/ sábado 18 de noviembre de 2023

La deslustrada Ciudad de México

La ciudad de México es uno de los conglomerados humanos más grande del mundo. Hablo de la gran ciudad de México incluyendo las llamadas zonas conurbadas, aunque sé que el Distrito Federal es prácticamente la mitad de todo. Gobernar esta entidad es una tarea titánica. La principal labor del gobierno es servir a la ciudadanía y servirla bien, a plenitud. Se deben escuchar las demandas, atenderlas, buscar soluciones y aplicarlas. Hasta allí todo debe ser natural. Ese es el trabajo del gobernante. Para servir es contratado y para tal fin debe entregarse. A lo largo de varios sexenios, los habitantes de esta macrociudad que abarca el gran valle de México hemos tenido variadas administraciones. No puedo decir que han sido buenas administraciones porque me mordería la lengua. Ni siquiera afirmaría yo que hayan sido regulares. Pero el problema estriba en que han sido varias. ¿Desde cuándo?

Posiblemente desde Ernesto P. Uruchurtu, quien ocupó el cargo 14 años, inició un cambio en las estructuras de lugares públicos y de servicios de la entonces aún pequeña ciudad. Por cierto, Uruchurtu guardaba bajo llave los permisos para construir fraccionamientos. Y a partir de allí, las administraciones capitalinas han descumplido ostensiblemente en sus funciones. ¿Quiénes son? Muchas. Tantas que no alcanzarían las prisiones del pensamiento para preservarlas.

Cuánto podríamos escribir y escribir sobre la gran problemática del Distrito Federal. Incontables tomos que serían obras maestras de relación de inutilidades. Quiero dejar claro y asentado que reconozco que la ciudad de México tiene servicios públicos que fluyen más o menos, es decir, en gran parte del territorio de su jurisdicción se levanta la basura, se entrega el agua, se provee alumbrado público, funcionan más o menos los semáforos, se cumple con los indicativos de vialidad, y creo que nada más. Pero la balanza se inclina más, considerablemente, a lo que falta; y no tengo espacio para relacionarlo.

La principal demanda de la ciudadanía, no sólo en el Distrito Federal sino en todo el país es seguridad. Y para tener seguridad hay que aplicar la justicia. El concepto de justicia no ha variado ni cambiará. La justicia es hoy, por sobre todo, la virtud más necesaria para el bienestar del Estado. Justicia es el proceso de prevenir o remediar lo que excitará el sentido de injusticia.

En pocos meses la ciudad de México tendrá nuevas autoridades. Se renovarán la Asamblea Legislativa y las Jefaturas Delegacionales. Con los asambleístas tendremos la esperanza de que se legisle mejor y sobre todo en beneficio de quienes menos tienen; labor difícil por esos grandes intereses que mueven, no solo a la ciudad, sino a las entidades vecinas. Estos nuevos diputados locales, desde sus curules, deberán elaborar normas para el mejor trato a las víctimas, a los desproveídos, a quienes tienen capacidades diferentes, a quienes se les han vulnerado sus derechos. Es conveniente recapacitar en la tan traída y llevada Constitución del DF, que convertirá a esta ciudad en un estado más de la Federación.

Habida cuenta que la inseguridad continúa asolando a los habitantes, los responsables tendrán labores difíciles de desempeñar, sobre todo en materia de crear una Cultura de la Prevención, que por lo visto les ha pasado de lejos a los hasta ahora ejecutores del orden. La inseguridad tiene un origen antiguo y complejo, es conocida y por lo tanto nada les impedirá actuar para erradicarla.

Tuve el orgullo de ocupar la Dirección General de Prevención del Delito en la entonces Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Y como teníamos excelente información de Estadística Criminal habíamos elaborado muy buenos Manuales de Prevención del Delito (conservo alguno), y así recorríamos la ciudad organizando reuniones mensuales con nuestros propios Delegados de la Procuraduría, con los Delegados Políticos, con los Jefes y Subjefes de Sector de la Policía del DF, con representantes de las Asociaciones de Vecinos, y de la Secretaría de Educación Pública. Yo personalmente llevaba una relación de quejas de vecinos y directores de escuelas, y en la siguiente reunión mensual solicitaba a las autoridades a dar respuesta a las quejas. Trabajé en la PGJDF 13 años y ya tenía yo una presencia destacada y era muy respetado. Y por ello, el Procurador Bernardo Bátiz me designó encargado de la Oficina de Información Pública. Y por si no tuviera trabajo empecé a recibir solicitudes de información de periodistas, de comunicadores, de representante de partidos políticos, quienes deseaban saber cuánto ganaba el Procurador, cuántos escoltas tenía el Procurador, y así, las solicitudes de información no cesaron; primero cesé yo y salí de la PGJDF, cansado pero muy satisfecho.

Espero que los nuevos Delegados sigan incumpliendo pero no tanto; sus policías auxiliares junto con los de proximidad deben, con su sola presencia, impedir la comisión de ilícitos: son llamados policías preventivos ¿Porqué será? Y parte de éstos son los de tránsito y vialidad; cuando detienen a un transgresor del orden lo llevan a la vueltecita de la esquina para platicar a gusto sin que los capten las cámaras de videovigilacia ¿Porqué será?

Esta grande y vasta ciudad de México se merece mejor suerte que la que ha tenido en los últimos 20 años. ¿Quién será el valiente que la saque de su postración?


