/ viernes 22 de septiembre de 2023

En este país, buscar tiene su costo: Marcela Turati

A través de su reciente libro San Fernando: Última parada ofrece un caleidoscopio de voces que obliga a crear una Comisión de la Verdad para saber qué pasó con los desaparecidos en San Fernando

Hace más de 12 años, la periodista Marcela Turati inició con la investigación y reporteo de la desaparición y masacre de 72 migrantes en el municipio de San Fernando en Tamaulipas en agosto de 2010 y meses más tarde, en abril de 2011 el hallazgo de fosas, donde fueron encontrados 193 cuerpos.

A través de su reciente libro San Fernando: Última parada (Aguilar) ofrece un caleidoscopio de voces que rescata de sus libretas de reportera para que sean el hilo conductor de esta historia, de su aporte se llega a una “versión inacabada, que obliga a crear una Comisión de la Verdad para saber qué pasó, porque las víctimas no sólo son de Tamaulipas eran de todo el país, por qué se repitió muchas veces, es un caso emblemático”.

Te recomendamos: En pleno desfile, familias de desaparecidos protestan frente al gobernador de Zacatecas


Durane estos años, Marcela dijo en entrevista con Organización Editorial Mexicana (OEM), esta ha sido una de sus investigaciones más obsesiva, la cual ha tenido costos personales, ha sido espiada por autoridades federales y ella, junto con especialistas y activistas, son señaladas en las indagatorias como integrantes de la delincuencia organizada, todo lo vivido para llegar a este libro, la lleva a una reflexión: “ en este país, buscar tiene su costo”.


Una trágica historia que se cuenta 12 años después

Esa fue la intención, la de armar un caleidoscopio para tratar de entender qué había pasado, no nada más en el momento de las cosas sino qué pasaba en ese municipio. El control criminal en el que vivía sometida la gente, pero después la segunda parte, es el proceso de ocultamiento de parte de las autoridades por muchos años y a lo largo de estos años ver cómo muchas familias siguen buscando a sus parientes desaparecidos y como todavía no conocemos toda la historia y me hubiera gustado contar una historia completa y acabada pero pues es imposible porque las autoridades siguen sin decirnos qué pasó y a quienes faltan muchos nombres.

A 12 años por lo menos de las fosas, hay gente en la cárcel, pero no hay ninguna sentencia por las fosas, por los asesinatos, hay por otras razones, hay por crimen organizado, posesión de armas, uso indebido de armas de uso exclusivo del ejército, cosas así, pero no hay quien pague por estos asesinatos y también lo que me llama la atención es que ningún funcionario está encarcelado. También que hubo muchas omisiones de las autoridades y prácticas criminales dentro de quienes deberían de identificar los cuerpos o hacer las investigaciones, como la omisión del presidente municipal en ese momento.


La autora Marcela Turati. Foto: Foto: Ivonne Rodríguez | El Sol de México


Propones también un debate ético en este libro para hablar de desaparecidos

Sí, lo que trata en mi libro es invitar al lector, lectora a que me acompañen y que escuche lo que tiene una reportera que cubre desapariciones de personas en este país y los lugares donde las familias buscadoras tienen que recorrer, las fosas, las morgues, las procuradurías, y luego todavía son extorsionados por vividores, todavía juegan con ellas y como esto las va matando, enfermando, cuando no tienen una certeza de dónde quedó su familiar, eso es algo que va matando lentamente a las personas y es lo que quiero, que escuchen conmigo está falta de humanidad, esta tortura constante que se aplica en las personas que buscan a un familiar. que en vez de de ayudarles a encontrar parecería que se le ponen todos los obstáculos para que no encuentre nada


¿Cuáles son los San Fernandos de ahora, de nuestros días?

Siempre digo que al libro le podemos quitar San Fernando y poner otro municipio de Zacatecas, de Jalisco, de Michoacán, de Guerrero, en la tarahumara, en Sonora, en Veracruz. Donde hay una población sometida y hay una fosa, seguramente está sometida por un grupo criminal y la gente no puede hablar, a la gente se la llevan de ahí.

Cuántos lugares en México tienen carreteras tomadas que no puedes transitar, la gente te dice: ‘no vayas por ahí’.

