/ lunes 4 de marzo de 2024

Agenda Confidencial / Promesas, palabras, bla, bla, bla

Muuuucho ha cambiado en estos seis años de la 4T, afirma Claudia Sheinbaum, candidata a la presidencia de la República por Morena. Y enumera: apoyo a los adultos mayores, a las personas con discapacidad, a los jóvenes, al campo; se han construido universidades, trenes, aeropuertos, carreteras, presas, refinerías, plantas solares; se incrementó al doble el salario mínimo y al triple en la frontera; se fortaleció Pemex, la CFE… todo eso y más, mucho más, presume en su discurso de arranque de campaña presidencial. Bueno, más que discurso presentó su plan de gobierno, porque ya se ve sentada en la silla presidencial.

Y pregunta a los acarreados que acudieron por miles al Zócalo de la Ciudad de México: ¿Se siente la transformación en el país? Pero no espera la respuesta y afirma que cambió también la forma de gobernar y el modelo de desarrollo; quedó atrás el modelo neoliberal y la corrupción que lo acompañó por 36 años. Efectivamente, cambio el modelito, pero la corrupción sigue rampante, acotan los observadores políticos.

Confiada, segura, habla como si ya fuera presidenta, expone sus promesas, palabras, bla, bla, bla... “Gobernaré con la obligada división entre poder político y poder económico. Nunca me someteré a ningún poder económico, político o extranjero. Siempre trabajaré por el interés supremo del pueblo de México y de la Nación. Gobernaremos con la máxima del Humanismo Mexicano, por el bien de todos, primero los pobres. Seremos un gobierno sensible, cercano, de territorio y no de escritorio”. Lo mismo que dijo Andrés Manuel López Obrador cuando andaba en campaña.

“Garantizaremos las libertades de expresión, de prensa, de reunión, de movilización. Se respetarán los derechos humanos y nunca usaremos la fuerza del Estado para reprimir al pueblo de México. Respetaremos y garantizaremos el respeto a la libertad religiosa, política, social, cultural y sexual de nuestra sociedad. Y combatiremos cualquier forma de discriminación, no al racismo y no al clasismo en México”. Las mismas palabras del líder de masas e ídolo de multitudes.

“Seremos respetuosos del gobierno de Estados Unidos, somos el principal socio comercial, siempre habrá buena voluntad para la coordinación, pero nos corresponde exigir también el respeto a nuestra soberanía, a las y los mexicanos de los dos lados de la frontera. Coordinación sí, subordinación no. Nunca agacharemos la cabeza…”. Igualita a lo que dijeron muchos candidatos presidenciales, mismos que a la “hora de los madrazos” con nuestros “partners”, se agacharon y se fueron de lado.

“Encabezaremos un gobierno honesto, sin influyentísimo, corrupción o impunidad. Hacer un gobierno íntegro y libre de corrupción…” Lo que han dicho todos los candidatos sexenios tras sexenios, pero que ya en el poder permiten que sus funcionarios pongan en práctica la máxima que dice: “Con dinero baila el perro”.

Y agradece a quien dio el “dedazo” a su favor. ¡Qué viva el presidente Andrés Manuel López Obrador! ¡Qué viva la Cuarta Transformación! Se desgañita quien ya se siente presidenta.

Muuuucho ha cambiado en estos seis años de la 4T, afirma Claudia Sheinbaum, candidata a la presidencia de la República por Morena. Y enumera: apoyo a los adultos mayores, a las personas con discapacidad, a los jóvenes, al campo; se han construido universidades, trenes, aeropuertos, carreteras, presas, refinerías, plantas solares; se incrementó al doble el salario mínimo y al triple en la frontera; se fortaleció Pemex, la CFE… todo eso y más, mucho más, presume en su discurso de arranque de campaña presidencial. Bueno, más que discurso presentó su plan de gobierno, porque ya se ve sentada en la silla presidencial.

Y pregunta a los acarreados que acudieron por miles al Zócalo de la Ciudad de México: ¿Se siente la transformación en el país? Pero no espera la respuesta y afirma que cambió también la forma de gobernar y el modelo de desarrollo; quedó atrás el modelo neoliberal y la corrupción que lo acompañó por 36 años. Efectivamente, cambio el modelito, pero la corrupción sigue rampante, acotan los observadores políticos.

Confiada, segura, habla como si ya fuera presidenta, expone sus promesas, palabras, bla, bla, bla... “Gobernaré con la obligada división entre poder político y poder económico. Nunca me someteré a ningún poder económico, político o extranjero. Siempre trabajaré por el interés supremo del pueblo de México y de la Nación. Gobernaremos con la máxima del Humanismo Mexicano, por el bien de todos, primero los pobres. Seremos un gobierno sensible, cercano, de territorio y no de escritorio”. Lo mismo que dijo Andrés Manuel López Obrador cuando andaba en campaña.

“Garantizaremos las libertades de expresión, de prensa, de reunión, de movilización. Se respetarán los derechos humanos y nunca usaremos la fuerza del Estado para reprimir al pueblo de México. Respetaremos y garantizaremos el respeto a la libertad religiosa, política, social, cultural y sexual de nuestra sociedad. Y combatiremos cualquier forma de discriminación, no al racismo y no al clasismo en México”. Las mismas palabras del líder de masas e ídolo de multitudes.

“Seremos respetuosos del gobierno de Estados Unidos, somos el principal socio comercial, siempre habrá buena voluntad para la coordinación, pero nos corresponde exigir también el respeto a nuestra soberanía, a las y los mexicanos de los dos lados de la frontera. Coordinación sí, subordinación no. Nunca agacharemos la cabeza…”. Igualita a lo que dijeron muchos candidatos presidenciales, mismos que a la “hora de los madrazos” con nuestros “partners”, se agacharon y se fueron de lado.

“Encabezaremos un gobierno honesto, sin influyentísimo, corrupción o impunidad. Hacer un gobierno íntegro y libre de corrupción…” Lo que han dicho todos los candidatos sexenios tras sexenios, pero que ya en el poder permiten que sus funcionarios pongan en práctica la máxima que dice: “Con dinero baila el perro”.

Y agradece a quien dio el “dedazo” a su favor. ¡Qué viva el presidente Andrés Manuel López Obrador! ¡Qué viva la Cuarta Transformación! Se desgañita quien ya se siente presidenta.