/ lunes 1 de abril de 2024

Las mujeres en la vida pública

México tendrá la primera mujer presidenta de la República y como lo indican las preferencias electorales será una mujer de izquierda la responsable de conducir al país. De tal forma, el sufragio de los mexicanos tendrá implicaciones trascendentales para la vida política, cultural y social en un país donde ha prevalecido la misoginia.

Antes de este proceso electoral, fueron seis mujeres las que buscaron la titularidad del Poder Ejecutivo. Mujeres de izquierda como Rosario Ibarra de Piedra en 1982 y 1988.

Y en 1994, Cecilia Soto por el Partido del Trabajo y Marcela Lombardo por el Partido Popular Socialista.

Actualmente la igualdad de género es un derecho humano y en México hemos logrado que el Congreso de la Unión y el gabinete federal sea paritario. Hasta hace unos años las mexicanas estaban prácticamente relegadas en participar en la vida pública de la nación. Sara Sefchovich escribe sobre las esposas de los presidentes en su libro La Suerte de la Consorte (Océano) quien sentencia: “Ellas son mujeres que no existen en la historia”. Su investigación es una reflexión sobre el papel de las mexicanas en la política.

“La Primera Dama es una mujer imaginaria, la manifestación de una idea, una figura simbólica”. Su papel era representar sin protagonismos y en silencio el deber como madre de familia y esposa del Jefe de Estado. “Están más cerca que nadie del supremo poder, pero no lo tienen”. Sefchovich indaga sobre el perfil público de las mujeres que vivieron a la sombra del poder. Algunas vivieron en los lujos y derroches, otras prefirieron tener una labor altruista.

“Desde el momento en que su marido asume el cargo más elevado de la República, la esposa tendrá que cumplir con pesadas agendas de trabajo llenas de reuniones, ceremonias, actos oficiales y sociales, viajes por el país y al extranjero, tanto en calidad de acompañante del presidente como sola en su papel de Primera Dama. Y tendrá que saber cómo vestir y cómo actuar, cuándo callar y cuándo hablar (…) Y tendrá que hacer el trabajo de beneficencia o asistencia social que le corresponde (…)”.

Esta idea se rompió en 2018 con la entrada del presidente Andrés Manuel López Obrador, pues su esposa la Doctora Beatriz Gutiérrez Müller tomó la decisión de no desempeñar ese papel de sumisión. Y no es para menos, México necesita de las mujeres libres en todos los ámbitos. Por ejemplo, en la vida pública para la toma de decisiones, el fortalecimiento de la democracia, el empoderamiento, la igualdad y erradicar la violencia en contra de las mujeres. Vivimos tiempos de mujeres que toman decisiones.

Lo decía Amalia Solorzano: “Primeras Damas somos todas las mujeres de este país”.

México tendrá la primera mujer presidenta de la República y como lo indican las preferencias electorales será una mujer de izquierda la responsable de conducir al país. De tal forma, el sufragio de los mexicanos tendrá implicaciones trascendentales para la vida política, cultural y social en un país donde ha prevalecido la misoginia.

Antes de este proceso electoral, fueron seis mujeres las que buscaron la titularidad del Poder Ejecutivo. Mujeres de izquierda como Rosario Ibarra de Piedra en 1982 y 1988.

Y en 1994, Cecilia Soto por el Partido del Trabajo y Marcela Lombardo por el Partido Popular Socialista.

Actualmente la igualdad de género es un derecho humano y en México hemos logrado que el Congreso de la Unión y el gabinete federal sea paritario. Hasta hace unos años las mexicanas estaban prácticamente relegadas en participar en la vida pública de la nación. Sara Sefchovich escribe sobre las esposas de los presidentes en su libro La Suerte de la Consorte (Océano) quien sentencia: “Ellas son mujeres que no existen en la historia”. Su investigación es una reflexión sobre el papel de las mexicanas en la política.

“La Primera Dama es una mujer imaginaria, la manifestación de una idea, una figura simbólica”. Su papel era representar sin protagonismos y en silencio el deber como madre de familia y esposa del Jefe de Estado. “Están más cerca que nadie del supremo poder, pero no lo tienen”. Sefchovich indaga sobre el perfil público de las mujeres que vivieron a la sombra del poder. Algunas vivieron en los lujos y derroches, otras prefirieron tener una labor altruista.

“Desde el momento en que su marido asume el cargo más elevado de la República, la esposa tendrá que cumplir con pesadas agendas de trabajo llenas de reuniones, ceremonias, actos oficiales y sociales, viajes por el país y al extranjero, tanto en calidad de acompañante del presidente como sola en su papel de Primera Dama. Y tendrá que saber cómo vestir y cómo actuar, cuándo callar y cuándo hablar (…) Y tendrá que hacer el trabajo de beneficencia o asistencia social que le corresponde (…)”.

Esta idea se rompió en 2018 con la entrada del presidente Andrés Manuel López Obrador, pues su esposa la Doctora Beatriz Gutiérrez Müller tomó la decisión de no desempeñar ese papel de sumisión. Y no es para menos, México necesita de las mujeres libres en todos los ámbitos. Por ejemplo, en la vida pública para la toma de decisiones, el fortalecimiento de la democracia, el empoderamiento, la igualdad y erradicar la violencia en contra de las mujeres. Vivimos tiempos de mujeres que toman decisiones.

Lo decía Amalia Solorzano: “Primeras Damas somos todas las mujeres de este país”.