México siempre trata de ocultar que estas cosas ocurren, siempre de que no lo fiscalicen, que no le pidan rendir cuentas ante organismos internacionales, que todo está bien, que la violencia se ha superado, que ya hay una nueva ley, una Comisión de Búsqueda, una ley para investigar desapariciones.


A 12 años por lo menos de las fosas, hay gente en la cárcel, pero no hay ninguna sentencia por las fosas, por los asesinatos, hay por otras razones, pero no hay quien pague por estos asesinato


¿Ya la Comisión Nacional de Búsqueda fracasó?

Con esa renuncia de la comisionada se cae una fachada de qué se estaba haciendo algo para buscar a las personas desaparecidas, si hubo avances en este gobierno, sí, dijo por primera vez y admitió que hay una crisis forense, que México era una fosa común, que había que hacer cosas e inventó un mecanismo extraordinario de investigación forense que dejó de funcionar, a la gente (integrantes) ya no se le pagó, corrieron a todos, entonces fue tiempo perdido. La Fiscalía General de la República (FGR) nunca, todavía hoy, no hace lo que se necesita en términos de un banco de datos genéticos para poder cruzar a nivel nacional, para saber si el cuerpo que está allá es de la familia que está en el otro extremo del país.

Llevamos 15 años en el llamado ‘te toca a ti o te toca a ti’, por eso la fiscalía se desentiende de esto; no tenemos un registro nacional de cuerpos no identificados todavía, se van acumulando.

Este gobierno ha hecho pedacitos a la Comisión Nacional de Búsqueda e hizo lo que pudo sin apoyo de la Fiscalía General de la República. La Comisión no tenía poderes del Ministerio Público, entonces qué puedes hacer, si no puedes tú abrir una fosa, si no puedes tú exhumar unos cuerpos, si necesitas la autorización de la fiscalía.

Lugares donde sabemos que hay fosas, aunque no tenemos un mapa nacional de fosas, lo hemos hecho en sociedad civil, los periodistas pero también hay muchas zonas de silencio que no salen en los mapas de fosas porque son zonas donde todavía no se puede entrar a buscar fosas, son zonas donde las familias no pueden entrar, son zonas de silencio.



Hablas de mecanismos de impunidad que te encontraste, ¿cuáles son?

Lo que me tocó ver en San Fernando fue el ocultamiento, está en los cuerpos los meten de inmediato en un tráiler, 120 de ellos los traen la Ciudad de México ahí están dispersas 70 se quedan en Tamaulipas, 120 en ciudad de México, no hubo un cruce de información.

Todo esto que descubre el equipo argentino Antropología Forense, de qué nadie fue por las maletas, en las maletas había identificaciones de las víctimas, algunos tenían incluso en las bolsas de los pantalones su identificación, pero la fiscalía sólo puso ‘identificado’ y lo echó una fosa común y no le habló a sus familiares. Luego tenemos que cremaron cuerpos indebidamente, que no estaban bien identificados, que mandaron los restos a diferentes familiares, que les dijeron ‘este su familiar’, pero no les dieron ninguna evidencia, hay cuerpos equivocados en otros países, en algunas exhumaciones perdieron la cabeza de uno al moverlo, perdieron la ropa más no les importó, ocurre todo tipo de anomalías.

Y ver el trabajo que ellos hacen porque muchas veces tienen una operación criminal, es criminal no llamar o cremar a la fuerza, o no llamar a una familia o enterrar donde sea o perder restos o no hacer caso, sino que hay una cadena de colusión desde las autoridades de todos los niveles hasta llegar a este desenlace tan terrible.


La FGR todavía hoy no hace lo que se necesita en términos de un banco de datos genéticos para poder cruzar a nivel nacional, para saber si el cuerpo que está allá es de la familia que está en el otro extremo del país


¿Por qué utilizas el recurso narrativo de varias voces, para ofrecer esos detalles de la historia?

