/ viernes 20 de enero de 2017

A Trump lo esperan varias bombas de tiempo geopolíticas

PARÍS, Francia. (OEM-Informex).- Cuando ingrese a la CasaBlanca, después de asumir el poder de la nación más potente delplaneta, el presidente Donald Trump escuchará el tic-tac de variasbombas de tiempo geopolíticas que amenazan con estallar encualquier momento.

Trump, que no parece tener la sutileza intelectual de Tayllerand-el gran cerebro diplomático de Napoleón-, tampoco cuenta con unagran experiencia diplomática. Los rudimentos de su estrategiaterminaron por crearle más de una dificultad antes de ocupar elsalón oval.

La primera mecha que encendió -por precipitación o torpeza-fue acaso la más peligrosa: China. Por tradición, a los chinosles fascinan los fuegos de artificio, pero odian jugar con fuegocuando se trata de temas que pueden poner en peligro susprioridades estratégicas. El diálogo por teléfono que mantuvoTrump con la presidenta taiwanesa TsaiIng-wen tocó un temaextremadamente sensible para Pekín: la política de una solaChina, reconocida por Estados Unidos desde 1979.

A esa iniciativa, considerada como una “provocación”, sesumaron las amenazas de imponer tasas aduaneras suplementarias alas mercancías made in China, los gestos de acercamiento con Rusiaa expensas de Pekín y las amenazas sugeridas cuando se refiere ala “expansión” en el archipiélago de las Spratley.Disgustado, pero sin perder los nervios, el Gobierno del presidenteXi Jinping deploró “la obsesión de la diplomacia Twitter” quepractica Trump.

El francés François Géré, experto en estrategia, cree quelos resbalones de Trump no son casuales y que su intención estratar de establecer una “relación más brutal” con China.

En forma paralela alarmó a sus aliados asiáticos -enparticular Japón y Corea del Sur- al amenazarlos con disminuir lapresencia militar de Estados Unidos en la región, si no aceptabanuna “mayor contribución” en el esfuerzo común de defensa.

Otra bomba de tiempo es su relación con Europa, que no tieneninguna razón para congratularse de la llegada -por primera vezdesde los años 1950- de un presidente decididamente aislacionista,proteccionista y simpatizante de Vladimir Putin y, sobre todo,indiferente -incluso hostil- al proyecto de integracióneuropeo.

La desconfianza de Europa se agravó la semana pasada con lascríticas de Trump a Alemania y a la política migratoria de lacanciller Angela Merkel, su desprecio por la OTAN -calificada de“obsoleta”- y su grosera injerencia en los asuntos internos dela Unión Europea (UE) al optar por una relación privilegiada conGran Bretaña. Las autoridades en Bruselas interpretaron esasdeclaraciones como un intento de dividir y debilitar a Europa. Elprincipal beneficiario de la implosión de la UE sería, in fine,Rusia.

El Kremlin también espera que Trump cumpla su promesa dereconocer la anexión rusa de Crimea y permita desestabilizar elGobierno de Petro Porochenko en Ucrania para instalar en su lugarun régimen más dócil con Moscú. Ese gambito equivaldría areconocer la política de expansión de Vladimir Putin, de la mismamanera que Estados Unidos parece haber aceptado la paz rusa enSiria, que instaura un nuevo orden internacional.

En Oriente Medio, la primera detonación podría provocar unareacción en cadena. Durante toda la campaña, Trump amenazó condesencadenar desde el primer día de su Gobierno una “ofensivatotal” contra el Estado Islámico (EI). La escalada en esaregión podría dar un nuevo giro a una guerra que estaba a puntode terminar. La situación podría incluso agravarse si el nuevopresidente cumple sus amenazas de trasladar la embajadaestadunidense de Tel Aviv a Jerusalén. Un gesto de esa índole lepermitiría reconciliar a Estados Unidos con el primer ministroBenjamin Netaniahu. El enfriamiento comenzó el mes pasado cuandoel Gobierno de Barack Obama no vetó la resolución 2334 ypermitió que el Consejo de Seguridad de la ONU adoptara un textoque condena las implantaciones israelíes en Cisjordania. Laruptura del statu quo sobre Jerusalén vigente desde 1947, nosería sin riesgos: también los palestinos reivindican a la ciudadsanta como capital de un futuro Estado independiente contiguo aIsrael. Ese faitaccompli (hecho consumado) daría motivos a lajuventud palestina para lanzar una tercer intifada.

Otro tic-tac inquietante se escucha en Irán, país que -ajuicio de Trump- parece seguir formando parte de los paísesintegrantes del “eje del mal”, como decían Ronald Reagan yGeorge W. Bush. Pero esa vieja situación cambió, al menos enteoría, después de los acuerdos nucleares de 2015. Pero laanulación de ese acuerdo, como propicia Trump, puede poner enpeligro los contratos millonarios firmados con Boeing y las otraspromesas de importaciones que entusiasman a la industriaestadunidense.

Trump prometió igualmente -sin que nadie se lo pidiera en formaoficial- levantar las sanciones económicas aplicadas contra Rusiadespués de su anexión de Crimea y establecer un diálogo másproductivo con Moscú.

Todas las bombas activadas por el propio Trump desde su victoriaen las elecciones del 8 de noviembre representan, en la práctica,profundos cambios de orientación de la línea tradicional de ladiplomacia estadunidense. El único punto en común de esasmodificaciones reside en que -voluntaria o involuntariamente-favorecen los intereses del Kremlin crispan a los rivales deEstados Unidos y suscitan la inquietud de sus principalesaliados.

PARÍS, Francia. (OEM-Informex).- Cuando ingrese a la CasaBlanca, después de asumir el poder de la nación más potente delplaneta, el presidente Donald Trump escuchará el tic-tac de variasbombas de tiempo geopolíticas que amenazan con estallar encualquier momento.

Trump, que no parece tener la sutileza intelectual de Tayllerand-el gran cerebro diplomático de Napoleón-, tampoco cuenta con unagran experiencia diplomática. Los rudimentos de su estrategiaterminaron por crearle más de una dificultad antes de ocupar elsalón oval.

La primera mecha que encendió -por precipitación o torpeza-fue acaso la más peligrosa: China. Por tradición, a los chinosles fascinan los fuegos de artificio, pero odian jugar con fuegocuando se trata de temas que pueden poner en peligro susprioridades estratégicas. El diálogo por teléfono que mantuvoTrump con la presidenta taiwanesa TsaiIng-wen tocó un temaextremadamente sensible para Pekín: la política de una solaChina, reconocida por Estados Unidos desde 1979.

A esa iniciativa, considerada como una “provocación”, sesumaron las amenazas de imponer tasas aduaneras suplementarias alas mercancías made in China, los gestos de acercamiento con Rusiaa expensas de Pekín y las amenazas sugeridas cuando se refiere ala “expansión” en el archipiélago de las Spratley.Disgustado, pero sin perder los nervios, el Gobierno del presidenteXi Jinping deploró “la obsesión de la diplomacia Twitter” quepractica Trump.

El francés François Géré, experto en estrategia, cree quelos resbalones de Trump no son casuales y que su intención estratar de establecer una “relación más brutal” con China.

En forma paralela alarmó a sus aliados asiáticos -enparticular Japón y Corea del Sur- al amenazarlos con disminuir lapresencia militar de Estados Unidos en la región, si no aceptabanuna “mayor contribución” en el esfuerzo común de defensa.

Otra bomba de tiempo es su relación con Europa, que no tieneninguna razón para congratularse de la llegada -por primera vezdesde los años 1950- de un presidente decididamente aislacionista,proteccionista y simpatizante de Vladimir Putin y, sobre todo,indiferente -incluso hostil- al proyecto de integracióneuropeo.

La desconfianza de Europa se agravó la semana pasada con lascríticas de Trump a Alemania y a la política migratoria de lacanciller Angela Merkel, su desprecio por la OTAN -calificada de“obsoleta”- y su grosera injerencia en los asuntos internos dela Unión Europea (UE) al optar por una relación privilegiada conGran Bretaña. Las autoridades en Bruselas interpretaron esasdeclaraciones como un intento de dividir y debilitar a Europa. Elprincipal beneficiario de la implosión de la UE sería, in fine,Rusia.

El Kremlin también espera que Trump cumpla su promesa dereconocer la anexión rusa de Crimea y permita desestabilizar elGobierno de Petro Porochenko en Ucrania para instalar en su lugarun régimen más dócil con Moscú. Ese gambito equivaldría areconocer la política de expansión de Vladimir Putin, de la mismamanera que Estados Unidos parece haber aceptado la paz rusa enSiria, que instaura un nuevo orden internacional.

En Oriente Medio, la primera detonación podría provocar unareacción en cadena. Durante toda la campaña, Trump amenazó condesencadenar desde el primer día de su Gobierno una “ofensivatotal” contra el Estado Islámico (EI). La escalada en esaregión podría dar un nuevo giro a una guerra que estaba a puntode terminar. La situación podría incluso agravarse si el nuevopresidente cumple sus amenazas de trasladar la embajadaestadunidense de Tel Aviv a Jerusalén. Un gesto de esa índole lepermitiría reconciliar a Estados Unidos con el primer ministroBenjamin Netaniahu. El enfriamiento comenzó el mes pasado cuandoel Gobierno de Barack Obama no vetó la resolución 2334 ypermitió que el Consejo de Seguridad de la ONU adoptara un textoque condena las implantaciones israelíes en Cisjordania. Laruptura del statu quo sobre Jerusalén vigente desde 1947, nosería sin riesgos: también los palestinos reivindican a la ciudadsanta como capital de un futuro Estado independiente contiguo aIsrael. Ese faitaccompli (hecho consumado) daría motivos a lajuventud palestina para lanzar una tercer intifada.

Otro tic-tac inquietante se escucha en Irán, país que -ajuicio de Trump- parece seguir formando parte de los paísesintegrantes del “eje del mal”, como decían Ronald Reagan yGeorge W. Bush. Pero esa vieja situación cambió, al menos enteoría, después de los acuerdos nucleares de 2015. Pero laanulación de ese acuerdo, como propicia Trump, puede poner enpeligro los contratos millonarios firmados con Boeing y las otraspromesas de importaciones que entusiasman a la industriaestadunidense.

Trump prometió igualmente -sin que nadie se lo pidiera en formaoficial- levantar las sanciones económicas aplicadas contra Rusiadespués de su anexión de Crimea y establecer un diálogo másproductivo con Moscú.

Todas las bombas activadas por el propio Trump desde su victoriaen las elecciones del 8 de noviembre representan, en la práctica,profundos cambios de orientación de la línea tradicional de ladiplomacia estadunidense. El único punto en común de esasmodificaciones reside en que -voluntaria o involuntariamente-favorecen los intereses del Kremlin crispan a los rivales deEstados Unidos y suscitan la inquietud de sus principalesaliados.

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