Con el preámbulo de un zócalo rosa, se realizó el tercer debate presidencial en la fase final de las campañas electorales. Por la mañana del domingo, Xóchitl Gálvez fue protagonista estelar en la Plaza de la Constitución, pese a todos los lamentables obstáculos del gobierno para impedir que se llenara, con plantón cómplice de los maestros, con el regateo para el izamiento de la bandera, con declaratoria de contingencia ambiental y obstrucción de diversos accesos a la plancha.
La marea rosa volvió a inundar calles y plazas de todo el país, argumentando defender la democracia y expresando su oposición a medidas impulsadas por el presidente López Obrador como las reformas constitucionales que pretendieron desaparecer al INE y modificar aspectos sustantivos de nuestro sistema electoral. En la antesala de las elecciones, la movilización nacional fue impactante y mucho más nutrida y sustantiva que las absurdas cifras de Martí Batres que pretenden minimizarla como si no existieran testimonios visuales que demuestran una realidad distinta a la que quieren sembrar los gobiernos federal y de la CDMX.
Por la noche, el tercer debate se desarrolló en un formato que nos regresó al pasado. No hubo cara a cara, las y el candidato ni siquiera se pudieron ver los rostros, la moderación activa se canceló casi en su totalidad, a pesar de tener dos moderadoras y un moderador de lujo que intentaron propiciar el intercambio de argumentos entre las candidaturas. El balance indica que el INE incumplió el objetivo de ofrecerle a la ciudadanía formatos menos acartonados y más adecuados para que las candidaturas mostraran diagnósticos, propuestas y el talante que debe ser evaluado por el electorado.
Las tres candidaturas reflejaron el cansancio propio de la parte final de las campañas, pero igual nos dejaron claro quienes son. Jorge Álvarez Máynez en la lógica de mostrarse como el candidato de las propuestas, hablándole al público joven y dirigiendo misiles en contra de Xóchitl Gálvez, mientras que sus referencias a Claudia Sheinbaum fueron cuidadas y omitiendo referir al Presidente. Quizá esta haya sido la intervención de menor nivel del candidato de MC que, a pesar de ello, está logrando mantener a flote a su partido y quizá darle una votación más alta de los pronósticos iniciales.
Xóchitl Gálvez mantuvo la estrategia de exhibir debilidades e incumplimientos del gobierno en temas que hoy laceran a la sociedad, como la inseguridad pública que prevalece en varias regiones del país, reiteró su alianza con la sociedad civil y con todos los grupos, hizo compromisos para gobernar y dialogar con todos y todas, al tiempo que refirió temas muy graves vinculados a Mario Delgado.
La candidata de la alianza oficialista defendió las políticas públicas del presidente y presentó cifras que en varios rubros se contradicen con los datos oficiales del propio gobierno. Se mostró como una persona que no contesta las imputaciones que se le realizan, que no está dispuesta al diálogo ni a escuchar la menor crítica y que ofrece una línea de continuidad en lo que llama el segundo piso de la transformación.
El tiempo se agota, entramos al desenlace del proceso electoral, donde las y los electores esperan del INE una organización impecable de las elecciones, más allá de las insustanciales e interesadas disputas por el uso de los colores de algunas consejerías, donde tiene que emparejar una cancha inclinada por el intervencionismo presidencial y donde el Tribunal debe superar sus diferencias internas para garantizar un arbitraje imparcial y apegado a la ley.
Profesor en UNAM y UP. Especialista en materia electoral.
@MarcoBanos