/ sábado 24 de abril de 2021

La vacuna: Mitos y realidades

Acudí presto a mi cita para que me aplicaran la segunda vacuna contra el maldito virus que nos tiene contra la pared desde hace más de dieciocho meses. Me presenté al mediodía en la Universidad de la Secretaría de Marina en la Alcaldía de Coyoacán. Veinticinco días antes fui al mismo sitio buscando la primera vacuna.

En ambas sesiones tuve una atención excepcional, que no la imaginaba yo. Había escuchado tantas versiones sobre las desmañanadas, las filas interminables, la falta de asientos, el cansancio, el sol y el sofocón. Sin embargo, en estas instalaciones universitarias todo fue como coser y cantar.

El taxi me dejó en un punto donde la fila terminaba, pero iba circulando, y además con rapidez. Me uní a la fila, y al ir caminando, varios asistentes, supongo que son los servidores de la nación, me solicitaban ver los documentos solicitados, y me apresuraban para que siguiera rápidamente la línea.

Hace tres semanas, en la primera vacuna, hubo un momento durante el recorrido que los asistentes empezaron a aplaudirnos, a cantarnos y a hacernos bailar, lo cual, obviamente ayudó más al estado de ánimo.

En esta segunda ocasión todos íbamos más relajados. Se nota en el rostro de quien camina antes o después, o al lado. Ya conocíamos el procedimiento. Ahora llegamos hasta la misma gran carpa de la primera vez. Es un espacio que tendrá, calculo yo, más de cincuenta metros de largo por unos cuarenta de ancho. Allí está el núcleo de todo: el registro, la aplicación de la vacuna, y el reposo necesario durante unos veinte minutos, para después liberarte.

El registro y la encuesta. Se llevan a cabo en unas larguísimas hileras de tablones recubiertos de una franela de color verde, cientos de sillas de tijera para otros cientos de asistentes diligentes en verdad. Fui invitado a sentarme y empezaron a llenar el formato requerido con mis datos personales y las preguntas clásicas sobre las enfermedades de la edad (hipertensión, diabetes, problemas pulmonares, etc.). No tarda más de cinco minutos.

La aplicación de la vacuna. Finalizando el trámite inicial me invitaron a pasar a otra fila que, igualmente con rapidez, me llevó al centro de la carpa donde en unas mesas más pequeñas, para seis personas máximo, me aplicarían la vacuna. En el lapso de un minuto nos mostraron los frasquitos de la vacuna, nos solicitaron que nos levantáramos la manga izquierda hasta el hombro, aplicaron la vacuna, después llevaron la jeringa hasta un artefacto donde se rompe y desprende la aguja, y el resto va a la basura, y ya. Finito.

De allí a una zona apartada, la final, la del letargo y reposo por un lapso de veinte minutos. Todo muy ordenado y bien vigilado. El sistema de sonido se ubica en una mesa al lado de esta zona; allí se anuncia que para la posibilidad de dolores se ingiera una pastilla de paracetamol. También se recomienda que en los próximos 20 días no se fume ni se ingiera alcohol. Se dan diversos anuncios relacionados con el evento.

Todo el trámite se efectuó en un ambiente medio oscuro permitiendo solo la luz ambiente. Debieron encenderse las lámparas de focos ahorradores que colgaban en diversas partes de la cubierta de lona.

Es decir, concluyo mi comentario sobre este proceso agradeciendo la atención diligente y resuelta. Reconozco la labor de la Jefatura de Gobierno apoyada por personal de la Secretaría de Marina. Han sido buenas experiencias.

Ahora bien, la Organización Mundial de la Salud define a la vacuna como cualquier preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos. Puede tratarse, por ejemplo, de una suspensión de microorganismos muertos o atenuados, o de productos o derivados de microorganismos. El método más habitual para administrar las vacunas es la inyección, aunque algunas se administran con un vaporizador nasal u oral.

Las vacunas son seguras. Todas las vacunas aprobadas son sometidas a pruebas rigurosas a lo largo de las diferentes fases de los ensayos clínicos, y siguen siendo evaluadas. Los científicos también siguen constantemente la información procedente de diferentes fuentes en busca de indicios de que una vacuna pueda tener efectos adversos. La mayoría de las reacciones a las vacunas son leves y temporales, tales como el dolor en el lugar de inyección o la febrícula.

Debemos seguir usando todas las herramientas disponibles para protegernos y proteger a otras personas hasta estar totalmente vacunados. Una vez que hayamos recibido la vacuna completa, es posible que podamos empezar a hacer algunas cosas que habíamos suspendido a causa de la pandemia. De veinte a treinta días después.

Las pandemias de siglos anteriores no se resolvieron así; existían unos remedos de vacunas que no servían como éstas. Sintámonos seguros y privilegiados de haber participado en un momento único en la historia de la humanidad.

