/ miércoles 22 de noviembre de 2023

Gálvez, candidatura estancada 

El proceso electoral federal arrancó de manera oficial con al menos dos ideas que se han generalizado en las últimas semanas: si los comicios tuvieran lugar hoy, Morena ganaría holgadamente con Claudia Sheinbaum a la cabeza, mientras que la potencial abanderada del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez, no ha logrado crecer en las intenciones de voto.

Es cada vez más evidente que a la aspirante opositora algo le está sucediendo, tras haberse convertido en un fenómeno mediático que la llevó a cambiar súbitamente su deseo de contender por la jefatura de gobierno de la Ciudad de México por obtener la candidatura a la Presidencia de la República. Poco tiempo fue el que le duró el encanto seductor de una historia de vida ligada a las comunidades indígenas de su natal Hidalgo y una trayectoria profesional inducida por el esfuerzo, que sirvió para ascender en esta primera etapa.

Xóchitl Gálvez perdió empuje, se le agotó la historia y no ha logrado definir una personalidad propia que le permita alcanzar a los distintos segmentos de la sociedad que esperarían un cambio radical en 2024. El escenario para la hidalguense no es nada sencillo y requiere de mucha astucia para poder asumirlo, una característica que hasta el momento no ha aparecido en ella.

Para alcanzar el objetivo de crecer en las encuestas, Gálvez tiene que conciliar y mostrarse como la representante de una coalición de tres partidos disímbolos y la abanderada de una corriente ciudadana que vería en ella una opción viable de cambio. Xóchitl está obligada a convivir con las estructuras del PAN, del PRI y del PRD, sin provocar tensiones, como hasta ahora ha ocurrido, por su creciente y justificada desconfianza en los líderes de esos institutos políticos. Sin embargo, tendrá que adaptar su discurso para ganarse la confianza de las diferentes militancias, porque sin ellas no podrá consolidar su candidatura, crecer y alcanzar a Claudia Sheinbaum.

De la misma forma y sin provocar el recelo de los partidos que la postulan, la opositora no puede abandonar su origen ciudadano y alejarse de los grupos de la sociedad civil que ven en ella una solución ante la creciente, influencia de una izquierda morenista que los ha despreciado pero que al mismo tiempo desconfían de los partidos políticos y sus dirigencias.

Las recientes encuestas deberían representar una alerta roja para el frente opositor. Ayer, en un estudio publicado por Consulta Mitofsky en el periódico El Economista, se habla de 24.5 puntos de diferencia entre Sheinbaum y Gálvez, una distancia que necesitará de una habilidad electoral perfectamente diseñada e implementada para poder hacer de Xóchitl una opción competitiva.

Frente a la difícil realidad que vive Xóchitl Gálvez, en la casa de enfrente Claudia Sheinbaum mantiene su estrategia de defender los postulados del proyecto obradorista, impedir las divisiones dentro de Morena y comportarse con la misma disciplina que la caracterizó durante el proceso interno que la llevó a ganar la candidatura presidencial.

El periodo de precampaña finalizará el próximo 19 de enero. Se verá si sesenta días son suficientes para que el frente opositor dé la sorpresa y alcance a la abanderada morenista, una apuesta que se antoja complicada pero no imposible.

El proceso electoral federal arrancó de manera oficial con al menos dos ideas que se han generalizado en las últimas semanas: si los comicios tuvieran lugar hoy, Morena ganaría holgadamente con Claudia Sheinbaum a la cabeza, mientras que la potencial abanderada del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez, no ha logrado crecer en las intenciones de voto.

Es cada vez más evidente que a la aspirante opositora algo le está sucediendo, tras haberse convertido en un fenómeno mediático que la llevó a cambiar súbitamente su deseo de contender por la jefatura de gobierno de la Ciudad de México por obtener la candidatura a la Presidencia de la República. Poco tiempo fue el que le duró el encanto seductor de una historia de vida ligada a las comunidades indígenas de su natal Hidalgo y una trayectoria profesional inducida por el esfuerzo, que sirvió para ascender en esta primera etapa.

Xóchitl Gálvez perdió empuje, se le agotó la historia y no ha logrado definir una personalidad propia que le permita alcanzar a los distintos segmentos de la sociedad que esperarían un cambio radical en 2024. El escenario para la hidalguense no es nada sencillo y requiere de mucha astucia para poder asumirlo, una característica que hasta el momento no ha aparecido en ella.

Para alcanzar el objetivo de crecer en las encuestas, Gálvez tiene que conciliar y mostrarse como la representante de una coalición de tres partidos disímbolos y la abanderada de una corriente ciudadana que vería en ella una opción viable de cambio. Xóchitl está obligada a convivir con las estructuras del PAN, del PRI y del PRD, sin provocar tensiones, como hasta ahora ha ocurrido, por su creciente y justificada desconfianza en los líderes de esos institutos políticos. Sin embargo, tendrá que adaptar su discurso para ganarse la confianza de las diferentes militancias, porque sin ellas no podrá consolidar su candidatura, crecer y alcanzar a Claudia Sheinbaum.

De la misma forma y sin provocar el recelo de los partidos que la postulan, la opositora no puede abandonar su origen ciudadano y alejarse de los grupos de la sociedad civil que ven en ella una solución ante la creciente, influencia de una izquierda morenista que los ha despreciado pero que al mismo tiempo desconfían de los partidos políticos y sus dirigencias.

Las recientes encuestas deberían representar una alerta roja para el frente opositor. Ayer, en un estudio publicado por Consulta Mitofsky en el periódico El Economista, se habla de 24.5 puntos de diferencia entre Sheinbaum y Gálvez, una distancia que necesitará de una habilidad electoral perfectamente diseñada e implementada para poder hacer de Xóchitl una opción competitiva.

Frente a la difícil realidad que vive Xóchitl Gálvez, en la casa de enfrente Claudia Sheinbaum mantiene su estrategia de defender los postulados del proyecto obradorista, impedir las divisiones dentro de Morena y comportarse con la misma disciplina que la caracterizó durante el proceso interno que la llevó a ganar la candidatura presidencial.

El periodo de precampaña finalizará el próximo 19 de enero. Se verá si sesenta días son suficientes para que el frente opositor dé la sorpresa y alcance a la abanderada morenista, una apuesta que se antoja complicada pero no imposible.