Había escrito mucho sobre el tema, hay un sitio web que se llama más de 72 y habíamos hecho un equipo, varios de estos casos ya los había contado luego también me preguntaba ¿cómo compilo?, luego decía voy a hacer un collage y también me cuestionaba qué iba aportar yo. También hay mucha gente que no puedo mencionar, que no se debe decir quién es y que si lo digo va a correr riesgos y ahí se me ocurrió que fueran voces, quería ir partiendo por capas: qué pasa en San Fernando, una de ellas y cómo se vivía, porque la gente no pudo hacer nada y ya la siguiente les toca a las víctimas, cuando ya llegan y se descubre lo que pasa y todos los laberintos de la impunidad que tienen que transitar en las oficinas de gobierno, las extorsiones, las falsas noticias, el ocultamiento de tantas familias que yo he visto a lo largo de los años, testimonios que tenía en mis libretas y dije aquí van porque tienen que ver con Tamaulipas, con este caso, y después ya contar cómo la Comisión Forense, que para mí es la parte esperanzadora, porque el equipo argentino pudo asomarse por una mirilla en una grieta que le permitió la FGR, que le permitió en algún momento.

En el tema forense logran ver los cuerpos, logran arrancarle los expedientes a la Seido porque no los quería soltar y empiezan a armar el rompecabezas y se dan cuenta que esto era una atrocidad exquisita como dice John Gibler, donde los funcionarios hacen como que fue un error, pero está tan calculado el error. Todo este tipo de cosas para darle vida a mis libretas, de otra manera juntando todo y hablar yo poco y que la gente logre escuchar a los protagonistas de la historia


Hablas de hacer un exorcismo después de toda esta historia, ¿de qué se trata?

Aprendí muchas cosas, perdí la inocencia sobre México, me cuestionaba cómo operaba la criminalidad entre el gobierno, pero también ser un poco más maquiavélica. Aprendí que hay que trabajar en colectivo, que hay que cuidarnos entre varios, que estas son carreras de largo plazo. Ahorita puedes explicar esta cosita, que parece que es nada pero en unos años darle sentido a una mamá para encontrar a su hijo, en unos años si hay justicia, cuando haya justicia van a poder juntar el rompecabezas.

Tienes que agarrarte otras cosas porque ya estás tratando con cuerpos, con mucho dolor, pero también con gente que quiere hacer daño a quienes investigan, por estar cerca, por ejemplo, me enseñaron a entrar a un lugar de fosas, donde tienes que orar. Ya para salir el libro tuve que hacer muchos rituales, porque yo no podía, ya tenía pesadillas con las fotos de estos jóvenes; el archivo de 120 fichas forenses que recibí, la cara de angustia que se les veía, del último suspiro es terrible y hace poco con unos amigos me dijeron que hiciéramos una ceremonia de fuego para que les enseñes el libro y les digas: ‘aquí está, esto es por ustedes, para que la gente sepa qué les pasó’ y se pueda hacer justicia que este libro se abra paso solo y ya, dar la vuelta a la página, ya no quedarme solo en estos temas.


Pudiste contar este drama, otros periodistas no lo hicieron, los mataron o fueron cooptados, en tu caso, hubo costos

Me espiaron y me quisieron enloquecer, estuvo muy denso, pasé muchas cosas.

El libro es gracias al premio Javier Valdés, colega que todos admiramos y extrañamos a mi me enseñó a cubrir muchos de estos temas, que se enfocaba en el tema de las víctimas en Sinaloa cuando no se podía, cuando tenía un valor más importante y yo sí pasé por períodos muy fuertes. En mi caso yo siempre digo, que pagué una pequeñita cuota, una probadita de lo que pagan las madres buscadoras o quien busca, porque en este país buscar tiene su costo.

A mí me tocó como un periodo de aislamiento, de despalabramiento donde no tenía ni cómo decir de tratar de hacer sentido, me tuve que ir del país un ratito porque era mucha violencia y después ya el espionaje que es una partecita, y estar en un expediente como secuestradora y como integrante de la delincuencia organizada que ahí sigo en el expediente como si fuera parte del de una de las autoras de las fosa, ahí sigo y eso si fue mucho tiempo de muchos sustos.

Pusieron delincuencia organizada y secuestro junto con mi amiga Lety la directora del equipo argentino de antropología forense junto con Ana Lorena Delgadillo que es la directora de la fundación para la justicia y también defensora de las víctimas estamos en el tomo 221 de las fosas, estamos desde el 2015 no nos han querido retirar, pedimos que nos saquen, pero ahí están todos nuestros datos y para eso sí investigaron, esa es la parte que sí me da coraje todos los lugares adonde fui en ocho meses, con quien me vi, todo que hice con mi celular y la geolocalización, le pidieron a la policía federal que me localizara.