Premio Nacional de Periodismo

Fundador de Notimex

pacofonn@yahoo.com.mx

Acudí presto a mi cita para que me aplicaran la segunda vacuna contra el maldito virus que nos tiene contra la pared desde hace más de dieciocho meses. Me presenté al mediodía en la Universidad de la Secretaría de Marina en la Alcaldía de Coyoacán. Veinticinco días antes fui al mismo sitio buscando la primera vacuna.

En ambas sesiones tuve una atención excepcional, que no la imaginaba yo. Había escuchado tantas versiones sobre las desmañanadas, las filas interminables, la falta de asientos, el cansancio, el sol y el sofocón. Sin embargo, en estas instalaciones universitarias todo fue como coser y cantar.

El taxi me dejó en un punto donde la fila terminaba, pero iba circulando, y además con rapidez. Me uní a la fila, y al ir caminando, varios asistentes, supongo que son los servidores de la nación, me solicitaban ver los documentos solicitados, y me apresuraban para que siguiera rápidamente la línea.

Hace tres semanas, en la primera vacuna, hubo un momento durante el recorrido que los asistentes empezaron a aplaudirnos, a cantarnos y a hacernos bailar, lo cual, obviamente ayudó más al estado de ánimo.

En esta segunda ocasión todos íbamos más relajados. Se nota en el rostro de quien camina antes o después, o al lado. Ya conocíamos el procedimiento. Ahora llegamos hasta la misma gran carpa de la primera vez. Es un espacio que tendrá, calculo yo, más de cincuenta metros de largo por unos cuarenta de ancho. Allí está el núcleo de todo: el registro, la aplicación de la vacuna, y el reposo necesario durante unos veinte minutos, para después liberarte.

El registro y la encuesta. Se llevan a cabo en unas larguísimas hileras de tablones recubiertos de una franela de color verde, cientos de sillas de tijera para otros cientos de asistentes diligentes en verdad. Fui invitado a sentarme y empezaron a llenar el formato requerido con mis datos personales y las preguntas clásicas sobre las enfermedades de la edad (hipertensión, diabetes, problemas pulmonares, etc.). No tarda más de cinco minutos.

La aplicación de la vacuna. Finalizando el trámite inicial me invitaron a pasar a otra fila que, igualmente con rapidez, me llevó al centro de la carpa donde en unas mesas más pequeñas, para seis personas máximo, me aplicarían la vacuna. En el lapso de un minuto nos mostraron los frasquitos de la vacuna, nos solicitaron que nos levantáramos la manga izquierda hasta el hombro, aplicaron la vacuna, después llevaron la jeringa hasta un artefacto donde se rompe y desprende la aguja, y el resto va a la basura, y ya. Finito.

De allí a una zona apartada, la final, la del letargo y reposo por un lapso de veinte minutos. Todo muy ordenado y bien vigilado. El sistema de sonido se ubica en una mesa al lado de esta zona; allí se anuncia que para la posibilidad de dolores se ingiera una pastilla de paracetamol. También se recomienda que en los próximos 20 días no se fume ni se ingiera alcohol. Se dan diversos anuncios relacionados con el evento.

Todo el trámite se efectuó en un ambiente medio oscuro permitiendo solo la luz ambiente. Debieron encenderse las lámparas de focos ahorradores que colgaban en diversas partes de la cubierta de lona.

Es decir, concluyo mi comentario sobre este proceso agradeciendo la atención diligente y resuelta. Reconozco la labor de la Jefatura de Gobierno apoyada por personal de la Secretaría de Marina. Han sido buenas experiencias.

Ahora bien, la Organización Mundial de la Salud define a la vacuna como cualquier preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos. Puede tratarse, por ejemplo, de una suspensión de microorganismos muertos o atenuados, o de productos o derivados de microorganismos. El método más habitual para administrar las vacunas es la inyección, aunque algunas se administran con un vaporizador nasal u oral.

Las vacunas son seguras. Todas las vacunas aprobadas son sometidas a pruebas rigurosas a lo largo de las diferentes fases de los ensayos clínicos, y siguen siendo evaluadas. Los científicos también siguen constantemente la información procedente de diferentes fuentes en busca de indicios de que una vacuna pueda tener efectos adversos. La mayoría de las reacciones a las vacunas son leves y temporales, tales como el dolor en el lugar de inyección o la febrícula.

Debemos seguir usando todas las herramientas disponibles para protegernos y proteger a otras personas hasta estar totalmente vacunados. Una vez que hayamos recibido la vacuna completa, es posible que podamos empezar a hacer algunas cosas que habíamos suspendido a causa de la pandemia. De veinte a treinta días después.

Las pandemias de siglos anteriores no se resolvieron así; existían unos remedos de vacunas que no servían como éstas. Sintámonos seguros y privilegiados de haber participado en un momento único en la historia de la humanidad.

Premio Nacional de Periodismo

Fundador de Notimex

pacofonn@yahoo.com.mx