/ domingo 30 de junio de 2019

 Cuando el petróleo deja de ser negocio

Lejos, gradualmente lejos, van quedando los tiempos en que el petróleo era una panacea, era la forma en que las naciones productoras de éste resolvían sus problemas económicos comercializándolo, viviendo vacas gordas en tiempos de precios altos y vacas flacas, en ocasiones hasta en los huesos, cuando los precios llegaban a su punto más bajo.

Actualmente, resulta cada vez más común ver a los grandes productores globales de crudo, empezar a optar por otras líneas de negocio para no perder la opulencia, en algunos casos y la mera supervivencia, en otros. Por algo en Dubai y Qatar han hecho inversiones históricas para atraer inversión extranjera para impulsar negocios globales, por una parte y atraer turismo de alto nivel, por otra.

La construcción de edificios como el Burj Khalifa, que es el más alto y llamativo del mundo, además de hoteles tan singulares como el Burj al Arab, ambos en pleno Dubai, son emblemas de la forma en que en el emirato atraen a turistas de alto nivel adquisitivo, además de los inversionistas más fuertes del mundo, lo que les genera nuevas fuentes de ingresos que gradualmente sustituirán al petróleo.

Caso aparte es el de Noruega, país que, durante la década pasada, aprovechó a carta cabal los precios históricamente elevados del petróleo, mismos que no utilizó para gasto corriente, ni inversión regular, aprovechando que cuentan con actividades productivas suficientes para mantenerse como uno de los países con más alto nivel de vida del mundo. Por tanto, los ingresos por concepto de crudo se utilizaron para formar el fondo de inversión más rico del mundo, mismo que integraron pensando en las generaciones futuras de noruegos.

Por otra parte, es importante considerar el caso de Estados Unidos, país que históricamente fue el gran cliente de las naciones petroleras a nivel mundial. Resulta que poco a poco y casi sin que otras naciones se fueran dando cuenta, en Washington fueron armando y ejecutando un plan mediante el que en un principio se fueron haciendo autosuficientes en materia petrolera y una vez que lo consiguieron, incrementaron su producción e inventarios, hasta que actualmente son ya exportadores de petróleo. Eso ocurre con la economía más grande del mundo.

Veamos ahora lo que ocurre con la segunda economía más poderosa del mundo, China, el país que tiene el mayor desarrollo industrial del mundo, pero que a la par de éste, realizan inversiones históricas en el desarrollo de energías limpias, destinando en el último año 133 mil millones de dólares, principalmente a la energía eólica y la solar, con lo que consiguen que cada vez mayores proporciones de sus ciudades e industrias operen de forma sustentable, superando incluso a lo que se ha avanzado en Europa en la materia.

Con tal desarrollo, a lo que se suma la guerra comercial con Estados Unidos, China compra cada vez menos petróleo por el mundo, además de que ya todo el gas que consumen, se lo compran a Rusia, por un contrato bilateral que tienen establecido hasta el 2030, eso sólo para empezar.

Ante lo mencionado, hay que hablar (o escribir en este caso) de la auténtica “cereza en el helado” de la futura caída global del negocio del petróleo, que se dará por la proliferación de los automóviles eléctricos, los que gradualmente van teniendo mayor autonomía por carga, a lo que se suma que los tiempos de recarga se van reduciendo, lo que facilita su uso, faltando reducir sus precios, algo que se dará indiscutiblemente, dado que los avances tecnológicos tienden a abaratarse. Es por eso que armadoras automotrices como Volkswagen, ya proyectan que toda su producción sea eléctrica para el 2030.

Por todas estas condiciones, más otras de las que ya hablaremos, el negocio del petróleo se va reduciendo y a la postre terminará por extinguirse, por lo que hay que estar preparados, porque nada es peor que cerrar una puerta y dejar los dedos adentro.

FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @Yoladelatorre


Lejos, gradualmente lejos, van quedando los tiempos en que el petróleo era una panacea, era la forma en que las naciones productoras de éste resolvían sus problemas económicos comercializándolo, viviendo vacas gordas en tiempos de precios altos y vacas flacas, en ocasiones hasta en los huesos, cuando los precios llegaban a su punto más bajo.

Actualmente, resulta cada vez más común ver a los grandes productores globales de crudo, empezar a optar por otras líneas de negocio para no perder la opulencia, en algunos casos y la mera supervivencia, en otros. Por algo en Dubai y Qatar han hecho inversiones históricas para atraer inversión extranjera para impulsar negocios globales, por una parte y atraer turismo de alto nivel, por otra.

La construcción de edificios como el Burj Khalifa, que es el más alto y llamativo del mundo, además de hoteles tan singulares como el Burj al Arab, ambos en pleno Dubai, son emblemas de la forma en que en el emirato atraen a turistas de alto nivel adquisitivo, además de los inversionistas más fuertes del mundo, lo que les genera nuevas fuentes de ingresos que gradualmente sustituirán al petróleo.

Caso aparte es el de Noruega, país que, durante la década pasada, aprovechó a carta cabal los precios históricamente elevados del petróleo, mismos que no utilizó para gasto corriente, ni inversión regular, aprovechando que cuentan con actividades productivas suficientes para mantenerse como uno de los países con más alto nivel de vida del mundo. Por tanto, los ingresos por concepto de crudo se utilizaron para formar el fondo de inversión más rico del mundo, mismo que integraron pensando en las generaciones futuras de noruegos.

Por otra parte, es importante considerar el caso de Estados Unidos, país que históricamente fue el gran cliente de las naciones petroleras a nivel mundial. Resulta que poco a poco y casi sin que otras naciones se fueran dando cuenta, en Washington fueron armando y ejecutando un plan mediante el que en un principio se fueron haciendo autosuficientes en materia petrolera y una vez que lo consiguieron, incrementaron su producción e inventarios, hasta que actualmente son ya exportadores de petróleo. Eso ocurre con la economía más grande del mundo.

Veamos ahora lo que ocurre con la segunda economía más poderosa del mundo, China, el país que tiene el mayor desarrollo industrial del mundo, pero que a la par de éste, realizan inversiones históricas en el desarrollo de energías limpias, destinando en el último año 133 mil millones de dólares, principalmente a la energía eólica y la solar, con lo que consiguen que cada vez mayores proporciones de sus ciudades e industrias operen de forma sustentable, superando incluso a lo que se ha avanzado en Europa en la materia.

Con tal desarrollo, a lo que se suma la guerra comercial con Estados Unidos, China compra cada vez menos petróleo por el mundo, además de que ya todo el gas que consumen, se lo compran a Rusia, por un contrato bilateral que tienen establecido hasta el 2030, eso sólo para empezar.

Ante lo mencionado, hay que hablar (o escribir en este caso) de la auténtica “cereza en el helado” de la futura caída global del negocio del petróleo, que se dará por la proliferación de los automóviles eléctricos, los que gradualmente van teniendo mayor autonomía por carga, a lo que se suma que los tiempos de recarga se van reduciendo, lo que facilita su uso, faltando reducir sus precios, algo que se dará indiscutiblemente, dado que los avances tecnológicos tienden a abaratarse. Es por eso que armadoras automotrices como Volkswagen, ya proyectan que toda su producción sea eléctrica para el 2030.

Por todas estas condiciones, más otras de las que ya hablaremos, el negocio del petróleo se va reduciendo y a la postre terminará por extinguirse, por lo que hay que estar preparados, porque nada es peor que cerrar una puerta y dejar los dedos adentro.

FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @Yoladelatorre