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Pero estoy muy feliz con este libro, es una versión inacabada que tendríamos que hacer una comisión de la verdad para saber qué pasó porque las víctimas no sólo son de Tamaulipas.

Hace más de 12 años, la periodista Marcela Turati inició con la investigación y reporteo de la desaparición y masacre de 72 migrantes en el municipio de San Fernando en Tamaulipas en agosto de 2010 y meses más tarde, en abril de 2011 el hallazgo de fosas, donde fueron encontrados 193 cuerpos.

A través de su reciente libro San Fernando: Última parada (Aguilar) ofrece un caleidoscopio de voces que rescata de sus libretas de reportera para que sean el hilo conductor de esta historia, de su aporte se llega a una “versión inacabada, que obliga a crear una Comisión de la Verdad para saber qué pasó, porque las víctimas no sólo son de Tamaulipas eran de todo el país, por qué se repitió muchas veces, es un caso emblemático”.

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Durane estos años, Marcela dijo en entrevista con Organización Editorial Mexicana (OEM), esta ha sido una de sus investigaciones más obsesiva, la cual ha tenido costos personales, ha sido espiada por autoridades federales y ella, junto con especialistas y activistas, son señaladas en las indagatorias como integrantes de la delincuencia organizada, todo lo vivido para llegar a este libro, la lleva a una reflexión: “ en este país, buscar tiene su costo”.


Una trágica historia que se cuenta 12 años después

Esa fue la intención, la de armar un caleidoscopio para tratar de entender qué había pasado, no nada más en el momento de las cosas sino qué pasaba en ese municipio. El control criminal en el que vivía sometida la gente, pero después la segunda parte, es el proceso de ocultamiento de parte de las autoridades por muchos años y a lo largo de estos años ver cómo muchas familias siguen buscando a sus parientes desaparecidos y como todavía no conocemos toda la historia y me hubiera gustado contar una historia completa y acabada pero pues es imposible porque las autoridades siguen sin decirnos qué pasó y a quienes faltan muchos nombres.

A 12 años por lo menos de las fosas, hay gente en la cárcel, pero no hay ninguna sentencia por las fosas, por los asesinatos, hay por otras razones, hay por crimen organizado, posesión de armas, uso indebido de armas de uso exclusivo del ejército, cosas así, pero no hay quien pague por estos asesinatos y también lo que me llama la atención es que ningún funcionario está encarcelado. También que hubo muchas omisiones de las autoridades y prácticas criminales dentro de quienes deberían de identificar los cuerpos o hacer las investigaciones, como la omisión del presidente municipal en ese momento.


La autora Marcela Turati. Foto: Foto: Ivonne Rodríguez | El Sol de México


Propones también un debate ético en este libro para hablar de desaparecidos

Sí, lo que trata en mi libro es invitar al lector, lectora a que me acompañen y que escuche lo que tiene una reportera que cubre desapariciones de personas en este país y los lugares donde las familias buscadoras tienen que recorrer, las fosas, las morgues, las procuradurías, y luego todavía son extorsionados por vividores, todavía juegan con ellas y como esto las va matando, enfermando, cuando no tienen una certeza de dónde quedó su familiar, eso es algo que va matando lentamente a las personas y es lo que quiero, que escuchen conmigo está falta de humanidad, esta tortura constante que se aplica en las personas que buscan a un familiar. que en vez de de ayudarles a encontrar parecería que se le ponen todos los obstáculos para que no encuentre nada


¿Cuáles son los San Fernandos de ahora, de nuestros días?

Siempre digo que al libro le podemos quitar San Fernando y poner otro municipio de Zacatecas, de Jalisco, de Michoacán, de Guerrero, en la tarahumara, en Sonora, en Veracruz. Donde hay una población sometida y hay una fosa, seguramente está sometida por un grupo criminal y la gente no puede hablar, a la gente se la llevan de ahí.

Cuántos lugares en México tienen carreteras tomadas que no puedes transitar, la gente te dice: ‘no vayas por ahí’.

México siempre trata de ocultar que estas cosas ocurren, siempre de que no lo fiscalicen, que no le pidan rendir cuentas ante organismos internacionales, que todo está bien, que la violencia se ha superado, que ya hay una nueva ley, una Comisión de Búsqueda, una ley para investigar desapariciones.


