha, centroizquierda y centroliberal) ha logrado 401 escaños que, sin lugar a duda, se encargará de contener al bloque de ultraderecha y euroescépticos, con lo que se prevé la estabilidad de la misma UE.

No obstante, no puede minimizarse la importancia de los resultados del fin de semana, especialmente con respecto a la victoria de los partidos de derecha y ultraconservadores en los Estados con más escaños en el Parlamento, ya que derivaron en decisiones contundentes que representan contrapesos políticos significativos. Por una parte, en Francia, el presidente Macron convocó a elecciones parlamentarias anticipadas tras el indiscutible triunfo de la oposición ultraconservadora, mientras que, en España, Hungría y Austria, los líderes de los partidos de izquierda anunciaban sus respectivas renuncias por los nada positivos resultados en las urnas.

Como es sabido, en los últimos años la UE ha atravesado un sinfín de crisis político-económicas tras la pandemia por COVID-19 y el aceleramiento del éxodo árabe y africano que busca refugio en la mayor parte de los países de Europa. Y aunque la ciudadanía europea goza de más claridad –al menos que en América Latina– a la hora de asistir a las urnas para premiar o “castigar” a sus dirigentes, lo cierto es que las políticas de los dirigentes de izquierda poco han sabido solucionar los verdaderos puntos que molestan a sus ciudadanos.

Eso se refleja en el apoyo que se le brinda a la principal figura del ejecutivo de la UE, Ursula Von der Leyen, quien desde el año pasado ha sido duramente criticada por sus políticas migratorias (pese a que los actos de violencia de migrantes son cada vez más frecuentes) y falta de discurso contundente ante la crisis humanitaria en la Franja de Gaza. Aunado a ello, dentro de la UE también han crecido los grupos sindicales, los cuales han criticado las políticas implementadas para la lucha contra el cambio climático, pues realmente no han derivado en beneficios directos a los agricultores europeos, sino todo lo contrario.

El Parlamento Europeo siempre ha destacado por generar grandes alianzas políticas de acuerdo con los proyectos e iniciativas del momento. Empero, el desplazamiento de las fuerzas de izquierda hacia la derecha sin duda representará un gran reto para consolidar el proyecto europeo como lo conocíamos hasta ahora.

*Internacionalista por la UNAM y maestra en Marketing Digital por la UNIR México. Es asociada y miembro de la Mesa Directiva del Programa de Jóvenes y miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión Europa+ del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi).

Andrea Navarro de la Rosa*

Este fin de semana, Europa ha sido la sede de uno de los mayores ejercicios democráticos del mundo occidental, pues poco más de 185 millones de votantes de los veintisiete países que conforman la Unión Europea acudieron a las urnas para manifestar su apoyo o mostrar su descontento hacia las fuerzas políticas actuales. Así, los resultados en las elecciones al Parlamento Europeo como principal órgano de la democracia representativa de la UE han reconfigurado los pesos y contrapesos que marcarán la agenda de seguridad, economía, migración y lucha contra el cambio climático, entre otros muchos temas, durante los próximos cinco años.

La participación ciudadana fue más alta que en 2019, especialmente en algunos países de la UE –Alemania, Francia, Hungría y Rumania–, y el objetivo de elegir a los 720 diputados del Parlamento Europeo se alcanzó con éxito. Y es a partir de este ejercicio que será posible la renovación del brazo ejecutivo de la UE, la Comisión Europea, cuyo colegio de comisarios, incluido el presidente, tendrá que aprobarlo la Eurocámara.

Si bien se habla de que en los resultados preliminares la derecha ganó terreno, puesto que en los países más poblados de la Unión como Alemania (96 diputados), Francia (81), Italia (76) y España (61) fue evidente el triunfo de los partidos de derecha y ultraconservadores, la realidad es que la mayoría absoluta del Parlamento la mantiene el centro. La conocida como “gran coalición” (conformada por los partidos de centroderecha, centroizquierda y centroliberal) ha logrado 401 escaños que, sin lugar a duda, se encargará de contener al bloque de ultraderecha y euroescépticos, con lo que se prevé la estabilidad de la misma UE.

No obstante, no puede minimizarse la importancia de los resultados del fin de semana, especialmente con respecto a la victoria de los partidos de derecha y ultraconservadores en los Estados con más escaños en el Parlamento, ya que derivaron en decisiones contundentes que representan contrapesos políticos significativos. Por una parte, en Francia, el presidente Macron convocó a elecciones parlamentarias anticipadas tras el indiscutible triunfo de la oposición ultraconservadora, mientras que, en España, Hungría y Austria, los líderes de los partidos de izquierda anunciaban sus respectivas renuncias por los nada positivos resultados en las urnas.

Como es sabido, en los últimos años la UE ha atravesado un sinfín de crisis político-económicas tras la pandemia por COVID-19 y el aceleramiento del éxodo árabe y africano que busca refugio en la mayor parte de los países de Europa. Y aunque la ciudadanía europea goza de más claridad –al menos que en América Latina– a la hora de asistir a las urnas para premiar o “castigar” a sus dirigentes, lo cierto es que las políticas de los dirigentes de izquierda poco han sabido solucionar los verdaderos puntos que molestan a sus ciudadanos.

Eso se refleja en el apoyo que se le brinda a la principal figura del ejecutivo de la UE, Ursula Von der Leyen, quien desde el año pasado ha sido duramente criticada por sus políticas migratorias (pese a que los actos de violencia de migrantes son cada vez más frecuentes) y falta de discurso contundente ante la crisis humanitaria en la Franja de Gaza. Aunado a ello, dentro de la UE también han crecido los grupos sindicales, los cuales han criticado las políticas implementadas para la lucha contra el cambio climático, pues realmente no han derivado en beneficios directos a los agricultores europeos, sino todo lo contrario.

El Parlamento Europeo siempre ha destacado por generar grandes alianzas políticas de acuerdo con los proyectos e iniciativas del momento. Empero, el desplazamiento de las fuerzas de izquierda hacia la derecha sin duda representará un gran reto para consolidar el proyecto europeo como lo conocíamos hasta ahora.

*Internacionalista por la UNAM y maestra en Marketing Digital por la UNIR México. Es asociada y miembro de la Mesa Directiva del Programa de Jóvenes y miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión Europa+ del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi).