MAZATLÁN, Sin.- Estrés, preocupación y escasez económica son algunos de los altos costos a los que han tenido que adaptarse las más de 400 familias que se vieron obligadas a desplazarse a Mazatlán, desde la sierra de Concordia, Sinaloa, para comenzar una nueva vida, luego de vivir atemorizados y haber sido víctimas de la violencia a manos del crimen organizado.
La mafia del crimen organizado actúa sin piedad con quienes se cruzan en su paso para apropiarse de sus tierras y propiedades de forma violenta, y en Sinaloa son cientos de víctimas que no sólo sufren daño físico, sino las secuelas psicológicas generadas en el resto de la familia. De las más de 400 familias que se desplazaron desde la sierra de Concordia a Mazatlán desde 2012 a la fecha, 50 soportaron el asesinato de esposos e hijos, violaciones y otros daños, de acuerdo con el Movimiento Amplio Social Sinaloense (MASS).
Karla, de 31 años de edad, y originaria de Santa Lucía, Concordia, relató para El Sol de Mazatlán lo difícil que ha sido para ella y su familia adecuarse al cambio desde su llegada a Mazatlán hace 18 meses, “lo más difícil es adaptarse a los gastos económicos que demanda la vida en la ciudad, que ofrece sueldos muy bajos”.
Esto luego de que tuvieron que abandonar de forma imprevista aquel hogar que alcanzaron a habitar por sólo dos años, pues durante cuatro primaveras vivieron en casa de su suegra, tiempo que emplearon en construir la casa que jamás pensaron debían abandonar en tan corto tiempo, para perderse en la soledad.
Sin embargo, la desesperación y la lucha por sacar adelante a la familia, es un costo que vale la pena soportar, a volver a despertar con aquel sentimiento de temor e inseguridad por la violencia, ya que su esposo fue víctima de tortura al igual que su suegro.
Para María de los Ángeles, de El Pueblito, Concordia, a sus 37 años, y madre de cinco hijos, también fue difícil el cambio, pero al igual que Karla, no piensa en la posibilidad de regresar a aquella tierra que durante años fue su hogar. "Ha sido difícil, yo tengo seis años que me vine de allá, duré tres años en una casa que me prestó un cuñado... es difícil porque allá no pagábamos luz, teníamos luz solar, no pagábamos agua y pues todo, no pagábamos transporte para la escuela, aquí todo es más caro y mi esposo gana cuando mucho dos mil pesos a la semana".