Arqueólogos mexicanos descubrieron una cueva con cientos de reliquias arqueológicas que podrían develar los misterios de la fascinante ciudad y centro ceremonial maya de Chichén Itzá, situada en la Península de Yucatán, informó este lunes el científico encargado del proyecto.
En ese "espacio místico" denominado Balamkú y considerado como un "tesoro científico" se han encontrado siete ofrendas constituidas por incensarios de cerámica "tipo Tláloc" -es decir, con rasgos similares a la imagen del dios de la lluvia en la cosmovisión maya-, y otros objetos, dijo en conferencia el investigador Guillermo de Anda.
En 2018 al menos 14 especialistas del proyecto GAM (Gran Acuífero Maya) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) lo redescubrieron; a su juicio, se trata de uno de los hallazgos más importantes para comprender la historia de Chichén Itzá, incluso más que la cueva de Balamkanché.
En conferencia de prensa Guillermo de Anda, investigador de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH, comentó que la cueva no ha sido saqueada y que acceder a ella fue muy difícil, pues tuvieron que introducirse por grietas de máximo 40 centímetros de circunferencia.
“En la cueva están creciendo estalagmitas lo cual no habla de un gran estado de preservación de la cueva. Si hubiera habido una alteración se notaría de inmediato. Es un lugar magnífico, algunas de las vasijas están fragmentadas y puede ser por efecto natural o a causa de un proceso de matado ritual”, explicó.
A la fecha los expertos han encontrado siete ofrendas con incensarios y vasijas que conservan restos carbonizados, alimentos, semillas, jade, concha y huesos que los antiguos mayas ofrendaban a sus dioses.
“Esto va a cambiar la noción que tenemos de Chichén Itzá porque nos dará respuestas muy concretas, sobre todo a cronologías cerámicas. La cueva ha sido explorada apenas en una tercera parte, lo que significa que estamos empezando y que viene el trabajo más duro”, anadió de Anda.
"Entrañas de los dioses"
Ellos creen que los objetos encontrados en las ofrendas fueron llevados al sitio a través de esos "tortuosos" caminos hasta las cámaras de las cuevas donde seguramente creían que estaban "las entrañas de los dioses" suplicándoles, probablemente, "que hubiera agua".
Los expertos creen que los incensarios de mayor tamaño podrían corresponder al Clásico Tardío (años 700-800 de nuestra era) y Clásico Terminal (800-1000 de nuestra era).
"No se descarta la posible presencia de materiales más antiguos, incluidos restos óseos humanos, debajo de los lodos y sedimentos", concluyó el arqueólogo.
Guillermo de Anda contó que los mayas que habitan actualmente en la Península de Yucatán le advirtieron que una venenosa víbora de coral era la guardiana de la caverna.
Y en efecto un reptil de ese grupo les bloqueó el acceso durante cuatro días.
Por petición de los actuales mayas que viven en los alrededores del sitio arqueológico, el grupo de arqueólogos realizó una ceremonia espiritual "de desagravio" que duró seis horas para evitar catástrofes por ingresar en la cueva. Related content
Los lugareños sostienen que el primer arqueólogo que selló la cueva hizo el mismo ritual pero duró dos días.
En lengua maya, Balamkú significa "dios jaguar", en alusión al atributo divino que los antiguos mayas asociaron a este animal mítico, el cual tenía la capacidad de entrar o salir del inframundo.