/ miércoles 22 de febrero de 2017

Givenchy, leyenda de la alta costura, cumplió 90 años

Hubert de Givenchy, una leyenda de la alta costura que vistió a Audrey Hepburn, Jackie Kennedy y Grace Kelly, cumplió ayer 90 años encumbrado como una indispensable referencia del mundo de la moda.

Nacido en el seno de una familia aristocrática en Beauvais, a unos 80 kilómetros al noroeste de París, el modisto se retiró de escena en 1995, pero se mantiene aún como uno de los grandes estandartes de la eclosión en los 50 del “prêt-à-porter” de alta gama, una moda mucho más informal, pero con todos los estándares de calidad.

Por ello, Givenchy, discípulo del español Cristóbal Balenciaga, está considerado un pionero en la moda de la segunda mitad del siglo XX, la que estaba todavía íntimamente ligada al oficio artesanal, y sus piezas marcaron un punto de inflexión.

Después de él, vinieron nombres actualmente consagrados como Yves Saint Laurent, Valentino, Karl Lagerfeld, Dolce&Gabanna, Donatella Versace o Giorgio Armani.

A pesar de que su familia poseía una próspera fábrica tapices, Givenchy prefirió irse a París a estudiar costura. Contaba solo con 17 años y fue un simbólico gesto de rebeldía en una época en la que estudiar moda se veía con recelo.

Como integrante de la escuela nacional superior de Bellas Artes, aprende el oficio con Jacques Fath, Robert Piguet, Lucien Lelong y Elsa Schiaparelli, la diseñadora-artista inscrita en el movimiento surrealista.

En 1952, el Givenchy veinteañero lanza otro órdago y funda su propia “maison”, en el número 8 de la calle Alfred-de-Vigny, en el octavo distrito de París.

Gracias a su directora de relaciones con los medios, la modelo Bettina Graziani, organiza el primer desfile de alta costura de la casa.

Givenchy crea “los separables”, faldas ligeras combinadas con blusas de algodón voluminosas. El concepto de lo “relajado chic” había nacido.

Dos años más tarde, crea su primera línea de “prêt-à-porter” de lujo bautizada “Givenchy Université”.

El éxito de sus creaciones le sirven para ganarse portadas como las de la revista “Elle” y las actrices del Hollywood y otras celebridades se pelean por contar con él.

Lauren Bacall, Greta Garbo, Jeanne Moreau, Elisabeth Taylor, Marlène Dietrich, Jacqueline Kennedy-Onassis, la princesa Grace de Mónaco se visten con creaciones de Givenchy.

Pero es con Audrey Hepburn, a la que conoce en 1953 durante las pruebas de vestuario de la película “Sabrina”, con la que tiene la relación profesional y personal más intensa que se prolonga durante décadas.

El icónico vestido negro que Hepburn lleva en “Desayuno con Diamantes” es obra del diseñador francés. En 1957, el tándem Givenchy-Hepburn rompe moldes. El creador invita a su actriz y musa a que promocione el primer perfume del diseñador, “L’Interdit”.

Se trató de la primera estrella de cine que dio su imagen a un perfume y el éxito fue rotundo.

En 1973, impulsa su línea de moda masculina “Gentleman Givenchy” y en 1978 sus colegas de profesión le premian con el prestigioso “Dé d’or” (“Dedal de Oro”) de la alta costura.

En 1988, integra su marca Givenchy al grupo de lujo francés Louis Vuitton-Moët Hennessy (LVMH) hasta que en 1995 se retira del mundo de la moda hastiado de la deriva del mundo de la moda.

“La pasarela de ahora es muy vulgar”, opinó en una entrevista concedida en 2014 cuando promocionó en Madrid una exposición sobre sus creaciones en el Museo Thyssen-Bornemisza.

Givenchy, que ha compartido su vida con el también modisto Philippe Venet, resume su filosofía de moda en un pragmático lema.

“El vestido debe acomodarse al cuerpo de la mujer, no el cuerpo de la mujer a las formas del vestido”.

