Los mayas y los olmecas, dos de las culturas más importantes y antiguas pudieron estar conectadas, una teoría que surgió luego del descubrimiento arqueológico en Guatemala.
Vestigios de la cultura maya desvelados tras décadas de excavaciones en la Cuenca de El Mirador fueron la prueba. Se trata de algunas piezas de cerámica que no coinciden con las que realizaba esta civilización.
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Este lugar (El Mirador), en su apogeo, pudo haber sido la capital más grande del mundo, comentaron los expertos.
Arqueólogos liderados por la Fundación FARES se han concentrado en un área de unos 132 kilómetros cuadrados en lo que podría ser el centro urbano de la antigüedad más vasto de Mesoamérica.
"Los primeros ocupantes de las tierras bajas estaban mirando lo que estaban haciendo los olmecas y los olmecas mirando lo que estaban haciendo los mayas", dijo el arqueólogo Richard Hansen, del centro de estudios antropológicos FARES, a Reuters.
Entre los objetos que se localizaron se encuentran algunas placas de cerámica en color gris con características similares a las de la cultura olmeca que predominó en áreas de Campeche y Yucatán y datan de alrededor de 600-800 años A.C.
Además de diferentes piezas con rostros extraños que no se asemejan a los de un humano, las cuales pertenecen a los mayas.
Ambos tiepos de piezas fueron encontrados en el mismo radio donde se llevaron a cabo las excavaciones.
Todavía hay muchas dudas por resolver, como las razones por las que los olmecas estaban asentados tan cerca de los mayas, pero una de las teorías es para conocer sus técnicas para subsistir y poder replicarlas.
La planificación urbana del sitio denota una organización "bastante compleja que tenía solucionado todo el tema de la subsistencia", dijo Carlos Morales Aguilar, quien también participó en el Proyecto Cuenca El Mirador.
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