Por primera vez el narrador y ensayista Enrique Serna se adentra al mundo de la ópera con la escritura del guion de la obra El vencedor vencido, la cual se estrenará en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, y cuenta con la música del reconocido compositor Federico Ibarra. La obra tendrá dos únicas funciones, 18 y 21 de abril.
Se trata de una obra inspirada en la fatídica expedición que en 1524, apenas tres años después de la caída de México Tenochtitlan, Hernán Cortés realizó hacia la zona de las Hibueras, en Honduras, con la finalidad de castigar al capitán Cristóbal de Olid, quien se había rebelado en contra de la autoridad del conquistador.
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“Este es un aspecto poco conocido de la conquista, pero que a mí parecer tiene un fuerte dramatismo. Fue una verdadera pesadilla en la que Hernán Cortés se embarcó de una manera bastante absurda e irresponsable, en la que todo le salió mal. Es trágico el resultado de esa expedición”, comenta el escritor Enrique Serna, en entrevista con El Sol de México, sobre esta historia, cuyos registros se encuentran en parte en las crónicas de la época, como Las cartas de relación, escritas por el mismo conquistador, y la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo.
Asomarse detrás de la fachada
Convencido de que una de las constantes de la literatura es “asomarse detrás de la fachada de los triunfadores, así como de los poderosos y los déspotas, para escarbar las zonas oscuras que tenemos todos los seres humanos”, Serna adelanta sobre el sentido con que aborda esta historia, en la que también aparecen como personajes principales la Malinche y el emperador Cuauhtémoc, a quien Cortés se llevó como prisionero por temor a que pudiera organizar una sublevación.
“Lo que cuenta esta ópera es la lucha de Hernán Cortés con sus propios demonios, que lo asaltan de una manera terrible durante esta expedición. Él se enfrenta a sus culpas, entre ellas, a la del asesinato de su esposa Catalina Suárez Marcay, a la que había estrangulado dos años antes en su palacio en Coyoacán, probablemente porque ella se burló del nacimiento de Martín Cortés, el hijo que tuvo con la Malinche. Cortés Montó en cólera y la terminó matando.
“Pero, además, Cortés se enfrenta a su propia obsesión por estar siempre en guerras. Yo creo que él tuvo un síndrome de abstinencia de la adrenalina a la que estuvo acostumbrado durante la conquista, por lo que emprendió, a tontas y a locas, esta expedición. Él no tenía por qué ir a la Hibueras y menos hacerlo de una manera tan extraña, porque le aconsejaron que se fuera por mar, pero se fue por tierra”, ahonda el escritor de El vendedor de silencio, quien piensa que la figura de Cortés es demasiado compleja.
Visión musical propia
También en entrevista con este diario, el compositor Federico Ibarra, dijo que esta obra tuvo su origen en 1992, cuando se conmemoró el quinto centenario del descubrimiento de América. Desde entonces había buscado algún guionista que le ayudara con su intención de hacer una obra relacionada con la historia de México, y fue entonces que tuvo la coincidencia de que Serna trabajara en un tema similar.
En cuanto a la composición musical de la obra, Ibarra explica que se enfrentó a un gran reto al querer representar sonidos prehispánicos pues no pretendió, bajo ninguna forma, querer hacer una representación que tratara de emularla, sino buscar potencializar el carácter de los personajes.
“No es posible hacer un retrato de la música precortesiana porque no tenemos ningún dato ni ningún registro. Así fue que aproveché esto mismo para poder dar mi propia visión de lo que pudo haber sido esa misma música, que no quiere decir, para nada que la estoy queriendo recrear. Sin embargo, con lo español de la obra, sí utilicé música de la época, como las folías”.
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Ibarra cuenta que el trabajo con Serna realmente fue similar al que ha tenido con otros escritores de libretos, “con mucho trabajo de comentarios, adecuación y correcciones”, pero que, en realidad el autor de El seductor de la patria, entendió rápidamente lo que el compositor requería para llevara buen puerto la obra.
Sobre esto mismo Serna comenta: “Un narrador aquí tiene que ser un poco dramaturgo y un poco poeta. Porque en determinados momentos se tienen que utilizar metáforas y usos de lenguaje dramáticos. Es algo que, después de haber escrito tantos diálogos en mis obras, me sirvió, por lo que en realidad no me resultó tan difícil escribir este libreto”, afirma el autor, a pesar de que disfrutó la experiencia no tiene en planes continuar escribiendo guiones para más artes escénicas.