/ miércoles 26 de agosto de 2020

Triples jornadas y regreso a clases

Esta semana llega con cierto estrés para todas y todos los que estamos a cargo de educar a hijas e hijos pequeños. A 86 días de “nueva normalidad” y la apertura paulatina de centros de trabajo, llegó el momento de “regresar a clases”, y, por primera vez, ello no implica regresar a las escuelas.

Datos de la UNICEF indican que 90% de las y los estudiantes del mundo vieron interrumpida su educación debido a la pandemia. A pesar de que desde abril la UNESCO, UNICEF, Banco Mundial y el Programa Mundial de Alimentos han publicado un marco de recomendaciones para el regreso seguro, con más de 500 mil casos de COVID19 confirmados en el país, este escenario parece lejano.

La solución dirigida a 30 millones de estudiantes implementada en México es, aprovechando el alcance masivo de la televisión, organizar programas a manera de clases para que niñas y niños puedan continuar con sus estudios de manera segura y, quizá, mitigar algunos de los efectos que esta contingencia ha marcado en su desarrollo.

Pero existen más desafíos que se nos presentan a madres y padres en esta modalidad de clases a distancia, sobre todo para la población en educación básica (preescolar, primaria y secundaria). El acceso a televisión abierta, o dispositivos para ello, es solo uno de tantos, entre la organización de espacios, la necesidad de coordinarse al interior de cada familia para cumplir con los roles y los horarios de enseñanza de hijos e hijas, que con recursos limitados podría llevar a decisiones de favorecer la educación de niños sobre la de las niñas, hasta la compra y revisión de los útiles escolares, pasando por la necesidad de aprender sobre la marcha el manejo de aplicaciones, plataformas y demás recursos digitales.

La pandemia ha exacerbado los problemas de desigualdad en torno a la economía del cuidado, y la urgencia para dar soluciones. ONU Mujeres, CEPAL, OEA y OIT se han pronunciado para visibilizar el problema que enfrentan las mujeres a las que, tradicionalmente, se nos adjudican las tareas relacionadas con los cuidados de la familia y el hogar, normalmente no remuneradas, y alertan a la comunidad internacional sobre el riesgo palpable de retroceso de los derechos alcanzados, tras la creciente carga de trabajo que impacta negativamente sobre la vida de las mujeres al no haber una distribución equitativa de labores domésticas y de cuidados, que ahora incluyen la educación en casa.

Aunado a esto, según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, hay más de 8 millones de madres con trabajo formal, que tienen 1 a 2 hij@s y más de 6 millones tienen de 3 a 5. Para todas, urgen medidas institucionales que hagan visible esta situación y eviten la deserción laboral y la agudización de la carga de triples jornadas, así como prácticas que atenten contra los lentos avances que tanto nos han costado consolidar.

#RegresoAClases

#EconomíaDelCuidado #TrabajoNoRemunerado

#TriplesJornadas

Esta semana llega con cierto estrés para todas y todos los que estamos a cargo de educar a hijas e hijos pequeños. A 86 días de “nueva normalidad” y la apertura paulatina de centros de trabajo, llegó el momento de “regresar a clases”, y, por primera vez, ello no implica regresar a las escuelas.

Datos de la UNICEF indican que 90% de las y los estudiantes del mundo vieron interrumpida su educación debido a la pandemia. A pesar de que desde abril la UNESCO, UNICEF, Banco Mundial y el Programa Mundial de Alimentos han publicado un marco de recomendaciones para el regreso seguro, con más de 500 mil casos de COVID19 confirmados en el país, este escenario parece lejano.

La solución dirigida a 30 millones de estudiantes implementada en México es, aprovechando el alcance masivo de la televisión, organizar programas a manera de clases para que niñas y niños puedan continuar con sus estudios de manera segura y, quizá, mitigar algunos de los efectos que esta contingencia ha marcado en su desarrollo.

Pero existen más desafíos que se nos presentan a madres y padres en esta modalidad de clases a distancia, sobre todo para la población en educación básica (preescolar, primaria y secundaria). El acceso a televisión abierta, o dispositivos para ello, es solo uno de tantos, entre la organización de espacios, la necesidad de coordinarse al interior de cada familia para cumplir con los roles y los horarios de enseñanza de hijos e hijas, que con recursos limitados podría llevar a decisiones de favorecer la educación de niños sobre la de las niñas, hasta la compra y revisión de los útiles escolares, pasando por la necesidad de aprender sobre la marcha el manejo de aplicaciones, plataformas y demás recursos digitales.

La pandemia ha exacerbado los problemas de desigualdad en torno a la economía del cuidado, y la urgencia para dar soluciones. ONU Mujeres, CEPAL, OEA y OIT se han pronunciado para visibilizar el problema que enfrentan las mujeres a las que, tradicionalmente, se nos adjudican las tareas relacionadas con los cuidados de la familia y el hogar, normalmente no remuneradas, y alertan a la comunidad internacional sobre el riesgo palpable de retroceso de los derechos alcanzados, tras la creciente carga de trabajo que impacta negativamente sobre la vida de las mujeres al no haber una distribución equitativa de labores domésticas y de cuidados, que ahora incluyen la educación en casa.

Aunado a esto, según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, hay más de 8 millones de madres con trabajo formal, que tienen 1 a 2 hij@s y más de 6 millones tienen de 3 a 5. Para todas, urgen medidas institucionales que hagan visible esta situación y eviten la deserción laboral y la agudización de la carga de triples jornadas, así como prácticas que atenten contra los lentos avances que tanto nos han costado consolidar.

#RegresoAClases

#EconomíaDelCuidado #TrabajoNoRemunerado

#TriplesJornadas