/ viernes 26 de julio de 2019

Contaminantes emergentes y la Red Ibeoramericana RIESCOS

Por: Pablo Hernández Almaraz

Hasta hace algunos años, sustancias como los plásticos convencionales, productos de higiene, medicamentos de uso frecuente o componentes electrónicos, no eran consideradas como contaminantes cuando se liberaban al ambiente. Sin embargo, hoy en día, el conocimiento científico ha develado que éstas y otras diversas sustancias de uso masivo, poseen efectos potencialmente negativos para la vida. Incluso, se prevé que otras sustancias artificiales, cuyos efectos hasta ahora son desconocidos, eventualmente también se convertirán en contaminantes emergentes.

Evaluaciones mundiales estiman que entre 70 y 75 por ciento de la contaminación de los mares es provocada por residuos mal gestionados, resultantes de actividades humanas que se desarrollan lejos de los ambientes marinos, y el resto por residuos de actividades económicas o recreativas desarrolladas en las costas y océanos. Por ejemplo, los plásticos y otros residuos sólidos y líquidos que no son tratados apropiadamente en las ciudades, pueden ser arrastrados por ríos, arroyos y escorrentías hasta llegar a la costa. Por su parte, residuos desechados directamente en las costas o mar adentro, son transportados por el viento, mareas y corrientes, y permanecen flotando o hundidos en el fondo marino.

Foto: Cortesía

Particularmente, se sabe que plásticos de gran tamaño o macroplásticos (mayores a 2 cm) pueden enredarse o ser consumidos por organismos marinos y, eventualmente, provocar su muerte: piense usted en una ballena o un lobo marino con sus aletas enredadas por líneas de plástico que no puede salir a respirar; o en aves, peces y otros mamíferos marinos con el estómago lleno de bolsas y fragmentos de plástico que interfieren con su nutrición.

También se sabe que los macroplásticos se van fragmentando hasta alcanzar tamaños microscópicos (menores a 1 mm). Estos microplásticos, junto con aquellos que son liberados por productos de higiene personal o de uso frecuente (por ejemplo, hay cremas y bloqueadores solares con microplásticos), se han registrado en el contenido estomacal de organismos marinos que forman parte de diferentes cadenas alimenticias.

En experimentos en laboratorio, se han relacionado ciertos efectos negativos en el metabolismo de microorganismos y la posible transferencia de estos contaminantes hacia niveles tróficos superiores. La magnitud de este proceso de contaminación con microplásticos por sí mismo llama la atención, pero también resalta porque tales microplásticos potencialmente pueden fragmentarse a niveles cientos de veces más pequeños, hasta alcanzar la escala nanoscópica (menores a un micrómetro, µm). Experimentalmente, también se han estudiado los posibles efectos de estos nanoplásticos, y los resultados no son del todo alentadores a nivel metabólico en individuos, poblaciones y especies.

A la par de las indagaciones con los plásticos, se han investigado otras sustancias químicas que les son añadidas, tales como los químicos que dan las características plastificantes. Desde hace varios años, se ha demostrado que algunas de estas sustancias tienen la capacidad de modificar ciertas rutas hormonales y provocar alteraciones en el metabolismo endócrito, así como malformaciones y, en algunos casos, esterilidad (en organismos de laboratorio y en el humano). Investigaciones científicas ya han registrado estas sustancias en vida libre e indagan los posibles escenarios en los ecosistemas marinos.

Cabe resaltar que, además de los contaminantes mencionados previamente, hay otros que llaman el interés de los científicos. Sustancias médicas, drogas, combustibles de nueva generación, micro- y nanopartículas, así como desechos de componentes electrónicos ya han sido registradas en ambientes marinos o potencialmente pueden llegar a los mismos.

Foto: Cortesía

Al respecto, la Red Temática Ibero-Americana RIESCOS, busca evaluar los efectos de los contaminantes emergentes sobre la salud de la cadena trófica marina, incluyendo la de los humanos, en sistemas costeros con elevada importancia ecológica y económica.

Como lo describe, el Programa de Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CYTED), RIESCOS también pretende desarrollar medidas para mejorar el manejo integral de las áreas estudiadas, así como la generación de alianzas estratégicas y mecanismos de coordinación y difusión de modelos de gestión exitosos en los países de Iberoamérica.

Autor

El doctor Pablo Hernández-Almaraz es investigador en el Laboratorio de Estrés Oxidativo en el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor), y también participa en la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS).

