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La salud mental ha sido uno de los temas más destacados en la agenda pública durante los últimos años, y dentro de ella en este espacio hemos enfatizado más de una vez sobre la soledad y sus peligros. Sin embargo, una de las ramificaciones más importantes del padecimiento de soledad generalizada en el mundo parece distinguir a base de sexo, ya que existen estudios e indicadores que notan que la crisis de soledad afecta más a los hombres que a las mujeres.
Y a pesar de que es un hecho que el género masculino aún sostiene muchos privilegios por encima de las mujeres en la sociedad, la crisis de soledad en los hombres es peligrosa pues puede resultar en hombres más tóxicos -y muchas veces hasta peligrosos- para el mundo.
Es común escuchar actualmente que para los hombres es sumamente difícil (y a veces hasta imposible) encontrar el tipo de amistad profunda que los ayude a superar los altibajos de la vida como lo hacen muchas mujeres. Esto parece hacerse más grave conforme los hombres van envejeciendo, incluso cuando entran a la paternidad, pues las situaciones que los hacían socializar con amigos se hacen cada vez menos frecuentes.
Existen encuestas recientes que revelan que tanto hombres como mujeres sufren hoy una epidemia de soledad. Sin embargo, el aumento en el caso de los hombres ha sido mucho más pronunciado. El 15% de los hombres hoy en día dicen que no tienen amistades cercanas, un aumento cinco veces mayor desde 1990. Esto ayuda a explicar por qué el suicidio es tan común entre los hombres.
La autora Liz Plank menciona en su libro For the Love of Men: a new vision for a more mindful masculinity que éste es un problema que deviene del patriarcado y se manifiesta en las reglas sociales que existen para los hombres (y al mismo tiempo existen otras para las mujeres). Uno de los brillantes ejemplos que señala en su obra es que la amistad masculina suele manifestarse en relaciones más superficiales, a las que llama “hombro con hombro”. Este término deriva de que es más común que los hombre estén sentados uno al lado del otro cuando hacen una actividad juntos (sin necesariamente verse todo el tiempo a la cara), como por ejemplo ver un partido de fútbol o jugar algún deporte. Al mismo tiempo menciona que las mujeres tienden a tener amistades más íntimas ya que son amistades “cara a cara”, ya sea yendo a tomar algo o simplemente reunirse para conversar. Aunque no lo parezca, esto hace una diferencia considerable en la naturaleza de las relaciones. De manera que es más probable que los hombres convivan mientras hacen otra cosa, mientras que en el caso de las mujeres el convivir parece ser el objetivo del tiempo que pasan juntas.
El tener una carencia parcial o total de relaciones profundas resulta en una verdadera limitación de la extensión de la vida humana. Y esto tiene consecuencias considerables en la salud física y mental. Este tipo de aislamiento es un gran problema para los hombres. Un estudio realizado en junio de este año señala que las personas que están socialmente aisladas tienen un 32% más de posibilidades de morir prematuramente en comparación con aquellas que no experimentan aislamiento social.
Esta no es una apología para los hombres o para darles más privilegios. Es una manera de ver que el abordar la equidad de género y la eliminación del patriarcado requiere urgentemente repensar a la masculinidad como la conocemos. Nadie esta a salvo si no lo hacemos, ni siquiera los mismos hombres.