/ martes 13 de noviembre de 2018

Infraestructura y energía | Refinar petróleo. Aclaración

Mi columna Refinar Petróleo, de hace dos semanas, recibió especial y destacada atención de mi amigo y tocayo Eduardo Andrade Sánchez; hombre de Estado y extraordinario jurista, pero con quien tengo algunas diferencias de hace tiempo respecto a política energética. Como sea, le agradezco la deferencia y el intercambio de ideas acontecido.

No es mi posición que no se refine en México. Simplemente es un asunto de prioridades y orden. De hecho, gracias a la reforma energética ahora podría ser más conveniente refinar en el país que nunca, pero por las razones correctas y con las expectativas adecuadas. De cualquier forma la prioridad estratégica tendría que ser la producción petrolera -cuyo resultado, el petróleo, es la materia prima indispensable de la refinación -porque la autonomía energética está primero en el crudo y luego en su conversión.

En la actividad de producir petróleo no hay como perder dinero. De dicha producción se obtiene una renta económica y una utilidad operativa. De la de refinación meramente se podría obtener una magra utilidad. Pero concediendo que por razones de Estado se debiera invertir en refinación en el país esto no querría decir que fuera función del Estado hacerlo, y menos aún cuando han sido razones de gobierno las que no permitieron que la refinación fuera rentable en cualquier manera.

Primero, para que sea conveniente económicamente refinar petróleo se debe, cuando menos, reconocer el precio real de los combustibles. La reforma energética orilló a que se reconociera el precio real de los combustibles y se decidiera pasarlo al usuario de los combustibles. Antes de la reforma el costo de los combustibles era subsidiado por la hacienda pública. Dicho subsidio beneficiaba mayoritariamente a 20 por ciento de los mexicanos más ricos, un auténtico despropósito en un país con índices de pobreza como el nuestro.

¿Números? De acuerdo. Antes del sexenio que está por terminar la partida presupuestaria para subsidios a los combustibles alcanzaba 250 mil millones de pesos -contra sólo 50 mil millones del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) yendo al gasto social-. Lo que fue una herramienta de control de la inflación, durante años benefició al más rico como efecto colateral de manera estruendosa.

El costo político de reconocer los precios ya lo pagó la administración saliente, y su efecto en la economía -vía la inflación- se absorbió en buena parte el año pasado.

No hay razón por la que ningún gobierno quisiera reducir el precio de los combustibles -aunque le resultara, por la razón que fuera, más barato producirlos- porque tal como están los costos le resultan en un ingreso fiscal que, administrado adecuadamente, puede ser enfocado efectivamente hacia aquellos que más lo necesitan, y no hacia quienes consumen más gasolina.

Entonces, cuando menos desde la perspectiva de los precios de los combustibles la reforma energética nos ha llevado a que pueda ser un momento propicio para invertir en refinación.

Dejo pendiente para dentro de dos semanas las consideraciones de tipo estratégico y operativas que debieran acompañar dicha decisión

mail: eduardoandrade@mexiconecesitaingenieros.com.mx

Mi columna Refinar Petróleo, de hace dos semanas, recibió especial y destacada atención de mi amigo y tocayo Eduardo Andrade Sánchez; hombre de Estado y extraordinario jurista, pero con quien tengo algunas diferencias de hace tiempo respecto a política energética. Como sea, le agradezco la deferencia y el intercambio de ideas acontecido.

No es mi posición que no se refine en México. Simplemente es un asunto de prioridades y orden. De hecho, gracias a la reforma energética ahora podría ser más conveniente refinar en el país que nunca, pero por las razones correctas y con las expectativas adecuadas. De cualquier forma la prioridad estratégica tendría que ser la producción petrolera -cuyo resultado, el petróleo, es la materia prima indispensable de la refinación -porque la autonomía energética está primero en el crudo y luego en su conversión.

En la actividad de producir petróleo no hay como perder dinero. De dicha producción se obtiene una renta económica y una utilidad operativa. De la de refinación meramente se podría obtener una magra utilidad. Pero concediendo que por razones de Estado se debiera invertir en refinación en el país esto no querría decir que fuera función del Estado hacerlo, y menos aún cuando han sido razones de gobierno las que no permitieron que la refinación fuera rentable en cualquier manera.

Primero, para que sea conveniente económicamente refinar petróleo se debe, cuando menos, reconocer el precio real de los combustibles. La reforma energética orilló a que se reconociera el precio real de los combustibles y se decidiera pasarlo al usuario de los combustibles. Antes de la reforma el costo de los combustibles era subsidiado por la hacienda pública. Dicho subsidio beneficiaba mayoritariamente a 20 por ciento de los mexicanos más ricos, un auténtico despropósito en un país con índices de pobreza como el nuestro.

¿Números? De acuerdo. Antes del sexenio que está por terminar la partida presupuestaria para subsidios a los combustibles alcanzaba 250 mil millones de pesos -contra sólo 50 mil millones del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) yendo al gasto social-. Lo que fue una herramienta de control de la inflación, durante años benefició al más rico como efecto colateral de manera estruendosa.

El costo político de reconocer los precios ya lo pagó la administración saliente, y su efecto en la economía -vía la inflación- se absorbió en buena parte el año pasado.

No hay razón por la que ningún gobierno quisiera reducir el precio de los combustibles -aunque le resultara, por la razón que fuera, más barato producirlos- porque tal como están los costos le resultan en un ingreso fiscal que, administrado adecuadamente, puede ser enfocado efectivamente hacia aquellos que más lo necesitan, y no hacia quienes consumen más gasolina.

Entonces, cuando menos desde la perspectiva de los precios de los combustibles la reforma energética nos ha llevado a que pueda ser un momento propicio para invertir en refinación.

Dejo pendiente para dentro de dos semanas las consideraciones de tipo estratégico y operativas que debieran acompañar dicha decisión

mail: eduardoandrade@mexiconecesitaingenieros.com.mx

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