/ miércoles 6 de septiembre de 2017

Cada quien su socavón

Con un PAN dividido por su propia presidencia, un PRD en pleno desmoronamiento y un Movimiento Ciudadano con la brújula perdida, se dio el primer paso para la conformación del llamado Frente Amplio “Democrático”. Eso ocurre en medio de la crisis constitucional por la no integración de la presidencia de la Cámara de Diputados, que a la hora de escribir esta columna permanecía sin resolver.

Mal comienzan los prolegómenos de la actividad política con miras a la sucesión presidencial del año próximo, en la que las principales oposiciones tienen como objetivo fundamental la común obsesión de sacar de Los Pinos al Partido Revolucionario Institucional.

En el camino, tanto el PAN como el PRD y el propio Morena han caído en lo que, metafóricamente, podría llamarse su propio socavón que los pone al borde del derrumbe. Con la absurda intención de echar abajo la designación del procurador Raúl Cervantes como fiscal general, el presidente de Acción Nacional, Ricardo Anaya, provoca una crisis dentro de su partido y un bloqueo en la Cámara de Diputados más profundo que los generados por Andrés Manuel López Obrador con sus proclamas de al diablo las instituciones y sus plantones en rechazo a los resultados electorales de procesos anteriores.

El PRD, dividido desde los primeros años de su fundación, vive en estos momentos la peor desbandada de su historia, no tanto cuantitativa como cualitativa por la fuga de algunos de sus cuadros hacia el partido Morena. Andrés Manuel López Obrador ha dado un paso en falso que lo hunde en su propio socavón al mostrar, con la designación de Claudia Sheinbaum como virtual candidata al gobierno de la Ciudad de México. Muestra así el autoritarismo vertical que desvirtúa su crítica permanente a la mafia del poder, una demostración que indiscutiblemente irá en desmedro de una buena parte de las preferencias electorales que aparecen en su favor en las encuestas de los últimos meses.

Los tres partidos que constituyen lo más importante de la oposición están en crisis, una crisis que no superarán con la conformación de un frente amplio pero hasta ahora compuesto por solo tres partidos. Frente a ellos, Morena de López Obrador intenta rellenar el socavón que él mismo ha cavado con la llegada de nuevos militantes, no todos ellos provistos de la fama pública y el prestigio que en teoría aportarían a su partido.

Independientemente de la solución que se encuentre a la crisis institucional que hasta el día de ayer prevalecía en la Cámara de Diputados, los principales partidos de oposición se precipitan en una caída cuyos efectos se verán una vez definidas las candidaturas para las elecciones del próximo año y la verdadera conformación de alianzas y coaliciones en el escenario político del país. Mientras tanto, en ese panorama es evidente que después del rezago en los sondeos de opinión del Partido Revolucionario Institucional, los sacudimientos, las contradicciones y las pugnas internas de la oposición lo benefician. Como en los mejores tiempos de su hegemonía política en el país, el PRI exhibe su elenco de aspirantes a la candidatura para la presidencia de la República, pero mantiene en reserva la expectativa para la decisión que deberá tomar con el mismo método tradicional de años atrás dentro de unas cuantas semanas. La exhibición, especie de pasarela, de los prospectos del PRI, ha quedado a salvo de críticas, descalificaciones, escándalos en torno a trayectorias y merecimientos, lo cual contribuye a la evidente recuperación de las posibilidades del Revolucionario Institucional de hacer frente a la caótica oposición en las próximas elecciones.

Con un PAN dividido por su propia presidencia, un PRD en pleno desmoronamiento y un Movimiento Ciudadano con la brújula perdida, se dio el primer paso para la conformación del llamado Frente Amplio “Democrático”. Eso ocurre en medio de la crisis constitucional por la no integración de la presidencia de la Cámara de Diputados, que a la hora de escribir esta columna permanecía sin resolver.

Mal comienzan los prolegómenos de la actividad política con miras a la sucesión presidencial del año próximo, en la que las principales oposiciones tienen como objetivo fundamental la común obsesión de sacar de Los Pinos al Partido Revolucionario Institucional.

En el camino, tanto el PAN como el PRD y el propio Morena han caído en lo que, metafóricamente, podría llamarse su propio socavón que los pone al borde del derrumbe. Con la absurda intención de echar abajo la designación del procurador Raúl Cervantes como fiscal general, el presidente de Acción Nacional, Ricardo Anaya, provoca una crisis dentro de su partido y un bloqueo en la Cámara de Diputados más profundo que los generados por Andrés Manuel López Obrador con sus proclamas de al diablo las instituciones y sus plantones en rechazo a los resultados electorales de procesos anteriores.

El PRD, dividido desde los primeros años de su fundación, vive en estos momentos la peor desbandada de su historia, no tanto cuantitativa como cualitativa por la fuga de algunos de sus cuadros hacia el partido Morena. Andrés Manuel López Obrador ha dado un paso en falso que lo hunde en su propio socavón al mostrar, con la designación de Claudia Sheinbaum como virtual candidata al gobierno de la Ciudad de México. Muestra así el autoritarismo vertical que desvirtúa su crítica permanente a la mafia del poder, una demostración que indiscutiblemente irá en desmedro de una buena parte de las preferencias electorales que aparecen en su favor en las encuestas de los últimos meses.

Los tres partidos que constituyen lo más importante de la oposición están en crisis, una crisis que no superarán con la conformación de un frente amplio pero hasta ahora compuesto por solo tres partidos. Frente a ellos, Morena de López Obrador intenta rellenar el socavón que él mismo ha cavado con la llegada de nuevos militantes, no todos ellos provistos de la fama pública y el prestigio que en teoría aportarían a su partido.

Independientemente de la solución que se encuentre a la crisis institucional que hasta el día de ayer prevalecía en la Cámara de Diputados, los principales partidos de oposición se precipitan en una caída cuyos efectos se verán una vez definidas las candidaturas para las elecciones del próximo año y la verdadera conformación de alianzas y coaliciones en el escenario político del país. Mientras tanto, en ese panorama es evidente que después del rezago en los sondeos de opinión del Partido Revolucionario Institucional, los sacudimientos, las contradicciones y las pugnas internas de la oposición lo benefician. Como en los mejores tiempos de su hegemonía política en el país, el PRI exhibe su elenco de aspirantes a la candidatura para la presidencia de la República, pero mantiene en reserva la expectativa para la decisión que deberá tomar con el mismo método tradicional de años atrás dentro de unas cuantas semanas. La exhibición, especie de pasarela, de los prospectos del PRI, ha quedado a salvo de críticas, descalificaciones, escándalos en torno a trayectorias y merecimientos, lo cual contribuye a la evidente recuperación de las posibilidades del Revolucionario Institucional de hacer frente a la caótica oposición en las próximas elecciones.