/ jueves 23 de mayo de 2024

Nuevos medios de comunicación 

En la exitosa serie de televisión, Succession, un potentado de los medios de comunicación en Nueva York tiene problemas sobre a quién de sus hijos heredará su imperio mediático.

La serie también nos enseña el período histórico en que la televisión tradicional - abierta y por cable - empieza a perder terreno frente a las redes sociales y los servicios de películas y series por internet, como Netflix o HBO.

Aunque, por ser el líder en desarrollo tecnológico, en Estados Unidos ocurren primero las respuestas sociológicas a estos cambios, en nuestro mundo globalizado estas son inmediatamente reproducidas en casi todas las naciones.

Como sucede en el mundo retratado en la serie Succession, en México los medios tradicionales de comunicación se encuentran librando una cruenta batalla contra las nuevas formas de comunicación más descentralizadas, abiertas a la disrupción y a la promoción de la polémica.

De acuerdo con varios estudios, los jóvenes en todo el mundo han dejado de ver la televisión tradicional y ahora se concentran en escudriñar videos en las redes sociales y el internet. Esto quiere decir que son consumidores de noticias de una manera diferente a las de sus padres.

Todo lo cual quiere decir que estamos ante cambios cuantitativos y cualitativos que deben tomarse en cuenta en el diseño de una política pública que impulse la educación política y el consumo de noticias para promover la existencia de una ciudadanía bien informada.

Lo primero que habría que hacer es democratizar el acceso a laptops y celulares a la población. Sabemos que esto ha sucedido por sí mismo y que hoy casi nadie en México carece de un celular con acceso a la red global. Sin embargo, el acceso a internet todavía no es generalizado y hay zonas que no lo tienen o el acceso a él es muy complicado.

Lo segundo que hay que hacer es conformar un grupo interdisciplinario - quizás albergado en una o más universidades - que se dedique al estudio permanente de las macrotendencias en el desarrollo de los medios de comunicación que nos permita ajustarnos con tiempo a los cambios. Un ejemplo, entre muchos, es el desarrollo de las tecnología de la realidad virtual y la realidad aumentada. La posibilidad de habitar un espacio común con gente que habita en otras latitudes podría ser la siguiente gran revolución en las telecomunicaciones.

En tercer lugar, desde luego, consiste en poner al día la legislación en la materia. Aquí no se trata solamente de cambiar las Leyes para actualizarse, sino de tener un marco legal suficientemente flexible para acoplarse a las transformaciones tecnológicas en marcha.

Lo prudente no debe ser simplemente seguir ciegamente los cambios tecnológicos, sino mantener, a pesar de esta evolución vertiginosa, el ideal humanista de que el acceso a la información y a noticias es un requisito indispensable para la emancipación humana.


En la exitosa serie de televisión, Succession, un potentado de los medios de comunicación en Nueva York tiene problemas sobre a quién de sus hijos heredará su imperio mediático.

La serie también nos enseña el período histórico en que la televisión tradicional - abierta y por cable - empieza a perder terreno frente a las redes sociales y los servicios de películas y series por internet, como Netflix o HBO.

Aunque, por ser el líder en desarrollo tecnológico, en Estados Unidos ocurren primero las respuestas sociológicas a estos cambios, en nuestro mundo globalizado estas son inmediatamente reproducidas en casi todas las naciones.

Como sucede en el mundo retratado en la serie Succession, en México los medios tradicionales de comunicación se encuentran librando una cruenta batalla contra las nuevas formas de comunicación más descentralizadas, abiertas a la disrupción y a la promoción de la polémica.

De acuerdo con varios estudios, los jóvenes en todo el mundo han dejado de ver la televisión tradicional y ahora se concentran en escudriñar videos en las redes sociales y el internet. Esto quiere decir que son consumidores de noticias de una manera diferente a las de sus padres.

Todo lo cual quiere decir que estamos ante cambios cuantitativos y cualitativos que deben tomarse en cuenta en el diseño de una política pública que impulse la educación política y el consumo de noticias para promover la existencia de una ciudadanía bien informada.

Lo primero que habría que hacer es democratizar el acceso a laptops y celulares a la población. Sabemos que esto ha sucedido por sí mismo y que hoy casi nadie en México carece de un celular con acceso a la red global. Sin embargo, el acceso a internet todavía no es generalizado y hay zonas que no lo tienen o el acceso a él es muy complicado.

Lo segundo que hay que hacer es conformar un grupo interdisciplinario - quizás albergado en una o más universidades - que se dedique al estudio permanente de las macrotendencias en el desarrollo de los medios de comunicación que nos permita ajustarnos con tiempo a los cambios. Un ejemplo, entre muchos, es el desarrollo de las tecnología de la realidad virtual y la realidad aumentada. La posibilidad de habitar un espacio común con gente que habita en otras latitudes podría ser la siguiente gran revolución en las telecomunicaciones.

En tercer lugar, desde luego, consiste en poner al día la legislación en la materia. Aquí no se trata solamente de cambiar las Leyes para actualizarse, sino de tener un marco legal suficientemente flexible para acoplarse a las transformaciones tecnológicas en marcha.

Lo prudente no debe ser simplemente seguir ciegamente los cambios tecnológicos, sino mantener, a pesar de esta evolución vertiginosa, el ideal humanista de que el acceso a la información y a noticias es un requisito indispensable para la emancipación humana.