***

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Por: Pablo Hernández Almaraz

Hasta hace algunos años, sustancias como los plásticos convencionales, productos de higiene, medicamentos de uso frecuente o componentes electrónicos, no eran consideradas como contaminantes cuando se liberaban al ambiente. Sin embargo, hoy en día, el conocimiento científico ha develado que éstas y otras diversas sustancias de uso masivo, poseen efectos potencialmente negativos para la vida. Incluso, se prevé que otras sustancias artificiales, cuyos efectos hasta ahora son desconocidos, eventualmente también se convertirán en contaminantes emergentes.

Evaluaciones mundiales estiman que entre 70 y 75 por ciento de la contaminación de los mares es provocada por residuos mal gestionados, resultantes de actividades humanas que se desarrollan lejos de los ambientes marinos, y el resto por residuos de actividades económicas o recreativas desarrolladas en las costas y océanos. Por ejemplo, los plásticos y otros residuos sólidos y líquidos que no son tratados apropiadamente en las ciudades, pueden ser arrastrados por ríos, arroyos y escorrentías hasta llegar a la costa. Por su parte, residuos desechados directamente en las costas o mar adentro, son transportados por el viento, mareas y corrientes, y permanecen flotando o hundidos en el fondo marino.

Foto: Cortesía

Particularmente, se sabe que plásticos de gran tamaño o macroplásticos (mayores a 2 cm) pueden enredarse o ser consumidos por organismos marinos y, eventualmente, provocar su muerte: piense usted en una ballena o un lobo marino con sus aletas enredadas por líneas de plástico que no puede salir a respirar; o en aves, peces y otros mamíferos marinos con el estómago lleno de bolsas y fragmentos de plástico que interfieren con su nutrición.

También se sabe que los macroplásticos se van fragmentando hasta alcanzar tamaños microscópicos (menores a 1 mm). Estos microplásticos, junto con aquellos que son liberados por productos de higiene personal o de uso frecuente (por ejemplo, hay cremas y bloqueadores solares con microplásticos), se han registrado en el contenido estomacal de organismos marinos que forman parte de diferentes cadenas alimenticias.

En experimentos en laboratorio, se han relacionado ciertos efectos negativos en el metabolismo de microorganismos y la posible transferencia de estos contaminantes hacia niveles tróficos superiores. La magnitud de este proceso de contaminación con microplásticos por sí mismo llama la atención, pero también resalta porque tales microplásticos potencialmente pueden fragmentarse a niveles cientos de veces más pequeños, hasta alcanzar la escala nanoscópica (menores a un micrómetro, µm). Experimentalmente, también se han estudiado los posibles efectos de estos nanoplásticos, y los resultados no son del todo alentadores a nivel metabólico en individuos, poblaciones y especies.

A la par de las indagaciones con los plásticos, se han investigado otras sustancias químicas que les son añadidas, tales como los químicos que dan las características plastificantes. Desde hace varios años, se ha demostrado que algunas de estas sustancias tienen la capacidad de modificar ciertas rutas hormonales y provocar alteraciones en el metabolismo endócrito, así como malformaciones y, en algunos casos, esterilidad (en organismos de laboratorio y en el humano). Investigaciones científicas ya han registrado estas sustancias en vida libre e indagan los posibles escenarios en los ecosistemas marinos.

Cabe resaltar que, además de los contaminantes mencionados previamente, hay otros que llaman el interés de los científicos. Sustancias médicas, drogas, combustibles de nueva generación, micro- y nanopartículas, así como desechos de componentes electrónicos ya han sido registradas en ambientes marinos o potencialmente pueden llegar a los mismos.

Foto: Cortesía

Al respecto, la Red Temática Ibero-Americana RIESCOS, busca evaluar los efectos de los contaminantes emergentes sobre la salud de la cadena trófica marina, incluyendo la de los humanos, en sistemas costeros con elevada importancia ecológica y económica.

Como lo describe, el Programa de Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CYTED), RIESCOS también pretende desarrollar medidas para mejorar el manejo integral de las áreas estudiadas, así como la generación de alianzas estratégicas y mecanismos de coordinación y difusión de modelos de gestión exitosos en los países de Iberoamérica.

Autor

El doctor Pablo Hernández-Almaraz es investigador en el Laboratorio de Estrés Oxidativo en el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor), y también participa en la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS).

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