/ miércoles 25 de abril de 2018

Cuchillito de palo | ¿Habremos visto lo mismo?

Un candidato que habla a pausas, lo que encrespa. Otro, con un tono tan parejo, que duerme a un camello. Una señora en pleno ataque hormonal; un miniHitler, ducho para el debate, pero que da miedo y un “entrón” norteño, con propuestas de merólico demente.

Ni mezclándolos en una licuadora, saldría un garante de buen gobierno, de avance, de prosperidad. Un político –imposible en este trópico aspirar a un estadista-, que pudiera sacarnos del desastre y dar un rumbo certero.

El debate, del domingo pasado, resultó un fiasco. Atenernos a la opinología que sostiene que resultó ágil, contundente, “un gran avance democrático”, es intentar convertir a Frankestein en un Apolo.

¿Qué hubo algunas propuestas? Se quedaron cortas en razón de un absurdo cronómetro, por el que sólo podían hablar de corrido, un minuto. Se escuchaba cómo al llegar al término del espacio, el que tenía el turno, seguía hilvanando su retahíla, mientras le bajaban el sonido y alguno de los moderadores lo silenciaba.

Difícil presentar algo más que un esbozo, en tan poco tiempo y menos explicar el cómo se puede llevar a la práctica. Si fuéramos veraces confesaríamos que decepcionó y poco influirá en la decisión de voto.

Cada persona lo vio de acuerdo a sus simpatías preestablecidas. Escucharon la misma cantaleta que aparece en el titipuchal de spots. ¿Que a AMLO lo irritaron los ataques de sus adversarios? Se le notó. ¿Que sólo se rió cuando se confrontaron Meade y Anaya? Así fue.

El último bloque, sobre democracia, sin respuesta. Parece que, o ignoran el concepto, o son incapaces de practicarla. Tan es así, que AMLO insiste en que él nombrará al Fiscal anticorrupción.

Como jiribillas utilizaban frases huecas, frívolas, que se las hemos oído un sinfín de veces. La estulticia de El Bronco, de que “va a llevar al cine a su esposa”, o la de que tanto le gusta el matrimonio, “que se ha casado tres veces”. Me sé de memoria el sello de López Obrador: “Soy Peje, pero no lagarto” y el “no soy un ambicioso vulgar”, cuando no reitera, hasta el agotamiento, el “son calumnias”.

Ninguno tuvo una idea original, una fórmula precisa para acabar con la inseguridad o una estrategia creíble, que se pudiera aterrizar. Echadas de que “yo sí puedo, soy el mejor y va a haber un cambio”.

Cacallacas de unos a otros, acusaciones de corruptos y sandeces inauditas como las de Jaime Rodríguez, de “dejar mocho al que robe” o “militarizar escuelas” (Ni Idi Amín, dictador por excelencia).

El exjoven maravilla, el panista Anaya, conoce las reglas y las practica con soltura. Cuando menos, no tuvo que escarbar, como si fuera minero (Lo que hizo AMLO), para encontrar y mostrar carteles alusivos a lo que intentaba probar. Pero, a la par que el resto, de su boca salió completo, el audio de uno de sus innumerables comerciales.

La señora Zavala, a la que tanto han chuleado, intentó convocar a las mujeres, con unas cuantas exclamaciones, reiteradas una y otra vez. Se ve que se aprendió el discurso al dedillo, aunque en ocasiones le venía la amnesia y con la cara descompuesta y tartamudeando, conseguía le regresara la memoria. Dudo que, un gran sector del género se identificara con la convocatoria.

¿Y Meade? O aprende a modular el tono de las palabras, o que se dedique a rezar los maitines en cualquier convento.

Patético el panorama y se siente que vamos de Guatemala a Guatepeor. Como si se hubiera muerto la inteligencia.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

Un candidato que habla a pausas, lo que encrespa. Otro, con un tono tan parejo, que duerme a un camello. Una señora en pleno ataque hormonal; un miniHitler, ducho para el debate, pero que da miedo y un “entrón” norteño, con propuestas de merólico demente.

Ni mezclándolos en una licuadora, saldría un garante de buen gobierno, de avance, de prosperidad. Un político –imposible en este trópico aspirar a un estadista-, que pudiera sacarnos del desastre y dar un rumbo certero.

El debate, del domingo pasado, resultó un fiasco. Atenernos a la opinología que sostiene que resultó ágil, contundente, “un gran avance democrático”, es intentar convertir a Frankestein en un Apolo.

¿Qué hubo algunas propuestas? Se quedaron cortas en razón de un absurdo cronómetro, por el que sólo podían hablar de corrido, un minuto. Se escuchaba cómo al llegar al término del espacio, el que tenía el turno, seguía hilvanando su retahíla, mientras le bajaban el sonido y alguno de los moderadores lo silenciaba.

Difícil presentar algo más que un esbozo, en tan poco tiempo y menos explicar el cómo se puede llevar a la práctica. Si fuéramos veraces confesaríamos que decepcionó y poco influirá en la decisión de voto.

Cada persona lo vio de acuerdo a sus simpatías preestablecidas. Escucharon la misma cantaleta que aparece en el titipuchal de spots. ¿Que a AMLO lo irritaron los ataques de sus adversarios? Se le notó. ¿Que sólo se rió cuando se confrontaron Meade y Anaya? Así fue.

El último bloque, sobre democracia, sin respuesta. Parece que, o ignoran el concepto, o son incapaces de practicarla. Tan es así, que AMLO insiste en que él nombrará al Fiscal anticorrupción.

Como jiribillas utilizaban frases huecas, frívolas, que se las hemos oído un sinfín de veces. La estulticia de El Bronco, de que “va a llevar al cine a su esposa”, o la de que tanto le gusta el matrimonio, “que se ha casado tres veces”. Me sé de memoria el sello de López Obrador: “Soy Peje, pero no lagarto” y el “no soy un ambicioso vulgar”, cuando no reitera, hasta el agotamiento, el “son calumnias”.

Ninguno tuvo una idea original, una fórmula precisa para acabar con la inseguridad o una estrategia creíble, que se pudiera aterrizar. Echadas de que “yo sí puedo, soy el mejor y va a haber un cambio”.

Cacallacas de unos a otros, acusaciones de corruptos y sandeces inauditas como las de Jaime Rodríguez, de “dejar mocho al que robe” o “militarizar escuelas” (Ni Idi Amín, dictador por excelencia).

El exjoven maravilla, el panista Anaya, conoce las reglas y las practica con soltura. Cuando menos, no tuvo que escarbar, como si fuera minero (Lo que hizo AMLO), para encontrar y mostrar carteles alusivos a lo que intentaba probar. Pero, a la par que el resto, de su boca salió completo, el audio de uno de sus innumerables comerciales.

La señora Zavala, a la que tanto han chuleado, intentó convocar a las mujeres, con unas cuantas exclamaciones, reiteradas una y otra vez. Se ve que se aprendió el discurso al dedillo, aunque en ocasiones le venía la amnesia y con la cara descompuesta y tartamudeando, conseguía le regresara la memoria. Dudo que, un gran sector del género se identificara con la convocatoria.

¿Y Meade? O aprende a modular el tono de las palabras, o que se dedique a rezar los maitines en cualquier convento.

Patético el panorama y se siente que vamos de Guatemala a Guatepeor. Como si se hubiera muerto la inteligencia.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq