/ viernes 8 de septiembre de 2017

Esquiroles blanquiazules

O sepulcros blanqueados, para ser más congruentes con la semántica panista. El punto está en la traición de cinco senadores panistas, a la directriz de la cúpula de su partido.

Se es o no se es. A nadie se obliga a afiliarse a una fuerza política -como tampoco a entrar al ejército o ingresar al seminario-, pero quien así lo decide, de antemano sabe que tendrá que sujetarse a los lineamientos de la institución.

El quinteto de sátrapas, que desoyeron al líder de su fracción, se desvive en excusas, escriben misivas a los periódicos y hacen lo imposible, porque no se les sancione.

Ernesto Cordero -ahora Presidente de la Cámara de Senadores-, Javier Lozano, Roberto Gil Zuarth, Salvador Vega Casillas y Jorge Luis Lavalle son incondicionales de Felipe Calderón. Del mismo Felipe que destazó a Acción Nacional, desde Los Pinos, mediante una imposición autoritaria, que puso y quitó al máximo integrante del Consejo Nacional, según le vino en gana.

La manipulación del Calderonato propició el éxodo de cientos de antiguos miembros, incluso, fundadores del organismo político, de panistas congruentes con principios y una ideología, a la que le siguen siendo

fieles.

La burda manipulación se encubrió calificándola de “democracia interna”. A la denuncia se respondía con semejante estupidez, cuando era sabido que el partido había caído bajo el yugo de un tirano.

Al dictadorzuelo se le metió entre ceja y ceja, volver a la “silla embrujada” en calidad de poder tras el trono, a través de su cónyuge. La aguerrida Margarita se siente capacitada para llegarle a la grande, ajena a su profunda mediocridad y azuzada por el maridete de Marras.

¿Primer obstáculo? La enjundia del joven maravilla (Ricardo Anaya), actual mandamás del PAN, tan ambicioso como la mentada mancuerna e indispuesto a dejarle el lugar a la dama.

Hacer acuerdos con el PRI-gobierno le es fácil a Calderón. Su disposición a apoyar la maniobra federal, para dejar un “Fiscal a modo”, con carácter transexenal, animó a sus achichincles congresistas a ponerse en rebeldía. Incitados por el Tricolor, sacaron de la jugada a Adriana Dávila y pusieron en el presídium al infumable de Cordero.

Lo que poco midió el Calderonato fue la respuesta brava de sus pares de partido: el respingo de Anaya provocó la peor crisis, de que se tenga memoria en la Cámara de Diputados, al impedirse la conformación de la Mesa.

Lo que tampoco vio fue la magistral jugada del Tricolor: un Acción Nacional hecho jirones, le redituaría millones de votos perdidos. El PRI saca su experiencia en estas lides. ¿La consigna? Divide y vencerás. Mientras más se escindan el resto de las fuerzas, sus probabilidades para el 18, crecen.

De los cinco, ni qué decir. El tecnócrata Cordero -quien afirmó que una familia puede vivir con seis mil pesos y darse lujos-, jamás podría identificarse con el pensamiento de un Gómez Morín.

Javier Lozano, déspota expriista, sabedor de alquimias. Cómplice de la oscuridad del caso de Zhenli Ye Gon y los millones encontrados en una casa de Las Lomas, billetes que, el ahora ocupante de una celda mexicana, afirmaba eran para campañas políticas.

Gil Zuarth y su portafolio con efectivo, relacionado con el asunto de los casinos y Vega Casillas, a cuya esposa se acusó de extorsionar a los gasolineros, desde la Profeco. Todos hijos predilectos del Calderonato.

El intento de dejar una tapadera transexenal -Raúl Cervantes-, se le fastidió al Tricolor. Pero, el dividir a Acción Nacional le salió que ni pintado.

 

catalinanq@hotmail.com

Twitter: @catalinanq

O sepulcros blanqueados, para ser más congruentes con la semántica panista. El punto está en la traición de cinco senadores panistas, a la directriz de la cúpula de su partido.

Se es o no se es. A nadie se obliga a afiliarse a una fuerza política -como tampoco a entrar al ejército o ingresar al seminario-, pero quien así lo decide, de antemano sabe que tendrá que sujetarse a los lineamientos de la institución.

El quinteto de sátrapas, que desoyeron al líder de su fracción, se desvive en excusas, escriben misivas a los periódicos y hacen lo imposible, porque no se les sancione.

Ernesto Cordero -ahora Presidente de la Cámara de Senadores-, Javier Lozano, Roberto Gil Zuarth, Salvador Vega Casillas y Jorge Luis Lavalle son incondicionales de Felipe Calderón. Del mismo Felipe que destazó a Acción Nacional, desde Los Pinos, mediante una imposición autoritaria, que puso y quitó al máximo integrante del Consejo Nacional, según le vino en gana.

La manipulación del Calderonato propició el éxodo de cientos de antiguos miembros, incluso, fundadores del organismo político, de panistas congruentes con principios y una ideología, a la que le siguen siendo

fieles.

La burda manipulación se encubrió calificándola de “democracia interna”. A la denuncia se respondía con semejante estupidez, cuando era sabido que el partido había caído bajo el yugo de un tirano.

Al dictadorzuelo se le metió entre ceja y ceja, volver a la “silla embrujada” en calidad de poder tras el trono, a través de su cónyuge. La aguerrida Margarita se siente capacitada para llegarle a la grande, ajena a su profunda mediocridad y azuzada por el maridete de Marras.

¿Primer obstáculo? La enjundia del joven maravilla (Ricardo Anaya), actual mandamás del PAN, tan ambicioso como la mentada mancuerna e indispuesto a dejarle el lugar a la dama.

Hacer acuerdos con el PRI-gobierno le es fácil a Calderón. Su disposición a apoyar la maniobra federal, para dejar un “Fiscal a modo”, con carácter transexenal, animó a sus achichincles congresistas a ponerse en rebeldía. Incitados por el Tricolor, sacaron de la jugada a Adriana Dávila y pusieron en el presídium al infumable de Cordero.

Lo que poco midió el Calderonato fue la respuesta brava de sus pares de partido: el respingo de Anaya provocó la peor crisis, de que se tenga memoria en la Cámara de Diputados, al impedirse la conformación de la Mesa.

Lo que tampoco vio fue la magistral jugada del Tricolor: un Acción Nacional hecho jirones, le redituaría millones de votos perdidos. El PRI saca su experiencia en estas lides. ¿La consigna? Divide y vencerás. Mientras más se escindan el resto de las fuerzas, sus probabilidades para el 18, crecen.

De los cinco, ni qué decir. El tecnócrata Cordero -quien afirmó que una familia puede vivir con seis mil pesos y darse lujos-, jamás podría identificarse con el pensamiento de un Gómez Morín.

Javier Lozano, déspota expriista, sabedor de alquimias. Cómplice de la oscuridad del caso de Zhenli Ye Gon y los millones encontrados en una casa de Las Lomas, billetes que, el ahora ocupante de una celda mexicana, afirmaba eran para campañas políticas.

Gil Zuarth y su portafolio con efectivo, relacionado con el asunto de los casinos y Vega Casillas, a cuya esposa se acusó de extorsionar a los gasolineros, desde la Profeco. Todos hijos predilectos del Calderonato.

El intento de dejar una tapadera transexenal -Raúl Cervantes-, se le fastidió al Tricolor. Pero, el dividir a Acción Nacional le salió que ni pintado.

 

catalinanq@hotmail.com

Twitter: @catalinanq