V. Consideraciones finales
A lo largo de esta secuencia sobre “Poder y psicopatía”, evoqué a los cuatro casos más dantescos de líderes psicópatas que la historia del siglo XX conoció y padeció: Mussolini, Hitler, Stalin y Mao y cuya maldad en algunos casos apenas comienza a conocerse. Sin embargo, no son los únicos, porque si algo termina siendo dolorosamente evidente es que la mayoría de quienes llegan a convertirse en líderes políticos corren el riesgo de desarrollar un alto grado de psicopatía.
9No olvidemos que desde el momento en que el ser humano comenzó a ser tentado por el poder, terminó siendo su víctima propiciatoria, al ser el poder mismo una de las vías más peligrosas y efectivas para corroer la moral humana, a tal punto que, una vez succionado un individuo dentro de su espiral, no hay retorno, porque cuando un líder se ha permitido beber de su veneno, ha demostrado que carece de empatía y que es capaz de controlar a los demás. Manipulación a la que fortalece cuando fomenta un carisma icónico, a partir de impulsar un culto extremo a su personalidad al hacer creer a la sociedad que es una especie de Dios o Mesías.
Liderazgo político que se finca en el éxito del manejo descarnado de la voluntad de todos aquellos que sucumben a la subyugación de falsaria del logorreico líder psicópata. Un discurso doloso y fraudulento, carente de verdad porque simplemente no existe tal verdad, pero nadie como ellos, los camaleónicos, egoístas y perversos líderes psicópatas, para lograr cautivar, seducir, embaucar e hipnotizar a las masas a las que convierten en hordas acríticas radicales, promotoras fanáticas de sus postulados falaces fincados en la mentira y mendacidad. ¿Acaso no sienten remordimiento? No. No lo conocen, como tampoco la empatía y el arrepentimiento, la compasión y la solidaridad, el temor y el miedo. Ellos tienen su propia moral y su propio código ético, en los que la insensibilidad y la cauterización del alma son los sellos distintivos, al ser seres en los que el cálculo material y la frialdad espiritual se imponen por sobre cualquier otro tipo de valor.
¿Cómo logran atrapar a sus masas fanáticas? A través de un discurso que incoa la polarización social a partir de la distorsión de la realidad y de catapultar la existencia de latentes resentimientos añejos, construyendo una neo historia no desde la integración social sino desde la segmentación entre los que son leales al discurso psicopático del líder y la estigmatización de los que no solo no comparten, sino que “ponen en riesgo” la vigencia de su falsa verdad. Así pues, no importa la fuerza de los argumentos que les sean adversos, basta para sus seguidores abducidos la palabra del líder para que la descalificación se imponga como un dogma. Sucedió con la voz del Duce, del Führer, de Koba, del Timonel, del líder llámese como se llame (Fidel Castro, Hugo Chávez, Pol Pot, el nombre es lo de menos): es la voz que encarna la “luz de la esperanza” de una parte de la sociedad que por fin ha escuchado lo que quiere escuchar, sin cuestionar si es o no fidedigna.
Sí, porque el discurso lo es todo para estos líderes. Estudiosos de la psicopatía como Santiago Genovés e Iñaki Piñuel han subrayado cómo su retórica es su mayor y más eficaz arma. Un arma que confunde y enreda, que logra capitalizar toda situación adversa en beneficio propio, al grado que la auto victimización se convierte en parte esencial del mensaje de todo líder psicópata, en tato que la sociedad que hace suyo su discurso termina atrapada dentro de una burbuja de irrealidad de la que ni puede ni mucho menos quiere salir, por más evidencias que se le muestren. Es tal su grado de confusión y adhesión al credo del líder que la disonancia cognitiva se convierte en parte de su propia existencia e identidad, a tal grado que estos individuos terminan desarrollando un estado alterado de la conducta y siendo inoculados por la propia psicopatía de su líder. Un ejemplo por demás revelador lo destaca Piñuel cuando alude al experimento de Milgram, por el cual se demostró cómo la obediencia irreflexiva de un sujeto así puede llegar a ser tan ciega que no se rebele ante una orden de la autoridad, por más injusta e inhumana que sea, llegando sólo a ser el 8% de los individuos los que logran reaccionar a tiempo antes de ser engullidos también ellos por la perversa psicopatía del líder.
¿Qué hacer? Volver una y otra vez a la historia que nunca dejará de ser nuestra maestra, pues sí como los ciclos son recurrentes también ciertas personalidades humanas lo son. Por tanto, es menester estar alertas. Detectar a tiempo las luces ámbares y rojas de las conductas y actuar de quienes nos rodean. Ser parte de ese 8% al que Milgram aludió y que antepuso los valores más elevados del ser humano frente a la criminal irracionalidad. Y, ante todo, no olvidar que un psicópata puede estar más cerca de nosotros de lo que creemos y si lo infravaloramos, puede llegar a ser demasiado tarde y acarrear consecuencias funestas para nuestro futuro y el de la humanidad.
bettyzanolli@gmail.com
X: @BettyZanolli
Youtube: bettyzanolli