Fundador de Notimex

Premio Nacional de Periodismo

pacofonn@yahoo.com.mx


La ciudad de México es uno de los conglomerados humanos más grande del mundo. Hablo de la gran ciudad de México incluyendo las llamadas zonas conurbadas, aunque sé que el Distrito Federal es prácticamente la mitad de todo. Gobernar esta entidad es una tarea titánica. La principal labor del gobierno es servir a la ciudadanía y servirla bien, a plenitud. Se deben escuchar las demandas, atenderlas, buscar soluciones y aplicarlas. Hasta allí todo debe ser natural. Ese es el trabajo del gobernante. Para servir es contratado y para tal fin debe entregarse. A lo largo de varios sexenios, los habitantes de esta macrociudad que abarca el gran valle de México hemos tenido variadas administraciones. No puedo decir que han sido buenas administraciones porque me mordería la lengua. Ni siquiera afirmaría yo que hayan sido regulares. Pero el problema estriba en que han sido varias. ¿Desde cuándo?

Posiblemente desde Ernesto P. Uruchurtu, quien ocupó el cargo 14 años, inició un cambio en las estructuras de lugares públicos y de servicios de la entonces aún pequeña ciudad. Por cierto, Uruchurtu guardaba bajo llave los permisos para construir fraccionamientos. Y a partir de allí, las administraciones capitalinas han descumplido ostensiblemente en sus funciones. ¿Quiénes son? Muchas. Tantas que no alcanzarían las prisiones del pensamiento para preservarlas.

Cuánto podríamos escribir y escribir sobre la gran problemática del Distrito Federal. Incontables tomos que serían obras maestras de relación de inutilidades. Quiero dejar claro y asentado que reconozco que la ciudad de México tiene servicios públicos que fluyen más o menos, es decir, en gran parte del territorio de su jurisdicción se levanta la basura, se entrega el agua, se provee alumbrado público, funcionan más o menos los semáforos, se cumple con los indicativos de vialidad, y creo que nada más. Pero la balanza se inclina más, considerablemente, a lo que falta; y no tengo espacio para relacionarlo.

La principal demanda de la ciudadanía, no sólo en el Distrito Federal sino en todo el país es seguridad. Y para tener seguridad hay que aplicar la justicia. El concepto de justicia no ha variado ni cambiará. La justicia es hoy, por sobre todo, la virtud más necesaria para el bienestar del Estado. Justicia es el proceso de prevenir o remediar lo que excitará el sentido de injusticia.

En pocos meses la ciudad de México tendrá nuevas autoridades. Se renovarán la Asamblea Legislativa y las Jefaturas Delegacionales. Con los asambleístas tendremos la esperanza de que se legisle mejor y sobre todo en beneficio de quienes menos tienen; labor difícil por esos grandes intereses que mueven, no solo a la ciudad, sino a las entidades vecinas. Estos nuevos diputados locales, desde sus curules, deberán elaborar normas para el mejor trato a las víctimas, a los desproveídos, a quienes tienen capacidades diferentes, a quienes se les han vulnerado sus derechos. Es conveniente recapacitar en la tan traída y llevada Constitución del DF, que convertirá a esta ciudad en un estado más de la Federación.

Habida cuenta que la inseguridad continúa asolando a los habitantes, los responsables tendrán labores difíciles de desempeñar, sobre todo en materia de crear una Cultura de la Prevención, que por lo visto les ha pasado de lejos a los hasta ahora ejecutores del orden. La inseguridad tiene un origen antiguo y complejo, es conocida y por lo tanto nada les impedirá actuar para erradicarla.

Tuve el orgullo de ocupar la Dirección General de Prevención del Delito en la entonces Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Y como teníamos excelente información de Estadística Criminal habíamos elaborado muy buenos Manuales de Prevención del Delito (conservo alguno), y así recorríamos la ciudad organizando reuniones mensuales con nuestros propios Delegados de la Procuraduría, con los Delegados Políticos, con los Jefes y Subjefes de Sector de la Policía del DF, con representantes de las Asociaciones de Vecinos, y de la Secretaría de Educación Pública. Yo personalmente llevaba una relación de quejas de vecinos y directores de escuelas, y en la siguiente reunión mensual solicitaba a las autoridades a dar respuesta a las quejas. Trabajé en la PGJDF 13 años y ya tenía yo una presencia destacada y era muy respetado. Y por ello, el Procurador Bernardo Bátiz me designó encargado de la Oficina de Información Pública. Y por si no tuviera trabajo empecé a recibir solicitudes de información de periodistas, de comunicadores, de representante de partidos políticos, quienes deseaban saber cuánto ganaba el Procurador, cuántos escoltas tenía el Procurador, y así, las solicitudes de información no cesaron; primero cesé yo y salí de la PGJDF, cansado pero muy satisfecho.

Espero que los nuevos Delegados sigan incumpliendo pero no tanto; sus policías auxiliares junto con los de proximidad deben, con su sola presencia, impedir la comisión de ilícitos: son llamados policías preventivos ¿Porqué será? Y parte de éstos son los de tránsito y vialidad; cuando detienen a un transgresor del orden lo llevan a la vueltecita de la esquina para platicar a gusto sin que los capten las cámaras de videovigilacia ¿Porqué será?

Esta grande y vasta ciudad de México se merece mejor suerte que la que ha tenido en los últimos 20 años. ¿Quién será el valiente que la saque de su postración?


Fundador de Notimex

Premio Nacional de Periodismo

pacofonn@yahoo.com.mx