/ lunes 15 de febrero de 2016

Encuentro íntimo y cercano del Papa con niños en el Hospital Infantil

Armando Ruiz / El Sol de México

Ahí, en la sala de los niños que anhelan una oportunidad devida, solo una. Ahí, la voz de Alexia se enhebró en el papaFrancisco. Sus agudos le conmovieron. También Angélica Riveradeslizó una furtiva lágrima, mientras la joven quinceañera, quede este jueves en ocho será operada para erradicarle elosteosarcoma que le atraviesa el cuerpo, se arropaba con el AveMaría de Schubert. Y cubrió a todos los que la escucharon.

Ella se levantó de la silla de ruedas donde estaba postrada, lafamilia Garduño, su familia, había pedido por ella una oraciónal Pontífice. El hombre de blanco, el obispo de Roma, arrobado, enel pabellón de hemato-oncología en el Hospital Infantil, ya lehabía dado un beso cuando ella le rogó, casi al oído, que“solo un momento, por favor”, le escuchara.

Del corazón emergieron las letras que crisparon el atónitorostro de Su Santidad. Atrás, como agazapada, Angélica Riveratres veces se pasó la mano izquierda sobre el rostro. En menos dedos minutos, esta bella pero enferma damita, con la cabeza cubiertapor una pañoleta, hizo que este hombre se cimbrará hasta eltuétano.

“Rezaré por ti, no lo dudes. Tú también reza por mí”, ledijo Francisco luego de darle su bendición casi al oído, con loque se cerró la parte más emotiva de esta visita del hijo de SanPedro al Pediátrico Federico Gómez.

Minutos antes, rostros de alegría y felicidad de los niños quereciben sus tratamientos médicos en este Hospital Infantil de laCiudad de México predominaron durante la visita del papaFrancisco, que a diferencia de lo ocurrido en Ecatepec horas antes,se trató de un encuentro más íntimo y cercano.

En la populosa Colonia Doctores, esta vez, Su Santidad sededicó a platicar, abrazar y expresar todo su amor a los que mássufren, a los más necesitados, a aquellos menores que acuden díaa día acompañados por sus padres con la esperanza de seratendidos por un ejército de médicos y enfermeras dedicados delleno a velar por su bienestar.

Durante varias horas, los pequeños aguardaron la llegada delSumo Pontífice, ansiosos por recibir su recompensa, ver de cerca ytocar al Santo Padre… ¿por qué no? entregarle un dibujo, unacarta, que con sus propias manos elaboraron con el único deseo deentregársela.

Alrededor de las 5:30 de la tarde y proveniente de unamultitudinaria e histórica misa en Ecatepec, llegó Jorge MarioBergoglio en el “papamóvil” acompañado por el cardenalNorberto Rivera. Afuera, una muchedumbre lo escoltaba mediante unavalla que se montó desde el Campo Marte, donde aterrizó elhelicóptero que lo transportó para posteriormente trasladarse ala colonia Doctores, donde se ubica el Hospital, y donde tambiénse instalaron pantallas gigantes para que quienes no pudieronentrar no perdieran detalle de la visita.

Ingresó por la calle Doctor Márquez, en medio de un fuertedispositivo de seguridad comandado por el Estado MayorPresidencial, la Gendarmería, Policía Federal y capitalina.

A su arribo, el máximo jerarca de la Iglesia Católica en sutercer día de visita oficial en México, fue recibido por laesposa del Presidente de la República, la señora Angélica Riverade Peña, así como por el secretario de Salud, José Narro Roblesy el director del Hospital, José Alberto García Aranda.

Siempre sonriente, el papa Francisco saludó a los integrantesdel Patronato del nosocomio. ¡Sí se pudo! ¡Sí se pudo!, ¡Tequeremos Papa, te queremos!, externaron los ahí presentes, losmismo niños, religiosas, seminaristas, enfermeras y médicos.

Misericordia, ternura, amor, esperanza… ese era el cometidopor transmitir para el representante de la Iglesia Católica y lologró. Se ganó el corazón de los niños. Saludó uno por uno,eran 40, quienes son atendidos en las diversas especialidades. Lesentregó un rosario y les dio la bendición. Habló con ellos, losmiró a los ojos y les transmitió un mensaje de esperanza y deamor por la vida. Todos quieren ver al Papa

Ya el doctor Eduardo Bracho Blanchet, jefe del área de Cirugíadel Hospital, lo había anticipado a El Sol de México: “estoyseguro, porque lo he visto durante la semana, todos quieren tenerla oportunidad de verlo, de que les dé la bendición, tienen muchafe en que eso les pueda ayudar a  mejorar su pronóstico”.

Luego, la señora Angélica Rivera de Peña, en un breve peroemotivo discurso, dio de nueva cuenta la bienvenida al SumoPontífice. “Es un gran privilegio tenerlo, nos llena de amor.Los niños de México le abren su corazón, aquí siempre va a serbienvenido”.

Pero vino lo mejor, “-el Papa- es grande por lo que dice, peromás por lo que hace”, expresó la esposa del mandatariomexicano.

