/ domingo 26 de julio de 2020

Reeditan aventuras de Belascoarán

El México de finales de los sesenta, cuando comenzó a abordar el género, no es distinto al de hoy, dice Taibo II

Tenía 20 años cuando comenzó a escribir su primera novela policiaca. Por entonces, Paco Ignacio Taibo II era un joven agreste y líder de la Cooperativa de Cine Marginal, un colectivo emergido de la UNAM que tenía como propósito documentar las luchas obreras de México.

Aquel joven no podía negar su sangre combativa. Diez años antes, había huido de España con su familia a causa del franquismo. Entonces llegó a México, su refugio. Y de la mano de su padre y de la convulsa realidad latinoamericana, aprendió de socialismo, anarquía, democracia y liberalismo social: las piedras angulares de su pensamiento. Quizás por eso detestaba todo lo que oliera a abuso de poder. Además, aún tenía frescos los recuerdos de Tlatelolco. El 68 fue un parteaguas en su vida; allí conoció la vocación social del que sería su oficio venidero: la literatura.

Hoy, ese muchacho es director del Fondo de Cultura Económica (FCE) y eje fundamental de las políticas culturales del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Y ahora que voltea la mirada hacia el pasado, confiesa que nunca imaginó que ese chapuzón creativo en el género negro derivaría en una de las series policiacas más exitosas de la literatura nacional. Porque lo que comenzó como un libro, acabó en una colección de nueve novelas: Días de combate (1976), Cosa fácil (1977), Algunas nubes (1980), No habrá final feliz (1981), Regreso a la misma ciudad y bajo la lluvia (1989), Amorosos fantasmas (1989), Sueños de frontera (1990), Desvanecidos difuntos (1991) y Adiós, Madrid (1993).

Todos esos títulos son reeditados por editorial Planeta en una colección llamada “La Negra”, la cual ya está disponible en las librerías para quien quiera seguir las peripecias del detective Héctor Belascoarán Shayne, quien fue creado por Taibo II en un México violento y corrupto, condiciones que no han cambiado mucho en 2020.

¿Por qué relanzar esta serie de novelas a casi 45 años de que se publicara la primera de ellas?

Yo no sé, pregúntenle a la editorial. Yo creo que porque siguen vivas y porque tienen lectores. Es la vigesimoquinta vez que se reedita la serie de Belascoarán. ¿Por qué seguir haciéndolo a través de otros formatos? Porque queremos que se sumen las nuevas generaciones de lectores.

¿Por qué ha habido un crecimiento en la cantidad de autores que escriben novelas policiacas?

Se debe a que, en los últimos tiempos, la novela negra mexicana hace un doble retrato. Por un lado, es un retrato muy posante y crítico de la sociedad. Y por el otro, es un género que tiene un encanto anecdótico que crea en el lector una especie de necesidad de acompañar al autor en la historia. Funciona bien el llamado a la intriga.

Sus novelas están ubicadas en un México del pasado, pero que conserva elementos que no caducan, como la violencia, la impunidad y la corrupción… ¿Cómo es el proceso de escribir una novela policiaca en un país tan caótico?

Esa misma pregunta me la hicieron hace 40 años. ¿Cómo hacer novela negra en un país donde la policía es corrupta? Pues por eso precisamente lo hice con más razón. La literatura es un enfrentamiento con la realidad. Acabo de revisar mis novelas gracias a esta nueva edición, y lamentablemente los temas que abordan se mantienen vivos. La primera novela habla sobre un asesino de mujeres. La segunda, sobre el fantasma de Zapata. La tercera, sobre la historia de un crimen de Estado, como fue el de los Halcones. Y así podemos seguir mencionando una por una. Esos temas no desaparecen…

Claro, aunque también es cierto que los índices de violencia han aumentado desde que comenzó la guerra contra el crimen organizado, sin importar qué gobierno esté en turno…

Sí, pero al mismo tiempo vemos una transformación en la participación ciudadana. El México híper autoritario en que yo viví, bajo los gobiernos de Echeverría o de Díaz Ordaz, ya no existe: se lo llevó pifas.

¿Entonces considera que vivimos en un país más democrático?

Claro.

¿De qué manera permea la barbarie en la literatura que están haciendo los escritores mexicanos?

Yo creo que la literatura debe explorar los orígenes de la barbarie. Cuando desde la escritura enfrentas el tema de la violencia contra las mujeres, lo tienes que enfrentar desde una visión cultural, porque hay una cultura machista, autoritaria y represiva en el fondo de los negros corazones de quienes ejercen esa violencia.

¿La literatura puede ser política?

No le queda de otra, no hay manera de evadirlo. ¿Cómo demonios puedes hacer novela policiaca evadiendola componente política de la violencia? La literatura, como todos los actos que realiza el ser humano, tiene un elemento político. Lo que pasa es que tienes que aprender a no subordinar los contenidos de la creación a los contenidos del mensaje político. Porque si no, haces pedagogía, y no creación cultural.

