/ sábado 6 de mayo de 2017

¿Por qué mi gato se enoja de todo? aprende a diferenciar sus trastornos

Ronronea, juega, tiene el pelaje brillante. Pero un día, elgato se vuelve descuidado en la limpieza de sí mismo, se orina ennuestra almohada o se pelea con el otro gato que hay en casa. Algopasa.

Lo primero, dice Birga Dexel, terapeuta felina, es establecer ladiferencia entre trastornos y problemas de comportamiento.

La caza continua de la propia cola, y morderla y lamerlacontinuamente, pertenece a la primera categoría. En algunos casos,el daño que se ocasiona el gato es tal, que puede llegar a haberque amputar una parte de la misma.

La causa, en muchos casos, es que el gato fue separado muypronto de su madre. En muchas ocasiones, se separa al animal de lamadre cuando tiene ocho semanas, y eso es demasiado pronto, explicaDexel. "Como pronto a las 12 semanas están preparados para ello,aunque es mejor incluso esperar a las 16", indica.

Cuando los cachorros han tenido que salir adelante sin su madresiendo muy pequeños, un solo desencadenante de estrés puedellevar a que haya problemas.

Entre estos se encuentra también la alopecia felinaautoinducida: el gato se lame tanto el pelaje, que acaba perdiendoel pelo, viéndose la piel y, además, esta se inflama.

"Las zonas afectadas normalmente son la espalda, la tripa y laparte interna de las patas traseras", indica Barbara Schöning,presidenta de la Sociedad Veterinaria de Medicina y Terapia delComportamiento de Hamburgo.

No obstante, también puede ser que detrás de ello hayaparásitos o una alergia. "Las alergias en los gatos se estánincrementado, sobre todo desencadenadas por determinados alimentospara animales", dice Dexel.

"El animal también puede lamerse por problemas con los riñoneso la vejiga, como una cistitis crónica", añade Schöning. Sudueño debe por ello llevarlo al veterinario en cuanto vea algúntipo de comportamiento extraño. También cuando esténervioso.

"Puede haber una hiperfunción del tiroides", indica HeideBernauer-Münz, de la Federación de Veterinarios en Activo deFráncfort.

El síndrome de pica es más complicado: el gato se come, porejemplo, ropa de cama, guantes de goma, alfombras o cualquier otracosa.

"El pica puede estar condicionado genéticamente y se da confrecuencia en razas orientales como los gatos siameses o birmanos",cuenta Dexel. En este caso, el tratamiento es realmentecomplicado.

Un comportamiento problemático nunca surge de la nada. Confrecuencia son varios factores los que desencadenan estrés en elgato. El animal puede estar aburriéndose y necesitando atención,o tiene pocos lugares para retirarse, poca comida o un arenerodemasiado pequeño.

A los gatos tampoco les gustan los cambios. Son animales decostumbres. Así, una mudanza, una visita, las vacaciones de susdueños, una nueva pareja o el nacimiento de un bebé puedenafectar al felino.

"Los celos son un gran problema en los gatos", apunta Dexel.Todo esto puede conducir a que el animal se encuentre incómodo einseguro y reaccione a ello. Con frecuencia se vuelve sucio, seorina junto al arenero, en zapatos o en un cojín.

"Las personas muchas veces no entienden lo que ocurre y actúanincorrectamente", según Dexel. Algunos dueños gritan al animal ole restriegan la nariz en el orín. "Esto solo agrava lasituación", dice la terapeuta felina. El animal se vuelve másinseguro y temeroso, lo que hace mayor el problema.

Orinar no es un acto hostil. "Es una estrategia de superaciónque aparece cuando hay estrés crónico y se puede convertirdespués en un ritual establecido", dice Schöning.

Cuando varios animales viven en casa, el problema puede sertambién el mobbing, pero los dueños no se dan cuenta hasta que elanimal se vuelve sucio o agresivo.

Los terapeutas veterinarios comprueban en muchas ocasiones quelos animales no se soportan entre sí. Visitan el hogar y observanlos comportamientos. "La mirada externa ayuda, yo veo cosas que eldueño no ve", dice Bernauer-Münz.

Si los animales han sido enemigos desde el principio, deberíanestar separados en distintos lugares del hogar. Si se llevaban bienpero se han peleado, podrán seguramente reconciliarse.

Lo mejor es que el dueño se lo piense antes de meter un nuevogato en el grupo. No se trata de lo que quiera él, sino de pensaren qué animal es el que encaja.

En el caso de que sea un bebé o una nueva pareja el origen delproblema, puede ayudar prestar más atención al gato.

Hay una regla básica: "Cuanto antes se intervenga, mejor y másrápido se solucionará un problema de comportamiento", diceBernauer-Münz.

