/ miércoles 18 de octubre de 2017

Cuchillito de palo | ¿Los has visto?

Ni usted ni yo ni nadie. Como bien lo dijo Carlos Slim, los líderes políticos se esfumaron y, con ellos, cuando menos en esta capital, de los delegados ni sus luces. Dirán ellos que, ¡tranquilos!: en el instante en el que empiecen las campañas darán color y entonces sí se presentarán en todas partes.

El último grado del cinismo. Zonas enteras de la Ciudad de México están en franca desolación. Los damnificados se suman por miles, mientras el miniMancera echa discursos demagógicos e intenta ocultar los daños reales, a fin de tener que desembolsar menos.

No pasa día en el que no me entere de personas que tuvieron percances. Llamar a Protección Civil es inútil, rebasados como están y, a pesar de que ya pasó la supuesta emergencia, con listas enormes de solicitudes de revisión,  que tardarán en cubrir, meses.

Para entonces quienes viven con el horror de contemplar las una o más grietas de su hogar, acabarán por acostumbrarse y a esperar al próximo bailoteo de la tierra, que podría cobrar la factura de la imprevisión.

La parálisis continúa. Difícil hacer un trámite, porque montones de oficinas públicas siguen cerradas, a la espera del dictamen de un perito, que garantice la seguridad de sus empleados. Sin esperanza de recuperar la normalidad, las personas escuchan la voz de los sicólogos, que los conminan a volver a la rutina.

El gobierno federal, cuando menos, entregó varios miles de tarjetas, a municipios de Oaxaca, a fin de que los habitantes de algunas comunidades inicien la reconstrucción de sus casas. Chayito Robles, con gesto adusto, salió a informar de los avances.

En el ínterin, el diligentísimo (Para intentar acaparar candilejas), jefezuelo de gobierno –otrora defeño-, cierra los módulos que ayudaban con tres mil pesos para renta, a quienes perdieron el techo, porque unos vivales se hicieron pasar por damnificados.

Mil sátrapas, que desde luego deben estar mega urgidos de pachocha, fingieron demencia e hicieron la horrenda fila, hasta conseguir el preciado botín. Lo grave es que pagaron justos por pecadores y ahora se mandan brigadas a los albergues, para otorgar la mentada e insuficiente ayuda. ¿Y los que consiguieron cuarto, arrimándose a un compadre, a un pariente, a un amigo? Se fastidiaron sin el apoyo.

Se empezó con el otorgamiento de créditos, “a bajo interés”. Otra fila eterna. Horas para acceder frente al escritorio de la “burrócrata” (Sólo se recibe a 100 diarios), para que, con la típica carota, que acaba de encrespar, exija un chorrotal de documentos, con los que, por supuesto no se cuenta: desaparecieron bajo los escombros.

De los jefes de las demarcaciones valdría más no hablar. La consentida de López Obrador, Claudia Sheinbaum, armó gran rueda de prensa para aclarar que se sancionaría a su antecesora y compinches, por permitir el funcionamiento del colegio Enrique Rébsamen (Donde murieron 19 pequeños). Cuando se empezó a hacer el escándalo y se supo que la ex se había cambiado del PRD a Morena, sobrevino el silencio.

Rigoberto Salgado, de Tláhuac, no ha movido un dedo a favor de las tantísimas personas en desgracia. Ni siquiera se ha ocupado de que tengan agua, menos de dar ayuda alguna. Debe seguir ocupado por el proceso abierto en su contra, para destituirlo, por su ¿presunta? complicidad en el negociazo del narcomenudeo, que domina a la delegación.

Un par de botones de muestra, aunque el resto tampoco contribuyen al regreso a la normalidad. Si razonáramos un poco, a semejantes sátrapas y sus partidos, ni un voto.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq 

Ni usted ni yo ni nadie. Como bien lo dijo Carlos Slim, los líderes políticos se esfumaron y, con ellos, cuando menos en esta capital, de los delegados ni sus luces. Dirán ellos que, ¡tranquilos!: en el instante en el que empiecen las campañas darán color y entonces sí se presentarán en todas partes.

El último grado del cinismo. Zonas enteras de la Ciudad de México están en franca desolación. Los damnificados se suman por miles, mientras el miniMancera echa discursos demagógicos e intenta ocultar los daños reales, a fin de tener que desembolsar menos.

No pasa día en el que no me entere de personas que tuvieron percances. Llamar a Protección Civil es inútil, rebasados como están y, a pesar de que ya pasó la supuesta emergencia, con listas enormes de solicitudes de revisión,  que tardarán en cubrir, meses.

Para entonces quienes viven con el horror de contemplar las una o más grietas de su hogar, acabarán por acostumbrarse y a esperar al próximo bailoteo de la tierra, que podría cobrar la factura de la imprevisión.

La parálisis continúa. Difícil hacer un trámite, porque montones de oficinas públicas siguen cerradas, a la espera del dictamen de un perito, que garantice la seguridad de sus empleados. Sin esperanza de recuperar la normalidad, las personas escuchan la voz de los sicólogos, que los conminan a volver a la rutina.

El gobierno federal, cuando menos, entregó varios miles de tarjetas, a municipios de Oaxaca, a fin de que los habitantes de algunas comunidades inicien la reconstrucción de sus casas. Chayito Robles, con gesto adusto, salió a informar de los avances.

En el ínterin, el diligentísimo (Para intentar acaparar candilejas), jefezuelo de gobierno –otrora defeño-, cierra los módulos que ayudaban con tres mil pesos para renta, a quienes perdieron el techo, porque unos vivales se hicieron pasar por damnificados.

Mil sátrapas, que desde luego deben estar mega urgidos de pachocha, fingieron demencia e hicieron la horrenda fila, hasta conseguir el preciado botín. Lo grave es que pagaron justos por pecadores y ahora se mandan brigadas a los albergues, para otorgar la mentada e insuficiente ayuda. ¿Y los que consiguieron cuarto, arrimándose a un compadre, a un pariente, a un amigo? Se fastidiaron sin el apoyo.

Se empezó con el otorgamiento de créditos, “a bajo interés”. Otra fila eterna. Horas para acceder frente al escritorio de la “burrócrata” (Sólo se recibe a 100 diarios), para que, con la típica carota, que acaba de encrespar, exija un chorrotal de documentos, con los que, por supuesto no se cuenta: desaparecieron bajo los escombros.

De los jefes de las demarcaciones valdría más no hablar. La consentida de López Obrador, Claudia Sheinbaum, armó gran rueda de prensa para aclarar que se sancionaría a su antecesora y compinches, por permitir el funcionamiento del colegio Enrique Rébsamen (Donde murieron 19 pequeños). Cuando se empezó a hacer el escándalo y se supo que la ex se había cambiado del PRD a Morena, sobrevino el silencio.

Rigoberto Salgado, de Tláhuac, no ha movido un dedo a favor de las tantísimas personas en desgracia. Ni siquiera se ha ocupado de que tengan agua, menos de dar ayuda alguna. Debe seguir ocupado por el proceso abierto en su contra, para destituirlo, por su ¿presunta? complicidad en el negociazo del narcomenudeo, que domina a la delegación.

Un par de botones de muestra, aunque el resto tampoco contribuyen al regreso a la normalidad. Si razonáramos un poco, a semejantes sátrapas y sus partidos, ni un voto.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq