/ sábado 11 de junio de 2022

La falta de educación

Todos los problemas que padecen las sociedades contemporáneas en Occidente, y concretamente en México, se debe a la falta de una adecuada educación, de una correcta orientación, y de una justa preparación magisterial. El maestro es luz y guía del estudiante, es parte formadora después de la familia, y es influencia positiva o perniciosa del futuro ciudadano.

La enseñanza es una de las tareas más difíciles de cumplir. Satisfacer constantemente decenas o cientos de inquietudes y prepararse para transmitir en forma adecuada los conocimientos, llevan al maestro a dedicar a estas cuestiones gran parte de su tiempo fuera de las aulas. Al maestro no se le ubica socialmente en el peldaño que le corresponde; es sujeto de honores y menciones, pero las más de las veces se le vitupera, se le subestima y no se le toma en cuenta.

Cuando los maestros empiezan a ejercer su carrera, el divorcio entre lo que aprendieron y las realidades que encuentran suele producir en ellos un fuerte impacto. Teniendo que enfrentarse cada día con niños y adolescentes hostiles, que regatean sin tregua por conseguir siempre un poco más de autonomía, hay que preguntarse cómo es posible que alguno siquiera desee continuar.

La carrera docente dista mucho de ser una de las más seleccionadas para una profesión. Ya hay encuestas al respecto y algunas investigaciones; éstas y aquéllas me permiten especular que la razón de que muchas personas se hallen practicando la enseñanza sea porque antes fracasaron en su carrera preferida. Es posible también que algunos se entreguen a la enseñanza y continúen en ella aún a disgusto porque esa ocupación les permite otras actividades. Un maestro casado puede sentir la necesidad, debido a lo escaso de su sueldo, de tomar a su cargo clases nocturnas de adultos, y este otro trabajo, compatible con el horario escolar, puede resultarle tan compensador que decida continuar con la enseñanza. En el seno de la comunidad, la enseñanza parece retener algunos de los aspectos más desagradables de toda profesión. Se maneja mucho el concepto de que los maestros tienen que ser modelos de buena conducta para los jóvenes, aún los adultos se sientes cohibidos delante de un maestro. En países adelantados, las sociedades se oponen a que los profesores tengan mejores salarios, porque dicen que viven del erario, y se espera que sirvan gustosamente a la comunidad. Esto ya sucede en México, los sueldos y salarios de los docentes son de los más bajos y con pocas prestaciones.

Los maestros sienten que su imagen pública no es buena y que la gente no les tiene la consideración debida, pero para muchos la enseñanza constituye un escalón en su deseo de mejorar de posición social y, en consecuencia, de ganar prestigio. Los maestros no son profesionales en el sentido que habitualmente se da a esta palabra. No tienen clientes que los escojan o soliciten, llevados por una necesidad.

Desgraciadamente muy tarde nos damos cuenta del valor del maestro, y fuera de tiempo les agradecemos y tomamos en cuenta lo que hicieron por nosotros. Fueron formadores de una etapa muy importante de nuestra vida y debemos transitar por ella con su ejemplo.

Fundador de Notimex

Premio Nacional de Periodismo

pacofonn@yahoo.com.mx


Todos los problemas que padecen las sociedades contemporáneas en Occidente, y concretamente en México, se debe a la falta de una adecuada educación, de una correcta orientación, y de una justa preparación magisterial. El maestro es luz y guía del estudiante, es parte formadora después de la familia, y es influencia positiva o perniciosa del futuro ciudadano.

La enseñanza es una de las tareas más difíciles de cumplir. Satisfacer constantemente decenas o cientos de inquietudes y prepararse para transmitir en forma adecuada los conocimientos, llevan al maestro a dedicar a estas cuestiones gran parte de su tiempo fuera de las aulas. Al maestro no se le ubica socialmente en el peldaño que le corresponde; es sujeto de honores y menciones, pero las más de las veces se le vitupera, se le subestima y no se le toma en cuenta.

Cuando los maestros empiezan a ejercer su carrera, el divorcio entre lo que aprendieron y las realidades que encuentran suele producir en ellos un fuerte impacto. Teniendo que enfrentarse cada día con niños y adolescentes hostiles, que regatean sin tregua por conseguir siempre un poco más de autonomía, hay que preguntarse cómo es posible que alguno siquiera desee continuar.

La carrera docente dista mucho de ser una de las más seleccionadas para una profesión. Ya hay encuestas al respecto y algunas investigaciones; éstas y aquéllas me permiten especular que la razón de que muchas personas se hallen practicando la enseñanza sea porque antes fracasaron en su carrera preferida. Es posible también que algunos se entreguen a la enseñanza y continúen en ella aún a disgusto porque esa ocupación les permite otras actividades. Un maestro casado puede sentir la necesidad, debido a lo escaso de su sueldo, de tomar a su cargo clases nocturnas de adultos, y este otro trabajo, compatible con el horario escolar, puede resultarle tan compensador que decida continuar con la enseñanza. En el seno de la comunidad, la enseñanza parece retener algunos de los aspectos más desagradables de toda profesión. Se maneja mucho el concepto de que los maestros tienen que ser modelos de buena conducta para los jóvenes, aún los adultos se sientes cohibidos delante de un maestro. En países adelantados, las sociedades se oponen a que los profesores tengan mejores salarios, porque dicen que viven del erario, y se espera que sirvan gustosamente a la comunidad. Esto ya sucede en México, los sueldos y salarios de los docentes son de los más bajos y con pocas prestaciones.

Los maestros sienten que su imagen pública no es buena y que la gente no les tiene la consideración debida, pero para muchos la enseñanza constituye un escalón en su deseo de mejorar de posición social y, en consecuencia, de ganar prestigio. Los maestros no son profesionales en el sentido que habitualmente se da a esta palabra. No tienen clientes que los escojan o soliciten, llevados por una necesidad.

Desgraciadamente muy tarde nos damos cuenta del valor del maestro, y fuera de tiempo les agradecemos y tomamos en cuenta lo que hicieron por nosotros. Fueron formadores de una etapa muy importante de nuestra vida y debemos transitar por ella con su ejemplo.

Fundador de Notimex

Premio Nacional de Periodismo

pacofonn@yahoo.com.mx