Ronronea, juega, tiene el pelaje brillante. Pero un día, elgato se vuelve descuidado en la limpieza de sí mismo, se orina ennuestra almohada o se pelea con el otro gato que hay en casa. Algopasa.

Lo primero, dice Birga Dexel, terapeuta felina, es establecer ladiferencia entre trastornos y problemas de comportamiento.

La caza continua de la propia cola, y morderla y lamerlacontinuamente, pertenece a la primera categoría. En algunos casos,el daño que se ocasiona el gato es tal, que puede llegar a haberque amputar una parte de la misma.

La causa, en muchos casos, es que el gato fue separado muypronto de su madre. En muchas ocasiones, se separa al animal de lamadre cuando tiene ocho semanas, y eso es demasiado pronto, explicaDexel. "Como pronto a las 12 semanas están preparados para ello,aunque es mejor incluso esperar a las 16", indica.

Cuando los cachorros han tenido que salir adelante sin su madresiendo muy pequeños, un solo desencadenante de estrés puedellevar a que haya problemas.

Entre estos se encuentra también la alopecia felinaautoinducida: el gato se lame tanto el pelaje, que acaba perdiendoel pelo, viéndose la piel y, además, esta se inflama.

"Las zonas afectadas normalmente son la espalda, la tripa y laparte interna de las patas traseras", indica Barbara Schöning,presidenta de la Sociedad Veterinaria de Medicina y Terapia delComportamiento de Hamburgo.

No obstante, también puede ser que detrás de ello hayaparásitos o una alergia. "Las alergias en los gatos se estánincrementado, sobre todo desencadenadas por determinados alimentospara animales", dice Dexel.

"El animal también puede lamerse por problemas con los riñoneso la vejiga, como una cistitis crónica", añade Schöning. Sudueño debe por ello llevarlo al veterinario en cuanto vea algúntipo de comportamiento extraño. También cuando esténervioso.

"Puede haber una hiperfunción del tiroides", indica HeideBernauer-Münz, de la Federación de Veterinarios en Activo deFráncfort.

El síndrome de pica es más complicado: el gato se come, porejemplo, ropa de cama, guantes de goma, alfombras o cualquier otracosa.

"El pica puede estar condicionado genéticamente y se da confrecuencia en razas orientales como los gatos siameses o birmanos",cuenta Dexel. En este caso, el tratamiento es realmentecomplicado.

Un comportamiento problemático nunca surge de la nada. Confrecuencia son varios factores los que desencadenan estrés en elgato. El animal puede estar aburriéndose y necesitando atención,o tiene pocos lugares para retirarse, poca comida o un arenerodemasiado pequeño.

A los gatos tampoco les gustan los cambios. Son animales decostumbres. Así, una mudanza, una visita, las vacaciones de susdueños, una nueva pareja o el nacimiento de un bebé puedenafectar al felino.

"Los celos son un gran problema en los gatos", apunta Dexel.Todo esto puede conducir a que el animal se encuentre incómodo einseguro y reaccione a ello. Con frecuencia se vuelve sucio, seorina junto al arenero, en zapatos o en un cojín.

"Las personas muchas veces no entienden lo que ocurre y actúanincorrectamente", según Dexel. Algunos dueños gritan al animal ole restriegan la nariz en el orín. "Esto solo agrava lasituación", dice la terapeuta felina. El animal se vuelve másinseguro y temeroso, lo que hace mayor el problema.

Orinar no es un acto hostil. "Es una estrategia de superaciónque aparece cuando hay estrés crónico y se puede convertirdespués en un ritual establecido", dice Schöning.

Cuando varios animales viven en casa, el problema puede sertambién el mobbing, pero los dueños no se dan cuenta hasta que elanimal se vuelve sucio o agresivo.

Los terapeutas veterinarios comprueban en muchas ocasiones quelos animales no se soportan entre sí. Visitan el hogar y observanlos comportamientos. "La mirada externa ayuda, yo veo cosas que eldueño no ve", dice Bernauer-Münz.

Si los animales han sido enemigos desde el principio, deberíanestar separados en distintos lugares del hogar. Si se llevaban bienpero se han peleado, podrán seguramente reconciliarse.

Lo mejor es que el dueño se lo piense antes de meter un nuevogato en el grupo. No se trata de lo que quiera él, sino de pensaren qué animal es el que encaja.

En el caso de que sea un bebé o una nueva pareja el origen delproblema, puede ayudar prestar más atención al gato.

Hay una regla básica: "Cuanto antes se intervenga, mejor y másrápido se solucionará un problema de comportamiento", diceBernauer-Münz.

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