/ jueves 21 de julio de 2022

Cable Diplomático | Ganar en la forma y el fondo

La semana pasada comenté que los resultados del encuentro entre los presidentes de México y de Estados Unidos se habrían de ver en forma precisa en días subsecuentes. Si bien la reunión fue exitosa diplomáticamente hablando, la realidad es que la interacción entre ambos países es tan extensa, tan compleja, tan dinámica y tan necesaria que estos encuentros, justamente por la importancia que ambos tienen para su contraparte, no se pueden aquilatar solamente por lo protocolario. Hay numerosos ejemplos en donde una buena relación amistosa de las cúpulas no necesariamente refleja acciones positivas en el día a día. En cambio, hay relaciones no tan fluidas pero que tienen resultados más o menos favorables para ambos lados.

Hasta ahora así las cosas, donde además, estamos también hablando de dos presidentes y de dos audiencias totalmente distintas, con necesidades diferentes y con niveles de aprobación totalmente opuestos. En ese sentido, cada uno le habla a públicos que no tienen nada que ver uno con el otro, y pensar que lo dicho en la Oficina Oval o en Washington es para que - de forma exclusiva - lo escuche el interlocutor, sería hacer un análisis incompleto. Además hay que tomar en cuenta los ciclos electorales (más próximos en Estados Unidos que en México) y la forma en que ello se interpone en la dinámica bilateral necesariamente y marca la agenda interna.

Como resultado de lo anterior, y como lo he escrito en entregas previas, lo más importante es que nos fijemos en si los dos presidentes están defendiendo posturas o intereses nacionales y en caso que sea lo segundo, cuáles son los intereses (o de quienes son) y a quien responden.

Además, en el caso de la postura, como dice el dicho: la forma es fondo. Casi siempre en estos encuentros de alto nivel, defender una postura tiene además un interés añadido. En ese orden de ideas, me parece que el lado mexicano defendió una postura que le habla a una audiencia determinada en nuestro país. Y el lado de Washington defendió intereses de gobierno y de industria con miras a noviembre próximo, en que habrá elecciones legislativas.

Las acciones posteriores que han seguido después de la reunión: la captura de Caro Quintero, el lanzamiento de consultas en el marco del T-MEC por el tema energético, los acuerdos sobre inversiones en la frontera, etc.; todo ello se enmarca en el gran esquema de cosas que mueven a los intereses de ambos países por sectores. Mi conclusión es que México ha ganado lo suficiente para su público interno mediante una postura de defensa de la soberanía (al menos, desde esa lectura) y Estados Unidos está dispuesto a seguir el juego de ello siempre y cuando se atiendan intereses particulares que son prioritarios para la Casa Blanca. En otras palabras, cada quien gana en el terreno donde más le conviene, donde sus acciones son más visibles y donde tiene además un público que se lo exige y se lo demanda, y por ende, se lo reconoce; en ese sentido, es un éxito si la medición la hacemos de esta forma y es un ganar-ganar que no parece serlo, pero que en el fondo lo es.

La semana pasada comenté que los resultados del encuentro entre los presidentes de México y de Estados Unidos se habrían de ver en forma precisa en días subsecuentes. Si bien la reunión fue exitosa diplomáticamente hablando, la realidad es que la interacción entre ambos países es tan extensa, tan compleja, tan dinámica y tan necesaria que estos encuentros, justamente por la importancia que ambos tienen para su contraparte, no se pueden aquilatar solamente por lo protocolario. Hay numerosos ejemplos en donde una buena relación amistosa de las cúpulas no necesariamente refleja acciones positivas en el día a día. En cambio, hay relaciones no tan fluidas pero que tienen resultados más o menos favorables para ambos lados.

Hasta ahora así las cosas, donde además, estamos también hablando de dos presidentes y de dos audiencias totalmente distintas, con necesidades diferentes y con niveles de aprobación totalmente opuestos. En ese sentido, cada uno le habla a públicos que no tienen nada que ver uno con el otro, y pensar que lo dicho en la Oficina Oval o en Washington es para que - de forma exclusiva - lo escuche el interlocutor, sería hacer un análisis incompleto. Además hay que tomar en cuenta los ciclos electorales (más próximos en Estados Unidos que en México) y la forma en que ello se interpone en la dinámica bilateral necesariamente y marca la agenda interna.

Como resultado de lo anterior, y como lo he escrito en entregas previas, lo más importante es que nos fijemos en si los dos presidentes están defendiendo posturas o intereses nacionales y en caso que sea lo segundo, cuáles son los intereses (o de quienes son) y a quien responden.

Además, en el caso de la postura, como dice el dicho: la forma es fondo. Casi siempre en estos encuentros de alto nivel, defender una postura tiene además un interés añadido. En ese orden de ideas, me parece que el lado mexicano defendió una postura que le habla a una audiencia determinada en nuestro país. Y el lado de Washington defendió intereses de gobierno y de industria con miras a noviembre próximo, en que habrá elecciones legislativas.

Las acciones posteriores que han seguido después de la reunión: la captura de Caro Quintero, el lanzamiento de consultas en el marco del T-MEC por el tema energético, los acuerdos sobre inversiones en la frontera, etc.; todo ello se enmarca en el gran esquema de cosas que mueven a los intereses de ambos países por sectores. Mi conclusión es que México ha ganado lo suficiente para su público interno mediante una postura de defensa de la soberanía (al menos, desde esa lectura) y Estados Unidos está dispuesto a seguir el juego de ello siempre y cuando se atiendan intereses particulares que son prioritarios para la Casa Blanca. En otras palabras, cada quien gana en el terreno donde más le conviene, donde sus acciones son más visibles y donde tiene además un público que se lo exige y se lo demanda, y por ende, se lo reconoce; en ese sentido, es un éxito si la medición la hacemos de esta forma y es un ganar-ganar que no parece serlo, pero que en el fondo lo es.