/ domingo 29 de mayo de 2022

Para una buena política, dialogo

MIRAR

Es claro que no soy militante de un partido político, ni es mi intención intervenir en su vida, a no ser que lesionaran derechos de Dios, del ser humano y de la Casa Común. Sin embargo, la política, en su sentido original, es la preocupación por la ciudad, por la ciudadanía, por la comunidad, y esa es responsabilidad de todos, de la que no podemos eximirnos. Y para nosotros, creyentes y pastores religiosos, el camino es Jesús. El no organizó a la gente para derrochar al invasor imperio romano; sin embargo, su palabra inspiró cómo debería ser la vida en comunidad, sin dominios injustos y arbitrarios. Con el tiempo, ese imperio se derrumbó. Comparto, pues, una reflexión del Papa Francisco sobre el diálogo político, porque ilumina mucho el momento del país, cuando ya se están moviendo las candidaturas para la sucesión presidencial, y próximamente habrá elecciones para gobernadores en varios Estados. Me da la impresión de que algunos candidatos se sobrevaloran a sí mismos, considerándose muy capaces para enfrentar los graves problemas nacionales, que nos tienen rebasados. Ojalá sean capaces de escuchar no sólo a sus incondicionales.

No olvido cuando, en mi anterior diócesis, durante la visita pastoral a la ciudad episcopal, cité a todos los dirigentes de los partidos políticos, para un diálogo muy explícito, con esta pregunta: Desde su punto de vista, ¿qué nos sugieren como diócesis para mejor nuestro servicio pastoral? Hablaron con toda libertad. Al final, me dijeron: Le rogamos que nos invite con más frecuencia a estos diálogos, porque sólo aquí, con Usted, no nos peleamos entre nosotros mismos, como acostumbramos, sino que pudimos platicar a gusto y con provecho. Se puede dialogar, sin pelear. Esa es la buena política. Quien sólo insulta y descalifica diariamente a todos, no sabe dialogar; se impone.

Cuando, en Chiapas, los partidos en el Congreso local intentaban ampliar más el aborto y abrir el camino a los mal llamados “matrimonios” homosexuales, los obispos de la Provincia, junto con los líderes del Consejo Interreligioso, solicitamos dialogar con los legisladores, para que escucharan nuestro punto de vista. El diálogo con los gobernantes y políticos no es para sacar ventajas, para hacer alianzas, para violar la laicidad del Estado, sino para buscar juntos lo más conveniente para la comunidad. ¡Cuánto tenemos que aprender a dialogar! Esa es la buena política, no la demagogia de quien más ofende, de quien más promete, de quien más cosas regala, de quien más apoyos sociales ofrece, a cambio de votos.

DISCERNIR

El Papa Francisco, en un discurso a los miembros de la Fraternidad Política Chemin Neuf, les dijo: “La política es ante todo el arte del encuentro. Ciertamente, este encuentro se vive acogiendo al otro y aceptando sus diferencias, en un diálogo respetuoso. Estamos llamados a vivir el encuentro político como un encuentro fraterno, especialmente con los que están menos de acuerdo con nosotros; y esto significa ver en aquel con quien dialogamos un verdadero hermano, un hijo amado de Dios”.

ACTUAR

Aprendamos a dialogar desde la familia. Es un arte y una ascesis. Es una virtud. Que los hijos vean que sus padres pueden discutir, esgrimir razones contradictorias, proponer opciones diferentes, pero se aman, se respetan, se valoran, se toman en cuenta, saben ceder. Es un aprendizaje de toda la vida, y un camino hacia una política madura y benéfica para la sociedad. Sólo así construimos la paz social, que tanta falta nos hace.

MIRAR

Es claro que no soy militante de un partido político, ni es mi intención intervenir en su vida, a no ser que lesionaran derechos de Dios, del ser humano y de la Casa Común. Sin embargo, la política, en su sentido original, es la preocupación por la ciudad, por la ciudadanía, por la comunidad, y esa es responsabilidad de todos, de la que no podemos eximirnos. Y para nosotros, creyentes y pastores religiosos, el camino es Jesús. El no organizó a la gente para derrochar al invasor imperio romano; sin embargo, su palabra inspiró cómo debería ser la vida en comunidad, sin dominios injustos y arbitrarios. Con el tiempo, ese imperio se derrumbó. Comparto, pues, una reflexión del Papa Francisco sobre el diálogo político, porque ilumina mucho el momento del país, cuando ya se están moviendo las candidaturas para la sucesión presidencial, y próximamente habrá elecciones para gobernadores en varios Estados. Me da la impresión de que algunos candidatos se sobrevaloran a sí mismos, considerándose muy capaces para enfrentar los graves problemas nacionales, que nos tienen rebasados. Ojalá sean capaces de escuchar no sólo a sus incondicionales.

No olvido cuando, en mi anterior diócesis, durante la visita pastoral a la ciudad episcopal, cité a todos los dirigentes de los partidos políticos, para un diálogo muy explícito, con esta pregunta: Desde su punto de vista, ¿qué nos sugieren como diócesis para mejor nuestro servicio pastoral? Hablaron con toda libertad. Al final, me dijeron: Le rogamos que nos invite con más frecuencia a estos diálogos, porque sólo aquí, con Usted, no nos peleamos entre nosotros mismos, como acostumbramos, sino que pudimos platicar a gusto y con provecho. Se puede dialogar, sin pelear. Esa es la buena política. Quien sólo insulta y descalifica diariamente a todos, no sabe dialogar; se impone.

Cuando, en Chiapas, los partidos en el Congreso local intentaban ampliar más el aborto y abrir el camino a los mal llamados “matrimonios” homosexuales, los obispos de la Provincia, junto con los líderes del Consejo Interreligioso, solicitamos dialogar con los legisladores, para que escucharan nuestro punto de vista. El diálogo con los gobernantes y políticos no es para sacar ventajas, para hacer alianzas, para violar la laicidad del Estado, sino para buscar juntos lo más conveniente para la comunidad. ¡Cuánto tenemos que aprender a dialogar! Esa es la buena política, no la demagogia de quien más ofende, de quien más promete, de quien más cosas regala, de quien más apoyos sociales ofrece, a cambio de votos.

DISCERNIR

El Papa Francisco, en un discurso a los miembros de la Fraternidad Política Chemin Neuf, les dijo: “La política es ante todo el arte del encuentro. Ciertamente, este encuentro se vive acogiendo al otro y aceptando sus diferencias, en un diálogo respetuoso. Estamos llamados a vivir el encuentro político como un encuentro fraterno, especialmente con los que están menos de acuerdo con nosotros; y esto significa ver en aquel con quien dialogamos un verdadero hermano, un hijo amado de Dios”.

ACTUAR

Aprendamos a dialogar desde la familia. Es un arte y una ascesis. Es una virtud. Que los hijos vean que sus padres pueden discutir, esgrimir razones contradictorias, proponer opciones diferentes, pero se aman, se respetan, se valoran, se toman en cuenta, saben ceder. Es un aprendizaje de toda la vida, y un camino hacia una política madura y benéfica para la sociedad. Sólo así construimos la paz social, que tanta falta nos hace.