Empático con los niños, haciendo uso de un lenguaje sencillo ydirecto, el papa Francisco tomó la palabra. Dijo sentirse muyfeliz de acudir a ese Hospital y agradeció por sobre todo alpersonal que trabaja en este lugar, atendiendo a los enfermos, alos más necesitados.

“Tienen que aprender a bendecir a médicos y enfermeras paraque Cristo los cuide”, expresó. “Que el señor y la Virgen deGuadalupe los acompañe siempre y no se olviden de rezar pormí”, reiteró.

La señora Angélica Rivera le hizo entrega de un cuadro de laVirgen con Jesucristo en brazos en agradecimiento por su estanciaen el país, por acceder a visitar a los niños del HospitalInfantil de México. El Papa agradeció la atención.

El sucesor de Pedro ofreció posteriormente un ramo de floresblancas y rojas a la imagen de San Agustín, que se encuentra en laexplanada del nosocomio. Ahí de nueva cuenta bendijo a másniños. En su camino, el papa Francisco fue recibido por una mujerque interpretó el Ave María de forma magistral, que conmovió alSumo Pontífice y a la mismísima esposa del Presidente. Es muyimportante la Paz que reciben los niños

María del Carmen Salinas, jefe del servicio de hematongologíauno, dijo sentirse muy contenta por recibir al Sumo Pontífice yque los niños pudieran estar cerca de él: “es muy importanteque los niños reciban esta paz que él transmite por ser quienrepresenta a la fe católica, él transmite esa paz y los niños lareciben”.

Tocó el turno a 20 menores más del área de Oncología. Mismoprocedimiento: los abrazó, les regaló un rosario y transmitió sumensaje de misericordia y de paz, de esperanza otra vez porquelogren vencer a la enfermedad que los tiene en silla de ruedas ypor la cual han llegado ahí.

Para concluir un recorrido de poco más de una hora, el Papaacudió a la Ludoteca o área de juegos, espacio en donde losmenores buscan olvidarse, al menos por un momento de su enfermedad,y compartir lo que es la vida con sus compañeros, que al igual queellos, acuden a recibir su tratamiento.

Dos niños tocaron una campana, es la señal de que han sidodados de alta, de que han vencido a la enfermedad. Sonido queanunciaba también el momento de volver a la Nunciatura.

El papa Francisco se despidió de quienes lo habían acogido debuena manera, pero sobre todo consciente de que ha cumplido con sumisión, traer un poco de luz a la vida de estos pequeñitos y desus familias que tanto esfuerzo hicieron desde muy temprano paraofrecer lo mejor que tienen al Papa de la Misericordia, como partede una jornada que nunca olvidarán ambas partes.

Armando Ruiz / El Sol de México

Ahí, en la sala de los niños que anhelan una oportunidad devida, solo una. Ahí, la voz de Alexia se enhebró en el papaFrancisco. Sus agudos le conmovieron. También Angélica Riveradeslizó una furtiva lágrima, mientras la joven quinceañera, quede este jueves en ocho será operada para erradicarle elosteosarcoma que le atraviesa el cuerpo, se arropaba con el AveMaría de Schubert. Y cubrió a todos los que la escucharon.

Ella se levantó de la silla de ruedas donde estaba postrada, lafamilia Garduño, su familia, había pedido por ella una oraciónal Pontífice. El hombre de blanco, el obispo de Roma, arrobado, enel pabellón de hemato-oncología en el Hospital Infantil, ya lehabía dado un beso cuando ella le rogó, casi al oído, que“solo un momento, por favor”, le escuchara.

Del corazón emergieron las letras que crisparon el atónitorostro de Su Santidad. Atrás, como agazapada, Angélica Riveratres veces se pasó la mano izquierda sobre el rostro. En menos dedos minutos, esta bella pero enferma damita, con la cabeza cubiertapor una pañoleta, hizo que este hombre se cimbrará hasta eltuétano.

“Rezaré por ti, no lo dudes. Tú también reza por mí”, ledijo Francisco luego de darle su bendición casi al oído, con loque se cerró la parte más emotiva de esta visita del hijo de SanPedro al Pediátrico Federico Gómez.

Minutos antes, rostros de alegría y felicidad de los niños quereciben sus tratamientos médicos en este Hospital Infantil de laCiudad de México predominaron durante la visita del papaFrancisco, que a diferencia de lo ocurrido en Ecatepec horas antes,se trató de un encuentro más íntimo y cercano.

En la populosa Colonia Doctores, esta vez, Su Santidad sededicó a platicar, abrazar y expresar todo su amor a los que mássufren, a los más necesitados, a aquellos menores que acuden díaa día acompañados por sus padres con la esperanza de seratendidos por un ejército de médicos y enfermeras dedicados delleno a velar por su bienestar.

Durante varias horas, los pequeños aguardaron la llegada delSumo Pontífice, ansiosos por recibir su recompensa, ver de cerca ytocar al Santo Padre… ¿por qué no? entregarle un dibujo, unacarta, que con sus propias manos elaboraron con el único deseo deentregársela.