Tenía 20 años cuando comenzó a escribir su primera novela policiaca. Por entonces, Paco Ignacio Taibo II era un joven agreste y líder de la Cooperativa de Cine Marginal, un colectivo emergido de la UNAM que tenía como propósito documentar las luchas obreras de México.

Aquel joven no podía negar su sangre combativa. Diez años antes, había huido de España con su familia a causa del franquismo. Entonces llegó a México, su refugio. Y de la mano de su padre y de la convulsa realidad latinoamericana, aprendió de socialismo, anarquía, democracia y liberalismo social: las piedras angulares de su pensamiento. Quizás por eso detestaba todo lo que oliera a abuso de poder. Además, aún tenía frescos los recuerdos de Tlatelolco. El 68 fue un parteaguas en su vida; allí conoció la vocación social del que sería su oficio venidero: la literatura.

Hoy, ese muchacho es director del Fondo de Cultura Económica (FCE) y eje fundamental de las políticas culturales del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Y ahora que voltea la mirada hacia el pasado, confiesa que nunca imaginó que ese chapuzón creativo en el género negro derivaría en una de las series policiacas más exitosas de la literatura nacional. Porque lo que comenzó como un libro, acabó en una colección de nueve novelas: Días de combate (1976), Cosa fácil (1977), Algunas nubes (1980), No habrá final feliz (1981), Regreso a la misma ciudad y bajo la lluvia (1989), Amorosos fantasmas (1989), Sueños de frontera (1990), Desvanecidos difuntos (1991) y Adiós, Madrid (1993).

Todos esos títulos son reeditados por editorial Planeta en una colección llamada “La Negra”, la cual ya está disponible en las librerías para quien quiera seguir las peripecias del detective Héctor Belascoarán Shayne, quien fue creado por Taibo II en un México violento y corrupto, condiciones que no han cambiado mucho en 2020.

¿Por qué relanzar esta serie de novelas a casi 45 años de que se publicara la primera de ellas?

Yo no sé, pregúntenle a la editorial. Yo creo que porque siguen vivas y porque tienen lectores. Es la vigesimoquinta vez que se reedita la serie de Belascoarán. ¿Por qué seguir haciéndolo a través de otros formatos? Porque queremos que se sumen las nuevas generaciones de lectores.

¿Por qué ha habido un crecimiento en la cantidad de autores que escriben novelas policiacas?

Se debe a que, en los últimos tiempos, la novela negra mexicana hace un doble retrato. Por un lado, es un retrato muy posante y crítico de la sociedad. Y por el otro, es un género que tiene un encanto anecdótico que crea en el lector una especie de necesidad de acompañar al autor en la historia. Funciona bien el llamado a la intriga.

Sus novelas están ubicadas en un México del pasado, pero que conserva elementos que no caducan, como la violencia, la impunidad y la corrupción… ¿Cómo es el proceso de escribir una novela policiaca en un país tan caótico?

Esa misma pregunta me la hicieron hace 40 años. ¿Cómo hacer novela negra en un país donde la policía es corrupta? Pues por eso precisamente lo hice con más razón. La literatura es un enfrentamiento con la realidad. Acabo de revisar mis novelas gracias a esta nueva edición, y lamentablemente los temas que abordan se mantienen vivos. La primera novela habla sobre un asesino de mujeres. La segunda, sobre el fantasma de Zapata. La tercera, sobre la historia de un crimen de Estado, como fue el de los Halcones. Y así podemos seguir mencionando una por una. Esos temas no desaparecen…

Claro, aunque también es cierto que los índices de violencia han aumentado desde que comenzó la guerra contra el crimen organizado, sin importar qué gobierno esté en turno…

Sí, pero al mismo tiempo vemos una transformación en la participación ciudadana. El México híper autoritario en que yo viví, bajo los gobiernos de Echeverría o de Díaz Ordaz, ya no existe: se lo llevó pifas.

¿Entonces considera que vivimos en un país más democrático?

Claro.

¿De qué manera permea la barbarie en la literatura que están haciendo los escritores mexicanos?

Yo creo que la literatura debe explorar los orígenes de la barbarie. Cuando desde la escritura enfrentas el tema de la violencia contra las mujeres, lo tienes que enfrentar desde una visión cultural, porque hay una cultura machista, autoritaria y represiva en el fondo de los negros corazones de quienes ejercen esa violencia.

¿La literatura puede ser política?

No le queda de otra, no hay manera de evadirlo. ¿Cómo demonios puedes hacer novela policiaca evadiendola componente política de la violencia? La literatura, como todos los actos que realiza el ser humano, tiene un elemento político. Lo que pasa es que tienes que aprender a no subordinar los contenidos de la creación a los contenidos del mensaje político. Porque si no, haces pedagogía, y no creación cultural.

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