/ viernes 12 de julio de 2019

Sin gafete | El principio del fin… de los intocables

A Juan Collado se le veía en revistas de sociales, en la ostentación, al lado de poderosos, rodeado de signos de éxito.

Sus honorarios como abogado eran estratosféricos, y sus clientes personajes caídos en desgracia que podían pagarlos.

Su historia, hasta el martes 9 de julio de 2019, era una suma de trofeos, un exceso de dinero, una licitud permanente, incluso aplaudida. No parecía faltarle nada.

Lo detuvieron junto, cerca, en el mismo lugar donde estaba Carlos Romero Deschamps. Y por momentos la historia parecía ser, una vez más, la del abogado que acompaña a su cliente. Sin asimilar que era el “presunto responsable”, que estaba en el lugar del acusado, Collado iba a infartarse.

De ese tamaño era su incredulidad. Un “intocable” estaba frente a un juez que no mostraba la mínima benevolencia, que dictaminó que seis meses encarcelados eran el principio de su futuro.

Todo esto por un asunto tan escabroso como pleno de complicidades, al más alto nivel.

Por eso surgieron los primeros nombres. Que tal vez no estén metidos en el tema, pero que son, lo demostraron, muy cercanos al abogado. Expresidentes de la República, para mayor precisión. Que fácilmente pueden ser sus socios.

Collado cometió el inmenso pecado de la ostentación. Como si no viese a su alrededor la procesión, lo que está sucediendo en un país donde ya no se hacen negocios en la oficina del Presidente, cuando se prohíbe cualquier expresión de influyentismo.

López Obrador no perdona los excesos del poder que hemos padecido. No tiene cabida para la corrupción, más allá del discurso. Y lo que hizo Juan Collado fue magnificar su condición de protagonista de ese poder corrupto, de socio de los poderosos para defenderlos, y también para ganar millones de pesos a su lado.

Lo que dice el expediente, las primeras hojas de una acusación que debe constar de miles de palabras, es que impunemente se embolsó millones de pesos en una operación fraudulenta, que necesariamente tuvo “visto bueno” de muchas autoridades. Esto en Querétaro, donde viven los pudientes que quieren “tranquilidad”. Es tan absurdo el relato de los muchos millones de pesos de los que despojaron a una persona, que tiene que ser real.

Las fiestas familiares, sobre todo las bodas, fueron por muchos años, un escaparate para demostrar la fuerza política del anfitrión. Y Collado puso en la misma mesa a Peña Nieto, a Romero Deschamps, a ministros de la Suprema Corte, entre otros. Reunió todo aquello que abomina el Presidente.

¿Se equivocó en esto? Supongo que cualquier ciudadano puede hacer lo que le venga en gana con sus ostentaciones, gastar millones de pesos, invitar a personajes cuestionados públicamente… si no tiene cola que le pisen.

Lo que midió mal, terriblemente mal, Juan Collado fue la dimensión de los esqueletos escondidos en sus armarios. Tanto no se puede, menos todavía en un tiempo de cambio político tan profundo. Hombre de leyes, no imaginó la fuerza de la ley… con permiso superior.

Cómo dice la canción se confundió: Creyó que el mar era cielo… Se confundió de Presidente…

En Tuiter: @isabelarvide Blog: EstadoMayor.mx Página: isabelarvide.com


A Juan Collado se le veía en revistas de sociales, en la ostentación, al lado de poderosos, rodeado de signos de éxito.

Sus honorarios como abogado eran estratosféricos, y sus clientes personajes caídos en desgracia que podían pagarlos.

Su historia, hasta el martes 9 de julio de 2019, era una suma de trofeos, un exceso de dinero, una licitud permanente, incluso aplaudida. No parecía faltarle nada.

Lo detuvieron junto, cerca, en el mismo lugar donde estaba Carlos Romero Deschamps. Y por momentos la historia parecía ser, una vez más, la del abogado que acompaña a su cliente. Sin asimilar que era el “presunto responsable”, que estaba en el lugar del acusado, Collado iba a infartarse.

De ese tamaño era su incredulidad. Un “intocable” estaba frente a un juez que no mostraba la mínima benevolencia, que dictaminó que seis meses encarcelados eran el principio de su futuro.

Todo esto por un asunto tan escabroso como pleno de complicidades, al más alto nivel.

Por eso surgieron los primeros nombres. Que tal vez no estén metidos en el tema, pero que son, lo demostraron, muy cercanos al abogado. Expresidentes de la República, para mayor precisión. Que fácilmente pueden ser sus socios.

Collado cometió el inmenso pecado de la ostentación. Como si no viese a su alrededor la procesión, lo que está sucediendo en un país donde ya no se hacen negocios en la oficina del Presidente, cuando se prohíbe cualquier expresión de influyentismo.

López Obrador no perdona los excesos del poder que hemos padecido. No tiene cabida para la corrupción, más allá del discurso. Y lo que hizo Juan Collado fue magnificar su condición de protagonista de ese poder corrupto, de socio de los poderosos para defenderlos, y también para ganar millones de pesos a su lado.

Lo que dice el expediente, las primeras hojas de una acusación que debe constar de miles de palabras, es que impunemente se embolsó millones de pesos en una operación fraudulenta, que necesariamente tuvo “visto bueno” de muchas autoridades. Esto en Querétaro, donde viven los pudientes que quieren “tranquilidad”. Es tan absurdo el relato de los muchos millones de pesos de los que despojaron a una persona, que tiene que ser real.

Las fiestas familiares, sobre todo las bodas, fueron por muchos años, un escaparate para demostrar la fuerza política del anfitrión. Y Collado puso en la misma mesa a Peña Nieto, a Romero Deschamps, a ministros de la Suprema Corte, entre otros. Reunió todo aquello que abomina el Presidente.

¿Se equivocó en esto? Supongo que cualquier ciudadano puede hacer lo que le venga en gana con sus ostentaciones, gastar millones de pesos, invitar a personajes cuestionados públicamente… si no tiene cola que le pisen.

Lo que midió mal, terriblemente mal, Juan Collado fue la dimensión de los esqueletos escondidos en sus armarios. Tanto no se puede, menos todavía en un tiempo de cambio político tan profundo. Hombre de leyes, no imaginó la fuerza de la ley… con permiso superior.

Cómo dice la canción se confundió: Creyó que el mar era cielo… Se confundió de Presidente…

En Tuiter: @isabelarvide Blog: EstadoMayor.mx Página: isabelarvide.com