Alrededor de las 5:30 de la tarde y proveniente de unamultitudinaria e histórica misa en Ecatepec, llegó Jorge MarioBergoglio en el “papamóvil” acompañado por el cardenalNorberto Rivera. Afuera, una muchedumbre lo escoltaba mediante unavalla que se montó desde el Campo Marte, donde aterrizó elhelicóptero que lo transportó para posteriormente trasladarse ala colonia Doctores, donde se ubica el Hospital, y donde tambiénse instalaron pantallas gigantes para que quienes no pudieronentrar no perdieran detalle de la visita.

Ingresó por la calle Doctor Márquez, en medio de un fuertedispositivo de seguridad comandado por el Estado MayorPresidencial, la Gendarmería, Policía Federal y capitalina.

A su arribo, el máximo jerarca de la Iglesia Católica en sutercer día de visita oficial en México, fue recibido por laesposa del Presidente de la República, la señora Angélica Riverade Peña, así como por el secretario de Salud, José Narro Roblesy el director del Hospital, José Alberto García Aranda.

Siempre sonriente, el papa Francisco saludó a los integrantesdel Patronato del nosocomio. ¡Sí se pudo! ¡Sí se pudo!, ¡Tequeremos Papa, te queremos!, externaron los ahí presentes, losmismo niños, religiosas, seminaristas, enfermeras y médicos.

Misericordia, ternura, amor, esperanza… ese era el cometidopor transmitir para el representante de la Iglesia Católica y lologró. Se ganó el corazón de los niños. Saludó uno por uno,eran 40, quienes son atendidos en las diversas especialidades. Lesentregó un rosario y les dio la bendición. Habló con ellos, losmiró a los ojos y les transmitió un mensaje de esperanza y deamor por la vida. Todos quieren ver al Papa

Ya el doctor Eduardo Bracho Blanchet, jefe del área de Cirugíadel Hospital, lo había anticipado a El Sol de México: “estoyseguro, porque lo he visto durante la semana, todos quieren tenerla oportunidad de verlo, de que les dé la bendición, tienen muchafe en que eso les pueda ayudar a  mejorar su pronóstico”.

Luego, la señora Angélica Rivera de Peña, en un breve peroemotivo discurso, dio de nueva cuenta la bienvenida al SumoPontífice. “Es un gran privilegio tenerlo, nos llena de amor.Los niños de México le abren su corazón, aquí siempre va a serbienvenido”.

Pero vino lo mejor, “-el Papa- es grande por lo que dice, peromás por lo que hace”, expresó la esposa del mandatariomexicano.

Empático con los niños, haciendo uso de un lenguaje sencillo ydirecto, el papa Francisco tomó la palabra. Dijo sentirse muyfeliz de acudir a ese Hospital y agradeció por sobre todo alpersonal que trabaja en este lugar, atendiendo a los enfermos, alos más necesitados.

“Tienen que aprender a bendecir a médicos y enfermeras paraque Cristo los cuide”, expresó. “Que el señor y la Virgen deGuadalupe los acompañe siempre y no se olviden de rezar pormí”, reiteró.

La señora Angélica Rivera le hizo entrega de un cuadro de laVirgen con Jesucristo en brazos en agradecimiento por su estanciaen el país, por acceder a visitar a los niños del HospitalInfantil de México. El Papa agradeció la atención.

El sucesor de Pedro ofreció posteriormente un ramo de floresblancas y rojas a la imagen de San Agustín, que se encuentra en laexplanada del nosocomio. Ahí de nueva cuenta bendijo a másniños. En su camino, el papa Francisco fue recibido por una mujerque interpretó el Ave María de forma magistral, que conmovió alSumo Pontífice y a la mismísima esposa del Presidente. Es muyimportante la Paz que reciben los niños

María del Carmen Salinas, jefe del servicio de hematongologíauno, dijo sentirse muy contenta por recibir al Sumo Pontífice yque los niños pudieran estar cerca de él: “es muy importanteque los niños reciban esta paz que él transmite por ser quienrepresenta a la fe católica, él transmite esa paz y los niños lareciben”.

Tocó el turno a 20 menores más del área de Oncología. Mismoprocedimiento: los abrazó, les regaló un rosario y transmitió sumensaje de misericordia y de paz, de esperanza otra vez porquelogren vencer a la enfermedad que los tiene en silla de ruedas ypor la cual han llegado ahí.

Para concluir un recorrido de poco más de una hora, el Papaacudió a la Ludoteca o área de juegos, espacio en donde losmenores buscan olvidarse, al menos por un momento de su enfermedad,y compartir lo que es la vida con sus compañeros, que al igual queellos, acuden a recibir su tratamiento.

Dos niños tocaron una campana, es la señal de que han sidodados de alta, de que han vencido a la enfermedad. Sonido queanunciaba también el momento de volver a la Nunciatura.

El papa Francisco se despidió de quienes lo habían acogido debuena manera, pero sobre todo consciente de que ha cumplido con sumisión, traer un poco de luz a la vida de estos pequeñitos y desus familias que tanto esfuerzo hicieron desde muy temprano paraofrecer lo mejor que tienen al Papa de la Misericordia, como partede una jornada que nunca olvidarán ambas partes.

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