A 12 años por lo menos de las fosas, hay gente en la cárcel, pero no hay ninguna sentencia por las fosas, por los asesinatos, hay por otras razones, pero no hay quien pague por estos asesinato


¿Ya la Comisión Nacional de Búsqueda fracasó?

Con esa renuncia de la comisionada se cae una fachada de qué se estaba haciendo algo para buscar a las personas desaparecidas, si hubo avances en este gobierno, sí, dijo por primera vez y admitió que hay una crisis forense, que México era una fosa común, que había que hacer cosas e inventó un mecanismo extraordinario de investigación forense que dejó de funcionar, a la gente (integrantes) ya no se le pagó, corrieron a todos, entonces fue tiempo perdido. La Fiscalía General de la República (FGR) nunca, todavía hoy, no hace lo que se necesita en términos de un banco de datos genéticos para poder cruzar a nivel nacional, para saber si el cuerpo que está allá es de la familia que está en el otro extremo del país.

Llevamos 15 años en el llamado ‘te toca a ti o te toca a ti’, por eso la fiscalía se desentiende de esto; no tenemos un registro nacional de cuerpos no identificados todavía, se van acumulando.

Este gobierno ha hecho pedacitos a la Comisión Nacional de Búsqueda e hizo lo que pudo sin apoyo de la Fiscalía General de la República. La Comisión no tenía poderes del Ministerio Público, entonces qué puedes hacer, si no puedes tú abrir una fosa, si no puedes tú exhumar unos cuerpos, si necesitas la autorización de la fiscalía.

Lugares donde sabemos que hay fosas, aunque no tenemos un mapa nacional de fosas, lo hemos hecho en sociedad civil, los periodistas pero también hay muchas zonas de silencio que no salen en los mapas de fosas porque son zonas donde todavía no se puede entrar a buscar fosas, son zonas donde las familias no pueden entrar, son zonas de silencio.



Hablas de mecanismos de impunidad que te encontraste, ¿cuáles son?

Lo que me tocó ver en San Fernando fue el ocultamiento, está en los cuerpos los meten de inmediato en un tráiler, 120 de ellos los traen la Ciudad de México ahí están dispersas 70 se quedan en Tamaulipas, 120 en ciudad de México, no hubo un cruce de información.

Todo esto que descubre el equipo argentino Antropología Forense, de qué nadie fue por las maletas, en las maletas había identificaciones de las víctimas, algunos tenían incluso en las bolsas de los pantalones su identificación, pero la fiscalía sólo puso ‘identificado’ y lo echó una fosa común y no le habló a sus familiares. Luego tenemos que cremaron cuerpos indebidamente, que no estaban bien identificados, que mandaron los restos a diferentes familiares, que les dijeron ‘este su familiar’, pero no les dieron ninguna evidencia, hay cuerpos equivocados en otros países, en algunas exhumaciones perdieron la cabeza de uno al moverlo, perdieron la ropa más no les importó, ocurre todo tipo de anomalías.

Y ver el trabajo que ellos hacen porque muchas veces tienen una operación criminal, es criminal no llamar o cremar a la fuerza, o no llamar a una familia o enterrar donde sea o perder restos o no hacer caso, sino que hay una cadena de colusión desde las autoridades de todos los niveles hasta llegar a este desenlace tan terrible.


La FGR todavía hoy no hace lo que se necesita en términos de un banco de datos genéticos para poder cruzar a nivel nacional, para saber si el cuerpo que está allá es de la familia que está en el otro extremo del país


¿Por qué utilizas el recurso narrativo de varias voces, para ofrecer esos detalles de la historia?

