/ miércoles 30 de agosto de 2017

El difícil camino hacia la democracia

En la más profunda revolución desde su aparición en la Tierra, la tecnológica, el hombre estaría en el umbral de una sociedad en la que su voluntad, su libre albedrío estarían sometidos a un nuevo imperio, a una dictadura que regiría cada uno de sus actos. El hombre superó la revolución industrial que en el siglo XIX desplazó a la mano de obra por la máquina y produjo una transformación en su mente y en su actividad creadora.

En su libro, Homo Deus, Breve Historia del Mañana, Yuval Noah Harari, describe a una sociedad en la que el trabajo humano, sus decisiones y su inteligencia, incluso sus herramientas materiales y su producción dependerán de la tecnología que estaría creando a un hombre inútil, avasallado por la estadística y la datología.

La encuesta, que pretende ser la medición numérica del presente y el porvenir, rige ya, desde ahora, buena parte de los destinos de la comunidad. El sondeo de opinión actúa como el gran algoritmo, la postverdad que influye en la percepción de lo que ocurrirá. Como en el nazismo, una mentira puede convertirse en verdad si se la dice y se la encuentra en todas partes y en todo momento.

La encuesta de opinión es uno de esos instrumentos que, falsa o auténtica, manipulada, se sirve de la mercadotecnia y la publicidad para mostrar el presente y el futuro en la imaginación de la masa. En política, la percepción del votante se conforma cuando en los procesos aparecen con insistencia virtuales ganadores. Se forma entonces una especie de bola de nieve que suma opiniones inducidas en su rodar imparable. Pero las mediciones de opinión, producto de la tecnología, no son siempre el elemento que decide el curso de la vida pública. El partido Morena de Andrés Manuel López Obrador anunció la realización de una encuesta para conocer las preferencias de sus militantes y determinar así el nombre de quien será su candidato en las elecciones del año próximo para el gobierno de la Ciudad de México; burdo proceder. Desde el principio la encuesta fue cuestionada por la opacidad en su metodología y en su desarrollo. Olía a una simulación mediática para consumar la designación personal, el clásico dedazo que no se ha logrado desterrar de la política de nuestro país.

Anunciado el supuesto resultado de la encuesta, que en el papel favoreció a Claudia Sheinbaum, uno de los aspirantes, Ricardo Monreal cuestionó la designación; al más puro estilo de López Obrador, desconoce el resultado y esgrime otros sondeos en los que él aparecía a la cabeza. Encuesta contra encuesta, en ambos casos rechazada. La medición de la opinión, como se ve, puede ser un elemento, pero en forma alguna el factor determinante que indique la voluntad mayoritaria.

El conflicto entre Ricardo Monreal y la dirigencia del partido Morena no se resolverá, al menos a satisfacción y con plena aceptación. Es que las encuestas, imperfecto método para conocer la voluntad mayoritaria, no pueden ni deben suplir a la expresión de la democracia que es el voto.

La Humanidad se encamina tal vez, como previene Yuval Noah Harari, autor de Homo Deus, a una nueva etapa, en la que la inteligencia del hombre cede ante el cerebro artificial de la computación. Aun desprovisto de la sensibilidad del homo sapiens, dueño de su voluntad, el ordenador, la tecnología en general puede convertirse en el instrumento que rija la capacidad creativa del ser humano y modele su conducta. Ni el dedazo, ni la voluntad personal harán dar marcha atrás al homo sapiens, al que tantos siglos costó superar al hombre de Neandertal con la perfección de su inteligencia.