Hubert de Givenchy, una leyenda de la alta costura que vistió a Audrey Hepburn, Jackie Kennedy y Grace Kelly, cumplió ayer 90 años encumbrado como una indispensable referencia del mundo de la moda.

Nacido en el seno de una familia aristocrática en Beauvais, a unos 80 kilómetros al noroeste de París, el modisto se retiró de escena en 1995, pero se mantiene aún como uno de los grandes estandartes de la eclosión en los 50 del “prêt-à-porter” de alta gama, una moda mucho más informal, pero con todos los estándares de calidad.

Por ello, Givenchy, discípulo del español Cristóbal Balenciaga, está considerado un pionero en la moda de la segunda mitad del siglo XX, la que estaba todavía íntimamente ligada al oficio artesanal, y sus piezas marcaron un punto de inflexión.

Después de él, vinieron nombres actualmente consagrados como Yves Saint Laurent, Valentino, Karl Lagerfeld, Dolce&Gabanna, Donatella Versace o Giorgio Armani.

A pesar de que su familia poseía una próspera fábrica tapices, Givenchy prefirió irse a París a estudiar costura. Contaba solo con 17 años y fue un simbólico gesto de rebeldía en una época en la que estudiar moda se veía con recelo.

Como integrante de la escuela nacional superior de Bellas Artes, aprende el oficio con Jacques Fath, Robert Piguet, Lucien Lelong y Elsa Schiaparelli, la diseñadora-artista inscrita en el movimiento surrealista.

En 1952, el Givenchy veinteañero lanza otro órdago y funda su propia “maison”, en el número 8 de la calle Alfred-de-Vigny, en el octavo distrito de París.

Gracias a su directora de relaciones con los medios, la modelo Bettina Graziani, organiza el primer desfile de alta costura de la casa.

Givenchy crea “los separables”, faldas ligeras combinadas con blusas de algodón voluminosas. El concepto de lo “relajado chic” había nacido.

Dos años más tarde, crea su primera línea de “prêt-à-porter” de lujo bautizada “Givenchy Université”.

El éxito de sus creaciones le sirven para ganarse portadas como las de la revista “Elle” y las actrices del Hollywood y otras celebridades se pelean por contar con él.

Lauren Bacall, Greta Garbo, Jeanne Moreau, Elisabeth Taylor, Marlène Dietrich, Jacqueline Kennedy-Onassis, la princesa Grace de Mónaco se visten con creaciones de Givenchy.

Pero es con Audrey Hepburn, a la que conoce en 1953 durante las pruebas de vestuario de la película “Sabrina”, con la que tiene la relación profesional y personal más intensa que se prolonga durante décadas.

El icónico vestido negro que Hepburn lleva en “Desayuno con Diamantes” es obra del diseñador francés. En 1957, el tándem Givenchy-Hepburn rompe moldes. El creador invita a su actriz y musa a que promocione el primer perfume del diseñador, “L’Interdit”.

Se trató de la primera estrella de cine que dio su imagen a un perfume y el éxito fue rotundo.

En 1973, impulsa su línea de moda masculina “Gentleman Givenchy” y en 1978 sus colegas de profesión le premian con el prestigioso “Dé d’or” (“Dedal de Oro”) de la alta costura.

En 1988, integra su marca Givenchy al grupo de lujo francés Louis Vuitton-Moët Hennessy (LVMH) hasta que en 1995 se retira del mundo de la moda hastiado de la deriva del mundo de la moda.

“La pasarela de ahora es muy vulgar”, opinó en una entrevista concedida en 2014 cuando promocionó en Madrid una exposición sobre sus creaciones en el Museo Thyssen-Bornemisza.

Givenchy, que ha compartido su vida con el también modisto Philippe Venet, resume su filosofía de moda en un pragmático lema.

“El vestido debe acomodarse al cuerpo de la mujer, no el cuerpo de la mujer a las formas del vestido”.

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