Había escrito mucho sobre el tema, hay un sitio web que se llama más de 72 y habíamos hecho un equipo, varios de estos casos ya los había contado luego también me preguntaba ¿cómo compilo?, luego decía voy a hacer un collage y también me cuestionaba qué iba aportar yo. También hay mucha gente que no puedo mencionar, que no se debe decir quién es y que si lo digo va a correr riesgos y ahí se me ocurrió que fueran voces, quería ir partiendo por capas: qué pasa en San Fernando, una de ellas y cómo se vivía, porque la gente no pudo hacer nada y ya la siguiente les toca a las víctimas, cuando ya llegan y se descubre lo que pasa y todos los laberintos de la impunidad que tienen que transitar en las oficinas de gobierno, las extorsiones, las falsas noticias, el ocultamiento de tantas familias que yo he visto a lo largo de los años, testimonios que tenía en mis libretas y dije aquí van porque tienen que ver con Tamaulipas, con este caso, y después ya contar cómo la Comisión Forense, que para mí es la parte esperanzadora, porque el equipo argentino pudo asomarse por una mirilla en una grieta que le permitió la FGR, que le permitió en algún momento.

En el tema forense logran ver los cuerpos, logran arrancarle los expedientes a la Seido porque no los quería soltar y empiezan a armar el rompecabezas y se dan cuenta que esto era una atrocidad exquisita como dice John Gibler, donde los funcionarios hacen como que fue un error, pero está tan calculado el error. Todo este tipo de cosas para darle vida a mis libretas, de otra manera juntando todo y hablar yo poco y que la gente logre escuchar a los protagonistas de la historia


Hablas de hacer un exorcismo después de toda esta historia, ¿de qué se trata?

Aprendí muchas cosas, perdí la inocencia sobre México, me cuestionaba cómo operaba la criminalidad entre el gobierno, pero también ser un poco más maquiavélica. Aprendí que hay que trabajar en colectivo, que hay que cuidarnos entre varios, que estas son carreras de largo plazo. Ahorita puedes explicar esta cosita, que parece que es nada pero en unos años darle sentido a una mamá para encontrar a su hijo, en unos años si hay justicia, cuando haya justicia van a poder juntar el rompecabezas.

Tienes que agarrarte otras cosas porque ya estás tratando con cuerpos, con mucho dolor, pero también con gente que quiere hacer daño a quienes investigan, por estar cerca, por ejemplo, me enseñaron a entrar a un lugar de fosas, donde tienes que orar. Ya para salir el libro tuve que hacer muchos rituales, porque yo no podía, ya tenía pesadillas con las fotos de estos jóvenes; el archivo de 120 fichas forenses que recibí, la cara de angustia que se les veía, del último suspiro es terrible y hace poco con unos amigos me dijeron que hiciéramos una ceremonia de fuego para que les enseñes el libro y les digas: ‘aquí está, esto es por ustedes, para que la gente sepa qué les pasó’ y se pueda hacer justicia que este libro se abra paso solo y ya, dar la vuelta a la página, ya no quedarme solo en estos temas.


Pudiste contar este drama, otros periodistas no lo hicieron, los mataron o fueron cooptados, en tu caso, hubo costos

Me espiaron y me quisieron enloquecer, estuvo muy denso, pasé muchas cosas.

El libro es gracias al premio Javier Valdés, colega que todos admiramos y extrañamos a mi me enseñó a cubrir muchos de estos temas, que se enfocaba en el tema de las víctimas en Sinaloa cuando no se podía, cuando tenía un valor más importante y yo sí pasé por períodos muy fuertes. En mi caso yo siempre digo, que pagué una pequeñita cuota, una probadita de lo que pagan las madres buscadoras o quien busca, porque en este país buscar tiene su costo.

A mí me tocó como un periodo de aislamiento, de despalabramiento donde no tenía ni cómo decir de tratar de hacer sentido, me tuve que ir del país un ratito porque era mucha violencia y después ya el espionaje que es una partecita, y estar en un expediente como secuestradora y como integrante de la delincuencia organizada que ahí sigo en el expediente como si fuera parte del de una de las autoras de las fosa, ahí sigo y eso si fue mucho tiempo de muchos sustos.

Pusieron delincuencia organizada y secuestro junto con mi amiga Lety la directora del equipo argentino de antropología forense junto con Ana Lorena Delgadillo que es la directora de la fundación para la justicia y también defensora de las víctimas estamos en el tomo 221 de las fosas, estamos desde el 2015 no nos han querido retirar, pedimos que nos saquen, pero ahí están todos nuestros datos y para eso sí investigaron, esa es la parte que sí me da coraje todos los lugares adonde fui en ocho meses, con quien me vi, todo que hice con mi celular y la geolocalización, le pidieron a la policía federal que me localizara.

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